White Chamber es la tercera película del cineasta Paul Raschid, a priori, el film contiene los ingredientes esenciales para haberse convertido en la película predilecta de ciencia ficción minimalista independiente en esta 51ª edición del Festival de Sitges, al menos, esa fue mi impresión inicial. Desgraciadamente, el llamativo argumento, acaba siendo un lastre que desvirtúa a todo el conjunto y apartado visual bastante resolutivo para una película de talla pequeña como es la presente obra.
En el futuro cercano, el Reino Unido se encuentra sumido en una cruenta guerra civil. En este escenario, una mujer despierta en un cubículo blanco, donde un interlocutor le exige una información que ella afirma no conocer. En este punto, la habitación aparentemente neutra se convertirá en una sofisticada sala de tortura, que llevará a la protagonista a los límites de su fortaleza física y mental.
El joven director británico sitúa la cámara con bastante avidez dentro de una pequeña habitación con una iluminación sobreexpuesta que impide ver el exterior. Debido a la propia situación inicial del personaje principal, la primera referencia que nos viene a la mente en los primeros minutos, es Cube de Vincenzo Natali. Pero White Chamber es un film que se mantiene bien lejos de cualquier parecido estético en la cabina de aislamiento, pero como ya he dicho, la situación y el planteamiento es demasiado similar.
Sin embargo, el tratamiento y argumento de White Chamber difiere plenamente de la obra dirigida por Natali. El guión escrito por Raschid hace buen uso del desconocimiento de la víctima al inicio de la historia, pero acaba perdido entre sus propios planteamientos políticos y de guerrilla revolucionaria que acaban con aburriendo al espectador más paciente.
El mensaje del film está bien y su lema es tremendamente llamativo Post-Brexit, Post-Trump, Post-Mortem, pero no hay que dejarse engañar. La película no desarrolla este planteamiento con la consistencia esperada. Además, la introducción de nuevos personajes en la historia, hace que al final ésta acabe divagando entre conflictos morales que importan más bien poco al espectador.
La historia se sostiene durante los primeros minutos de película gracias a la curiosidad del espectador por conocer detalles del cautiverio de la protagonista, pasado el preámbulo, cuando el motivo de este secuestro se revela, la película cae en picado. Todo el interés inicial se desvanece y la película se va torciendo a cada minuto que pasa con secuencias donde las sobreactuaciones de sus actores pueblan la pantalla.
White Chamber es una película bastante pequeña y de ajustado presupuesto a la que se le reconocen méritos a la hora de recrear unos escenarios que dan la talla y cumplen sobradamente en una propuesta de ciencia ficción independiente. Pero la historia y crítica social de clases sociales que nos transmite, o intenta, hace aguas por las cuatro paredes de la enigmática habitación.
Como he mencionado, es una película de pocos actores, centrada en el personaje interpretado por Shauna Macdonald (The Descent), actriz que hace buenamente lo que puede con todas las limitaciones que se le presentan, incluyendo las de un espacio cerrado tan pequeño como los pisos de estudiantes en Japón rodeado de trampas de poca originalidad. Por otro lado, el actor Oded Fehr, que ha participado en la saga The Mummy y alguna secuela de la saga Resident Evil, revelará los motivos por los cuales el personaje interpretado por Shauna ha sido puesta en cautiverio dentro del cubículo, y lo hace con una actuación bastante pobre y artificial, nadie en su sano juicio se lo creería como villano de la función.
En fin, White Chamber es una de tantas ocasiones en las que un cineasta tiene una idea buena, pero bastante mal desarrollada.