Habían reclamado, su violín para interpretar una pieza de Bach, entre otras de su repertorio, había de visitar las dos salas, La Grande Salle et le Salle Molière, quería oír la acústica, sentir lo que resonaba de aquel lugar al tensar las cuerdas de su violín, como si vibraran las cuerdas laríngeas.
Una voz ahogada durante años que escondía una pasión callada, una historia perenne, la sociedad la había guiado hacia la música, enamorada de ella había amordazado otras emociones que transmitía cada vez que tensaba ese violín, cada cuerda hablaba por ella y emitía un grito armonioso de aquello que su corazón guardaba. Su violín liberaba su voz y con un do, re, mi sostenido, si bemol, explicaba su historia. Quien la escuchaba sólo recibía palabras, voz y emoción, incluso como si de un folletín rosa se tratara había conseguido un club de fans que sin tener amplios conocimientos de música la seguían pendientes del siguiente concierto. Ella no se percataba de la pasión que suscitaba en los oyentes simplemente llenaba cualquier sala en la que interpretaba. Nadie entendía como había logrado tanta popularidad entre un público que escuchaba ritmos de bachata, reguetón, canciones pegadizas como despacito, Bruce Springsteen o Bon Jovi… la habían bautizado como un fenómeno extracultural. Las discográficas que primero le cerraron las puertas ahora le abrían los teatros, las óperas y los Lyceo. Un público que llenaba sin dudarlo todas las actuaciones, el precio de las localidades se disparaba, su agenda se llenaba de eventos y de viajes.
Como un hada debía hacer vibrar aquella Salle con un aforo de 1200 personas, un teatro italiano francés de finales del siglo XIX.
Sonata de Bach Nº1 el quejido del violín emergía y se adueñaba de la audiencia porque era el grito de su alma que había perdido a su amante, el clavecín la acompañaba con su melodía, unas circunstancias adversas los separaba hace ya mucho tiempo pero sus corazones se buscaban y cada vez que ese violín sonaba emergía la voz gutural ahogada, hacían años que se habían perdido la pista, ni mantenían el contacto, ni estaban pendientes de sus caminos, simplemente cada vez que actuaba el público recibía un mensaje de sintió y vibró su cuerpo. Misteriosamente el público esperaba un encuentro, una mirada, cuando el aforo se hundía era cuando empezaba a sonar P.I. Tchaikovsky Opus 35, Concerto en Do mayor, el violín cobraba su esplendor, la orquesta acompañaba, describía perfectamente el encuentro de dos personas que se aman, en una plaza llena de gente solamente hay dos miradas, que se buscan, no dos ventanas a una noche interminable, dos espejos de dos almas que decidieron separar sus caminos por la música, un enorme deseo de unir sus cuerpos para convertirlo sólo en uno.
Era la banda sonora de una historia y nadie era consciente de el deseo que albergaba de lo que el público interpretaba, se escuchaba como una carta de un palabras, quiero más que un contigo….quiero toda la noche y el próximo mañana, también una noche más, junto a otro día…..uno tras otro…junto a otra vez. No se había escrito nada en la partitura pero el público leía escuchaba estas palabras. Sonaba la orquesta, el piano eclipsado por el violín decía “compartir mi vida y no dejar de sentirte” mientras la percusión decía “este no es el momento, tu carrera está en el momento más alto”.
Pues iba directa a los ensayos para probar la acústica, esta actuación era una más, aunque ella la vivía como la única, era en Francia, donde perdió el rastro de su corazón. Empezó una carrera brillante recién licenciada con todo lo que acarrea el éxito, compromisos, agenda, móvil, citas, cuidar la imagen pública, no estar en medio de escándalos y en aquélla época un amor así era un escándalo.