Esta semana, la autora del blog Alemania entre Bastidores, visita Kartoffel Tortilla para descubrirte 2 leyendas colonesas que (quizás) no conoces.
Manchega de nacimiento, Irene emigró a Alemania en 2012, por motivos que nada tuvieron que ver con la crisis económica.
Decidió empezar su blog animada por algunos amigos y, además de algunas anécdotas personales, en él encontrarás un sinfín de historias curiosas sobre Alemania y su cultura.
Y una vez hechas las presentaciones, no me enrollo más ¡Os dejo con ella!
En Colonia hay dos leyendas que me gustan mucho. Una de ellas la descubrí al investigar sobre una fuente que se encuentra en Alter Markt, una de las plazas más céntricas de la ciudad. En ella están representados Jan y Griet y esta es su historia:
La leyenda colonesa sobre el cantar de Jan y Griet
Cuenta la leyenda que Johann von Werth, Jan, un criado sin mucho dinero, estaba enamorado de Griet; una doncella que rechazó su propuesta de matrimonio, pues consideraba que se merecía un marido mucho mejor que Jan, un mero criado sin tierras ni títulos.El chico, dolido por el desprecio, decidió alistarse en el ejército. Partió a la guerra y batalló con valentía e inteligencia, demostrando que era un hombre muy listo y con muchos recursos, además de tener una enorme suerte. En poco tiempo se ganó el respeto de todos los soldados, consiguió llegar a general, y ganó incontables batallas.
Tras vencer una de estas contiendas regresó a Colonia, y cuando entró por la puerta sur de la ciudad, donde se celebraba un mercado, descubrió a su amada Griet vendiendo frutas en uno de los puestos. Jan se acercó con su imponente caballo hasta ella, desmontó y se quitó el sombrero.
—Griet, ¡quién lo hubiese creído!
A lo que ella respondió:
—Jan, ¡quién podría saberlo!
Después subió a su caballo y continuó la marcha sin volver a mirar a esa doncella que no tuvo reparos en desdeñarle cuando era un don nadie.
Me encantó ese final. Que Jan se uniese al ejército porque le diesen calabazas no me parece la mejor manera de sobrellevar la situación, pero me ganó cuando siguió caminando. Si antes no era lo suficientemente bueno para ti, ahora que soy alguien, tú no lo eres para mí.
Ahí, dignidad, y, quién sabe, si un poco de venganza.
La leyenda colonesa de los Heinzelmännchen
La otra leyenda también tiene una estatua, se encuentra muy cerca de la catedral, y representa a una mujer y a los Heinzelmännchen.Hace mucho, mucho, tiempo en Colonia vivían los Heinzelmännchen, unos duendecillos que se ocupaban de hacer el trabajo de la ciudad. Por las noches, en secreto, mientras la gente aún dormía, los Heinzelmännchen se ocupaban de arar el trigo, ordeñar a las vacas, hornear el pan y limpiar las calles. Y así, con la llegada del día, los habitantes de la ciudad podían dedicarse a sus pasatiempos y divertimentos sin tener que preocuparse por los quehaceres cotidianos.
La mujer del sastre, que era muy curiosa, se había empeñado en ver a los duendes. Así que una noche dejó guisantes en el suelo, se quedó despierta esperando a que llegasen y cuando oyó a los duendes resbalar, corrió con una linterna a verlos. Los Heinzelmännchen se enfadaron tanto por haber sido descubierto que se marcharon de Colonia para no volver jamás. Y desde entonces, los pobres habitantes de la ciudad tienen que encargarse de hacer todo el trabajo que los duendes les quitaban.
Al lado de la catedral hay una fuente con unas estatuas de estos duendecillos y la mujer del sastre, que, con una linterna, ilumina a los duendes que la miran desde abajo, cayéndose por las escaleras. Justo debajo hay una inscripción „Neugierig war des Schneiders Weib“, es decir, “curiosa era la mujer del sastre”.
Por cierto, ¿sabéis de dónde era esta señora, la culpable de que los coloneses tengan que trabajar? Por supuesto, de Düsseldorf, no podía ser de otra manera. El “odio” que se tiene en Colonia por la gente de esa ciudad es increíble. No encontrarás dentro de Colonia una sola señal con indicaciones para ir a Düsseldorf, ¿quién, en su sano juicio, va a querer ir allí?, y la cerveza típica de esta ciudad es un tabú. La rivalidad que tienen es enorme, no por nada Düsseldorf es la “verbotene Stadt”, la ciudad prohibida.
Espero que os hayan gustado estas leyendas colonesas.
Gracias Irene
Imagen principal obtenida de Unsplash.
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