Conmocionado por la trama decide enviar el proyecto a Paramount, que, sin embargo, rechaza la idea por considerarla demasiado feroz y polémica para la época. Hitchcock, entonces, lleva el proyecto a Shampley Production, su compañía de producción, comenzando a rodar en los Studios Revue, con una distribución aún dependiente de Paramount.
Así nació Psicosis, con poco presupuesto y 30 días para hacerla posible, utilizando el equipo de televisión de la serie “Alfred Hitchcock presenta” y gracias a la pluma del guionista Joseph Stefano. Y es gracias a este último, el estrecho contacto con las teorías freudianas, si tenemos el personaje de Norman tal y como se nos presenta.
El vouyerismo presente en Psicosis
Psicosis está hecha en blanco y negro en una época en la que Technicolor avanzaba rápidamente por una razón muy concreta, proporcionada por el propio Hitchcock, la sangre. Mostrar a color una escena clave que se ha vuelto emblemática, como la de la ducha, probablemente implicaría censura.
Además, es innegable cómo ese blanco y negro, aporta aún más a la atmósfera lúgubre que desea y debe alcanzar. Psicosis es una película técnicamente elegante y al mismo tiempo llena de subjetividad. Lo decimos porque Hitchcock decide filmar con varias cámaras al mismo tiempo y utilizando una lente de 50 mm, que permitirá al espectador convertirse en un mirón.
De hecho, el tema de espiar u observar a alguien desde lejos y entrar en la vida de los demás, es algo que ya se ve en Hitchcock, dominante en La Ventana Indiscreta. Psicosis abre con una mirada curiosa dentro de la habitación del hotel. El Maestro espía a dos jóvenes enamorados con la cámara, y nosotros, como él, nos convertimos en mirones.
Seguimos a lo largo de la historia lo que sucede en las profundidades de los personajes, hasta el clímax, a través de la mirada de Norman que escudriña a su víctima desde el agujero en la pared detrás de un cuadro, no cualquiera, sino una representación basada en Susanna de Willem van Mieris.
El asesinato de Marion por parte de la Madre de Norman
Filmada en una semana junto a Saul Bass, que a lo largo de los años ha intentado por todos los medios reclamar la escena como propia, se produce el asesinato de Marion. Acompañando el siniestro, la melodía de Bernard Herrmann que parecen una serie de gritos.
Esta secuencia no llega por casualidad, tenemos alrededor de un tercio de la película que prepara bien al espectador, hasta que alcanza su cúspide con el asesinato en la ducha. Nunca vemos que la hoja entre en la carne de la pobre Marion, pero en cualquier caso somos muy conscientes de lo que está pasando gracias al ritmo de esta escena.
Una nota curiosa es que, la parte final en la que se muestra a Marion tirada en el suelo se tuvo que filmar de nuevo ya que Alfred Hitchcock se percató que Janet Leigh tragaba y no había logrado el resultado deseado.
La doble personalidad de Norman Bates
Norman es un joven tímido, torpe, tartamudo, con una fuerte pasión por la taxidermia, dice que perdió a su padre siendo un niño y que vive con su madre la cual necesita cuidados, porque de vez en cuando pierde la cabeza. En realidad, la etiología del trastorno de Norman se encuentra en otra historia, luego proporcionada por el psiquiatra al final de la película.
Su personalidad está dividida, Norman y su madre viven en él, continuamente en conflicto. Se disfraza y habla como ella y, a veces, la mente de ella toma decisiones. Norman se siente atraído por Marion y la madre celosa tiene que actuar; esa mujer que vive en su inconsciente y que en la escena final, la mirada helada de Norman se funde con su cráneo, identificándose con ella.
El símbolo de esta doble personalidad lo encontramos en otro protagonista de Psicosis, el espejo , que aparece en la escena del encuentro con Sam, nos sigue en el camino al Motel, lo encontramos en las habitaciones del hotel y también en el dormitorio.