Los objetos de plástico no sólo son un peligro cuando son abandonados en la naturaleza, sino también cuando son producidos ya que provienen de combustibles fósiles, y por tanto, contribuyen al calentamiento global.
La demanda crece
El plástico está en todos lados (envoltorios, bolsas, botellas, juguetes...) y se ha hecho imprescindible en la vida moderna. Constituye un fenómeno de indudable trascendencia debido al papel determinante que desempeña este material en el mejoramiento de las condiciones de la vida del hombre, la ciencia y la tecnología, no en vano, el consumo crece a un ritmo anual del 4%.
Los plásticos se han fabricado para satisfacer las demandas de una gran variedad de usos, dando lugar a una vasta industria que es de las más boyantes: a escala global se producen más de 288 millones de toneladas al año.
Pero en general, las personas tienen muy poco conocimiento sobre lo que es un plástico, cómo se obtiene, cuáles son los tipos de plástico y sus aplicaciones, y cuales son los procesos de transformación del mismo, así como de las graves consecuencias del mal uso del plástico que va desde la manera de obtención, hasta los procesos que se utilizan para reciclarlos, así como de la basura contaminante que genera (el mayor vertedero de plásticos del mundo está en el Pacífico norte y se estima que tiene un tamaño de 1.400.000 km²).
Las características moleculares (tipos de polímeros) del plástico contribuyen a que presenten una gran resistencia a la degradación ambiental y con mayor razón a la biodegradación. La radiación UV del sol es la única forma de degradación natural, destruyendo los enlaces poliméricos y tornándolo frágil y quebradizo, pero sus efectos son a muy largo plazo. El plástico se rompe en pequeñas partículas que duran miles de años en el planeta.
Si bien los plásticos podrían ser reutilizados o reciclados en su gran mayoría, lo cierto es que hoy estos desechos son un problema de difícil solución, fundamentalmente en las grandes ciudades. Es realmente una tarea costosa y compleja para los municipios encargados de la recolección y disposición final de los residuos ya que a la cantidad de envases se le debe sumar el volumen que representan.
Reemplazar el plástico
Pero sí que es posible reemplazar el plástico. Científicos en todo el mundo trabajan para desarrollar materiales menos dañinos para el medio ambiente que puedan ser una alternativa.
Un material candidato a sustituir al petróleo es el cáñamo, utilizable para todos los usos petroquímicos, pero que además es 100% biodegradable y altamente reciclable. Otra de las soluciones que se han planteado ante la acumulación de residuos plásticos ha sido la madera plástica.
Hay muchos y variados proyectos, que se encuentran en distintas fase de desarrollo, como el plástico "cultivado" a partir de hongos. La idea es sencilla: cultivar hongos, alimentándolos con los desechos de la agricultura (cáñamo, maíz...) y moldearlos para formar todo tipo de embalajes. Con ello se puede hacer desde pesados muebles hasta sensibles piezas electrónicas.
Según sus creadores tiene las mismas propiedades y el mismo nivel de protección que diferentes materiales plásticos, como el poliestireno expandido, polipropileno o poliuretano. Además, una vez usados, los embalajes biodegradables pueden reciclarse y servir de abono, e incluso convertirse en macetas de jardín.
Otra idea que se está llevando a cabo en los laboratorios es la mezcla de los componentes de la concha de camarón y las proteínas de la seda y combinarlos para crear en un diseño similar a la piel de los insectos
Esta mezcla parece ser que es más resistente que el plástico normal y puede adoptar cualquier forma. Además, si fuera arrojado en el campo, como ocurre muchas veces con el plástico, "desaparecerá rápidamente" e incluso servirá como fertilizante, porque para producirlo se usa mucho nitrógeno.
El desarrollo de este material se encuentra en las últimas fases de experimentación en laboratorio, y lo que falta ahora es que la industria tome estos resultados y trate de aplicarlos a mayor escala.
También se trabaja para producir una base química para el plástico a partir de algo tan simple como las patatas. En este caso se fermenta almidón para lograr alcohol y lo que obtienen al mismo tiempo es más proteína.
Con dos kilos de patatas se puede obtener una botella de etanol y además, un material parecido a copos de nieve al que llaman pulpa de la pared celular o membrana. Básicamente es una resina compuesta o composite que cuando se comprime a partir de calor y presión parece plástico. Si además se mezcla con fibras más largas, podría hacerse láminas para kayacs o tablas de windsurf. Estas fibras naturales vegetales pueden utilizarse para eso tan bien como la fibra de vidrio.
Es posible deshidratar etanol en etileno, que sirve como materia de base para hacer todo tipo de plásticos, como polietileno, por ejemplo, o policloruro de vinilo (PVC), por lo que si se hace con el etanol de las patatas, entonces tienes una forma de plástico renovable.
Hace tiempo que la ciencia investiga el uso de microorganismos para generar polímeros, compuestos químicos a partir de los cuales se pueden elaborar plásticos. Pero a diferencia de los polímeros que se sintentizan químicamente, los que resultan de microorganismos permiten fabricar plásticos naturales, biodegradables y biocompatibles. Y de hecho, ya algunos de estos materiales se utilizan en la industria farmacéutica y cosmética.
Lo que tienen en común todos estos proyectos es que sirven para crear productos útiles, que se pueden convertir en abono, y que están hechos con ingredientes baratos y sin combustibles fósiles. Sin embargo, la mayoría de estas ideas representan un desafío para el negocio del plástico.