Etapa 3 del Camino Lebaniego: de Lebeña a Santo Toribio

Para terminar con nuestra serie del Camino Lebaniego, os vamos a contar nuestra tercera etapa, y por seguir, con la misma nomenclatura que las anteriores, la hemos llamado etapa 3 del Camino Lebaniego.


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Antes del desembarco en el legendario Monasterio de Santo Toribio nos queda salvar un importante collado, para después acometer una incierta bajada hacia el valle del río Deva.

Monasterio de Santo Toribio
Monasterio de Santo Toribio

Esto nos llevará a la histórica población de Potes, tres kilómetros antes del destino final.

Señal del Camino Lebaniego en Potes
Señal del Camino Lebaniego en Potes

Pero no adelantemos acontecimientos, aquí el terreno te obliga a ir pasito a pasito sin demostraciones baldías de fuerza, que luego pueden pasarte factura en el sitio menos apropiado. Y por aquí hay muchos de esos.

Subir tras subir para tocar el cielo

Abandonamos Lebeña por su bien conservada iglesia mudéjar hacia el collado que culmina en Cabañes. Nos esperan 375 metros de desnivel positivo.

La peor de las ideas

Algunos peregrinos en este punto deciden vender muy barata su piel, jugándosela por la carretera de La Hermida en dirección hacia Potes.

Muy mala idea, por su estrechez, su falta de escapatorias e incluso de arcén para una simple bicicleta. No hay sitio casi ni para dos utilitarios que cruzan en paralelo.

No merece la pena ahorrar unos kilómetros de dura subida por llegar de esta manera a Potes. Realmente el milagro no estaría en la reliquia que se guarda celosamente en el monasterio, sino en sobrevivir al denso tráfico.

El subidón de Cabañes

Tomada la opción del collado, más dura sin duda pero mucho más segura, iniciamos una ascensión que a estas alturas del Lebaniego se nos hace muy trabajosa.

noelia caminando por sendero


Ya se notan las anteriores etapas en las piernas, y a pesar de que es muy temprano, el calor producido por el continuo ejercicio de ganar altura es muy sintomático del esfuerzo.

No pesan los años, sino los kilos de la mochila. Para este tramo la hemos aligerado lo máximo posible, dejando el justo espacio para los ricos quesucos que en esta zona se elaboran con manos artesanales.

Llegamos a la silenciosa aldea de Allende, que a estas horas de la mañana aún no ha despertado.

Aldea de Allende
Aldea de Allende

Cruzamos la aldea como sonámbulos al amanecer. Una breve sentada para recuperar el resuello y desear que la pendiente aminore a partir de ahora.

Con los primeros rayos de sol filtrándose entre la gran mole de la Peña Ventosa nos ponemos a hacer de nuevo el sherpa.

Nos retorcemos cual ciclista del Tour en el tramo final de las revueltas de Alpe dHuez, buscando el mínimo respiro en cada curva en ascenso.

Fue cruzar un par de miradas cómplices y darnos cuenta de la necesidad de un respiro sin mediar palabra alguna.

Cuando peor se ponía la cosa, encontramos un falso llano con las vistas de Cabañes a nuestros pies.

paisaje montañoso
Vistas de Cabañes

Tocaba bajar al fin, con la sorpresa final del último pero breve repecho hasta el albergue.

El albergue de los Vences

Un alto en el Camino más necesario que nunca en un rincón incomparable.

Así definiría yo el albergue de Cabañes a primera vista según llegas sin oxígeno en los pulmones.

Por dentro, la cosa pintó aún mejor. Una pena no haber pasado la noche en este lugar lleno de magia especial para el montañero.

Vences es el encargado de todo, su negocio de toda una vida a pesar de su exultante juventud.

Dueño y señor de aquellas tierras altas, pero también de su dureza y sus marrones, que “haberlos también haylos” y de todos los colores.

vistas desde cabanes
Vistas de los Picos de Europa desde Cabañes

Vences es también hijo y supongo, nieto de emprendedores. Puro ADN heredado para disfrutar de la vida trabajando en lo que realmente te gusta.

El albergue es un alojamiento privado para aquellos que gustan de disfrutar de actividades de montaña.

No es exclusivo para peregrinos, aunque éstos son bienvenidos.

Alguien un día le dijo que el Camino Lebaniego pasaría por allí, y creó un rincón extra para peregrinos sin más ánimo que el de dar un servicio de corazón.

Estuvimos charlando más de una hora larga sobre las historias del Camino Lebaniego, las cosas que se habían hecho bien y las que no tanto. Nada es perfecto, afortunadamente.

Nos despedimos y agradecimos su tiempo, sabedores de lo solo y ocupado que estaba con sus numerosos clientes, que en este agosto abarrotaban sus estancias.

Un consejo de peregrino a peregrino

Si me lo permites, dada la experiencia vivida por nosotros y las detalladas por Vences, nos gustaría ofrecerte el siguiente consejo.

Divide en dos tramos la etapa que va desde Cades hasta Cabañes. Nosotros lo hemos hecho así, y nuestra segunda etapa de Camino Lebaniego fue de Quintanilla a Lebeña.

Un solo collado por subir está bien, dos son complicados pero alcanzables, y tres son multitud de problemas.

picos de europa


Vences ha llegado a recibir peregrinos en un estado lamentable de deshidratación y cansancio físico, cuando no tener que rescatarlos de algún risco más allá de su responsabilidad con sus peregrinos.

Además hay que llegar a Santo Toribio aún, y quedarse en las puertas es más que la miel que nunca llegará a probar tus labios.

Bajando por el valle del Deva hasta la magia de Potes

Para salir de Cabañes decidimos tomar la alternativa por el castañar milenario de El Habario al abrigo de sombras que congelaban las venas y ayudaban a paliar el calor sofocante que se vislumbraba sobre las copas.

Bosque de castaños milenarios
Bosque de castaños milenarios

La bajada hacia la aldea de Pendes, mucho más suave que la subida, nos ayudó a relajarnos con el paisaje y congraciarnos de nuevo con el camino.

flechas en el camino


primera plano de flechas de madera indicativas
Señales del Camino Lebaniego a la salida de Cabañes

De Pendes a Tama

Antes de llegar a Tama te das cuenta de que el paisaje ha cambiado de manera radical.

Mucho más seco, escasez del verde brillante al que estábamos acostumbrados. Se circunscribía a praderías irrigadas de forma artificial. La sequía también había llegado a estas tierras.

El calor era bochornoso, con el sol casi en lo más alto, y sin el abrigo de las altas cumbres del macizo oriental de los Picos de Europa, la cosa pintaba bastos.

noelia caminando por un sendero


Polvo en las botas y sequedad en la boca. Poco a poco vislumbramos sobre el horizonte el incipiente skyline de Potes.

Teníamos ganas de llegar y refrescarnos en alguna terraza de verano a la orilla del río.

Dejamos algunos peregrinos atrás a quienes el calor del sol les había pasado factura. Se notaba el sufrimiento en sus caras marcadas por el esfuerzo extra de hoy.

No todo es un camino de rosas, aunque todo mal momento es suplido con creces por la sensación de sentirte más fuerte de lo que jamás creíste.

En definitiva, esto es la esencia el Camino Lebaniego y de los caminos hacia Santiago.

Deleitándonos con la urbe de Potes

Fue muy difícil elegir entre las docenas de rincones exquisitos que posee Potes entre sus callejuelas.

jan caminando
Callejuela de Potes

En el Camino te acostumbras demasiado a no elegir, simplemente sigues las flechas sin preguntarte a dónde te dirigen de forma inmediata.

Afortunadamente siempre hay un sitio ideal para el peregrino con el estómago agradecido. Los nuestros lo son, como no podía ser de otra manera. Tan sencillo como preguntar al local dónde comería él si no quisiera cocinar ese día.

Surgieron varios locales, elegimos aquél de la terraza con vistas al río.

Puente medieval de Potes
Puente medieval de Potes

Un paisaje limpio para almorzar no tiene precio si el producto además es exquisito.

Hicimos la digestión con un paseo por las empinadas callejuelas de Potes. Sólo tienes que perderte para disfrutar de forma natural de su encanto innegable.

Puentes de piedra centenarios, casas solariegas con balcones que descuelgan flores multicolor. Calles empedradas, bulliciosas, engalanadas de historia que desprenden vida por todos sus poros.

paisaje de un pueblo


casas preciosas con tejados de teja


Epílogo: el Monasterio de Santo Toribio

Tras la reconfortante hipnosis de Potes, nos esperaba abierta la Puerta del Perdón del monasterio, sólo franqueable para peregrinos llegados en Año Jubilar Lebaniego.

Nosotros éramos evidentemente dos de esos peregrinos.

Monumento al peregrino a la salida de Potes
Monumento al peregrino a la salida de Potes

Nos habíamos ganado nuestra Lebaniega a “sangre y fuego” durante estos tres últimos días.

Nos separaban 3 kilómetros de ligera subida, ¡cómo no! Hasta el mismo final sudando la camiseta.

¡Y qué colofón a nuestro magnífico viaje!

Allí, al final de un recóndito valle a salvo del paso de la historia, se escondía un espléndido monasterio y su protegido secreto: el Lignum Crucis.

De cara a un peregrino, el Lignum Crucis es al Camino Lebaniego lo que el sepulcro del apóstol es al Camino de Santiago.

Pero, ¿qué es el Lignum Crucis?

El fragmento más grande conocido de la cruz donde murió Jesús de Nazaret. En concreto se trata de un trozo del brazo izquierdo.

Pero hay más, se dice también que alberga el hueco donde se alojó uno de los clavos que fijaron las manos de Cristo contra su cruz.

La ciencia tiene voz al respecto. Dice que ese trozo data de la época en que vivió Cristo, y que esa madera corresponde a una especie de ciprés que sólo se encuentra en Palestina.

A partir de aquí ya entra en el ámbito de fe de cada uno…

Lignus Crucis en Santo Toribio
Lignus Crucis en Santo Toribio

En el corazón de Santo Toribio

Traspasamos la Puerta del Perdón como antaño hicieron los primeros peregrinos.

Noelia en Puerta del Perdón del Monasterio de Santo Toribio
Puerta del Perdón del Monasterio de Santo Toribio

Bancos de madera perfectamente alineados daban paso a un altar austero. Imposible pasar por alto la capilla que custodia la reliquia.

Iluminada hasta la última sombra, separada de la nave principal por una gruesa reja metálica. Agarrados a sus barrotes, quedaba esperar su apertura que se produjo a la hora programada.

Asistimos a una interesantísima exposición sobre la historia del lugar y su reliquia más querida. Sentados, tranquilos, sosegados sobre un banco de madera, con esa sensación de paz que te da el deber cumplido tras el esfuerzo generoso.

noelia en Claustro de Santo Toribio
Claustro de Santo Toribio

Esperamos nuestro turno disciplinadamente para tomar la reliquia prácticamente en nuestras manos.

Llegó el momento. El fragmento estaba encofrado en una armadura de plata, salvo por un pequeño hueco donde accedimos a la superficie pulida de la madera.

Pasamos, tocamos, y Jan sintió un escalofrío desde la cabeza a los pies, justo en el instante de introducir su dedo índice en el hueco donde el clavo dejó esculpido su cicatriz en la madera. Aquello fue tan real como el tacto de un madero con más de dos mil años de vicisitudes.

¿Cuál fue entonces su verdadera historia hace dos mil años?

Existe una respuesta porque todo camino tiene al menos un interrogante en su comienzo.

Si quieres saberla, ¡toma tu bordón, llena de experiencias tu mochila,

porque el secreto mejor guardado de Santo Toribio te espera!

etapa 3 del camino lebaniego
Fotografía de Woman To Santiago

¿Qué te ha parecido la etapa 3 del Camino Lebaniego?

Estoy deseando que me lo cuentes.

Si quieres repasar el resto de etapas, recuerda que hemos escrito dos post más que seguro serán de tu interés: Etapa 1 del Camino Lebaniego y la Etapa 2 del Camino lebaniego, respectivamente.

¡Buen camino!

credencial woman to santiago


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