Le sucedió a un amigo. Iba a viajar solo a Europa por varias semanas y meticuloso como es, lo planeó todo hasta en el más mínimo detalle. Vuelos, rutas de trenes y autobuses, lugares interesantes para visitar, sitios económicos para dormir y para comer? tenía calculados hasta el tiempo que le iba a tomar desplazarse de un punto a otro. El día de la partida se presentó en el aeropuerto y el empleado de la línea aérea, con cara de esto me duele más a mí que a usted le dijo: "Señor, su pasaporte está vencido".
Todo su plan se vino al suelo, debía reprogramarlo todo, pagar una penalización por mover el vuelo para otra fecha y cambiar reservaciones con los hoteles. Cuando entró a su habitación con la maleta en la mano miró, furioso, el pasaporte vigente que había quedado en la gaveta. Juraría que él tenía bien claro dónde estaba el vencido y dónde el vigente pero, bueno, se equivocó.
Su esposa le dijo que no le diera importancia al asunto y que lo programara todo para salir al día siguiente. Para madrugar, se acostaron temprano. En la madrugada, la señora empezó a jadear de un modo extraño. Su marido supuso que tenía una pesadilla y la despertó. Ella abrió los ojos, pero seguía jadeando, no lo reconocía y no era capaz de hablar. Se la llevó al hospital donde, poco después de haber llegado, la pasaron a la sala de operaciones. Tenía obstruida una válvula del corazón. El viaje, naturalmente, se canceló, y la señora, tras unos días en recuperación, fue dada de alta y volvió a su casa.
De haber tomado el pasaporte correcto, al regresar de su viaje se habría encontrado a su esposa muerta. Gracias al error del pasaporte, él estaba al lado de su esposa cuando sufrió la crisis.
Mi amigo no cree en Dios, pero yo estoy seguro de que un ángel de la guarda fue quien cambió los pasaportes de sitio.Carlos Porras
Costa Rica