Ourense parece esconderse profundo al abrigo del río Miño. Cuando descubres la ciudad bajo tus pies sientes el deseo de cruzar aquel puente de piedra que une ambas orillas desde hace más de mil años. Por eso la escogimos para comenzar nuestra aventura por el Camino de Santiago Sanabrés.
Es el imponente puente romano, punto de salida de la ciudad y de partida hacia uno de los tramos del Camino de Santiago Sanabrés más auténticos. Miras hacia arriba desde la profundidad del valle y comienzas a entender la dimensión de la cuesta que nos espera.
Subes a buen ritmo al estar más fresco durante esos primeros kilómetros de Camino de Santiago.
Tienes intacto el ánimo y la ilusión. Arriba a lo lejos la ermita de San Marcos da Costa nos aguarda con inimaginables vistas al meandro del Miño partiendo Ourense en dos mitades enfrentadas. No queda ya rastro del lejano puente romano en el horizonte, ahora buscamos el nuevo entre corredoiras que se abren paso entre centenarios bosques de carballos. Toda una delicia andar sobre su alfombrado piso de musgo, hierba y agua discurriendo bajo tus botas.
Tras doce kilómetros con la mirada casi siempre puesta hacia arriba, nos toca un descanso en Tamallancos. Un rincón donde el sol alivia nuestras espaldas mojadas mientras reímos en torno a una mesa colonizada por el aperitivo de la mañana.
Tras dar buena cuenta del almuerzo con el mejor de los apetitos, aún nos quedaba el último tramo por disfrutar. Nos los tomamos con más calma de lo habitual, recreándonos con las corredoiras que unían parroquias y aldeas en una interminable sucesión de escenas de la Galicia más rural.
Alargamos esa mañana hasta encontrar ese pequeño local de comidas caseras donde saben tratar a conocidos y viajeros por igual. Un cocido gallego selló el día como no podía ser de otro modo, con el aliciente añadido de un breve paseo hasta la pequeña pero acogedora aldea de Pazos donde ya teníamos previsto pasar la noche.
Desde Ourense hasta Pazos. (Camino de Santiago Sanabrés)
Photography by Woman To Santiago
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