Pero la película no consiguió despertar mi curiosidad en el momento y ha caído en el olvido. De no ser porque recientemente me la encontré enmarcada en la parrilla televisiva, seguiría sin realizar su visionado.
Principalmente, ambientada en la II Post-Guerra Mundial, la película recorre una línea temporal muy amplia, comprendida entre 1945 y 1995, el presente en el film.
Su puesta en escena y ambientación es muy coherente y está bastante lograda en todas las décadas en las que transcurre la historia, haciendo el conjunto suficientemente creíble para cualquier espectador.
Michael Berg (David Kross), un chico de quince años, pierde el conocimiento mientras regresa del colegio. Hanna Schmitz (Kate Winslet), una mujer seria y reservada que le dobla la edad, lo recoge y lo lleva a su casa. Entre ambos surge un apasionado y secreto idilio que se ve interrumpido por la misteriosa desaparición de Hanna. Ocho años más tarde, siendo estudiante de Derecho, Michael vuelve a verla, pero en una situación que nunca hubiera podido imaginar.
David Hare, guionista de Las horas, repite bajo el mandato de Daldry y le presta al espectador una historia dinámica y emotiva en momentos puntuales. Además de contener un pequeño detalle que cobra bastante importancia llegados al desenlace y le otorga fuerza y convincencia al mismo.
Una nimiedad que no te tira de la butaca, pero que si no te lo imaginas antes de que el guión lo revele, como fue mi caso, pues te sorprende.
Diferenciada en dos tramos, el del romance y el del juicio, el film completa una única historia, pero que parece tener un punto y aparte en la mitad.
El primero nos presenta una historia de un amor feliz pero imposible debido, principalmente, a la diferencia de edad.
A su vez, supone una representación de las diferencias que surgen entre una pareja, diferencias que acaban en discusión absurda. En este caso los extraños cambios de humor de Hanna resultan incomprensibles para el espectador hasta que en el desenlace se conoce la verdad.
Kate Winslet es una actriz de la que he visto menos películas que dedos tiene una mano, ni siquiera he visto Titanic, su obra más recordada debido a la taquilla y ambito social que consiguió crear entre el público la obra dirigida por James Cameron.
De todas formas, nunca me ha parecido una talentosa actriz. Aunque, tengo que reconocer que no lo hace nada mal en la presente obra, no tanto como para llevarse el Oscar, pero dicha afirmación es una opinión personal.
Esto no resta mérito a su solvente interpretación que se muestra muy natural ante la cámara, sin sobreactuar en ningún momento.
Y hay que aplaudir al equipo de maquillaje que logran hacer extremadamente creíble el paso del tiempo en el rostro de la actriz.
La aparición de Bruno Ganz (El hundimiento) es algo ‘anecdótica’. Sin embargo, el veterano actor sigue desprendiendo talento artístico en el papel del profesor Rohl, que a pesar de tener escenas escuetas, consigue destacar. Sobre todo, en la que mantiene una conversación en el aula a solas con el joven Berg, en la que Rohl sospecha que Berg tiene la clave del juicio en sus manos.
Con la amplitud de décadas que abarca el film y la dificultad de rejuvenecer a un actor tantísimos años como requiere el presente film, a no ser que se haga digitalmente como en El curioso caso de Benjamin Button, hay que contar con dos actores distintos.
En el Lector han sido bien elegidas ambos actores. La versión joven de Michael Berg está muy bien representada por un jovencísimo David Kross (War Horse) que a pesar de no asemejarse en excesos al actor de su etapa adulta, da el pego. La versión jovial nos muestra la tan conocida transición de la pubertad a la etapa adulta con esa pérdida de la inocencia.
Como dato curioso, tuvieron que esperar a que el actor cumpliese la mayoría de edad para rodar las escenas de sexo junto a la actriz protagonista, Kate Winslet, para evitar problemas legales.
La segunda versión del personaje nos la otorga el actor Ralph Fiennes (La lista de Schindler) un Berg adulto que se encuentra atormentado por los hechos ocurridos desde la separación de Hanna Schmitz y las decisiones que toma éste al respecto desde ese momento hasta el presente.
La historia es muy jovial y distraída en el primer tramo, para volverse más seria y determinantemente cruel en el segundo tramo en todos sus aspectos.
Una película con una buena fotografía realizada por Chris Menges (Diario de un escándalo) y Roger Deakins (Skyfall) en la que predomina la frialdad de los colores, aunque se mezclan con los cálidos en momentos del presente de la historia, representa muy bien el tono trágico del film.
Por último, la minimalista banda sonora de Nico Muhly (Las horas) hace un gran uso de suaves notas de piano que realzan el tono dramático y triste ayudando a que el espectador se emocione con el tramo final.
Una visión cinematográfica distinta sobre los acontecimientos de Auschwitz y el holocausto Judío realizado por los Nazis, que no pasará a mi lista de películas favoritas, pero que no me queda otra que reconocer sus aciertos.