La noche se había quedado buena. El aire estaba fresco pero Maribel no sentía frío, entre el vino de la cena y los brazos de Gabriel rodeándola mientras paseaban por el frente marítimo casi sentía hasta un ligero calor recorriéndola desde los pies hasta la cabeza. Un sinfín de preguntas bullían en su cabeza desde que Eduardo les había preguntado ¿qué hay entre vosotros? Sencilla pregunta para la que no tenía respuesta.
¿Qué había entre ellos? ¿Qué pasaría cuando aterrizaran en Madrid? ¿Todo sería igual que en Londres o sus vidas volverían a la normalidad? se preguntaba Maribel mientras paseaban por la avenida de la playa. Eduardo y Peter caminaban delante de ellos. Ambos se habían percatado que ni Maribel ni Gabriel se habían planteado a dónde les llevaba aquella situación y disimuladamente se alejaron de ellos para regalarles algo de intimidad.
_¿Quieres hablar?_ le preguntó Gabriel mientras paseaban, sabía que ella le estaba dando vueltas a la pregunta de Eduardo, tanto o más de lo que lo estaba haciendo él.
_No...no sé...la verdad, Gabi, estoy hecha un lío ¿y tú?_
_Yo sólo sé que quiero estar contigo, que esto no puede ser una simple coincidencia en un avión..._ dijo antes de besarla.
Ambos sabían que debían hablar. Aclarar lo que sentía cada uno pero aquel no era el momento. Sólo querían disfrutar del momento ya hablarían en el viaje de vuelta, el cual también hacían a la vez. Estaba claro que estaban destinados a encontrarse en aquel viaje. Ellos habían decidido subirse a lomos del destino y jugar su cartas, disfrutar de aquel encuentro, luego ya se vería lo qué ocurriría.
Al despertar no recordaba donde estaba. Demasiados cambios de habitación en tan pocos días. Abrió lo ojos mientras olía el aroma afrutado del pelo de Maribel. No pudo evitar una sonrisa al verla acurrucada a su lado. Acarició su pelo corto y recorrió con el dedo índice el rostro de Maribel, que dormía plácidamente, no pudo evitar besarla y despertarla al ver como sus labios dibujaban una sonrisa al sentir su dedo recorriendo su rostro.
_Buenos días, dormilona_ dijo volviéndola a besar _siento haberte despertado_
_Buenos días, ¿qué hora es?_ preguntó mientras notaba los brazos de Gabriel rodeándola.
_No lo sé_ contestó estirando la mano y rebuscando sobre la mesa de noche su móvil _nueve y media_ dijo volviéndola a besar.
_Te recuerdo que no estamos solos..._
_Ni anoche..._comentó Gabriel.
El reloj no tiene piedad. A veces tenemos la impresión que las manecillas no andan.Miramos una y otra vez su esfera y los minutos parecen no pasar. El tiempo parece estancado, se ralentiza la hora para nuestra desesperación. Otras veces, sin embargo, el tiempo corre raudo y veloz, los minutos se nos escapan de las manos, haciéndonos desear que el tiempo pare para seguir disfrutando del momento. Justamente, esa era la sensación que tenían Maribel y Gabriel, los días se les habían ido en un abrir y cerrar de ojos. Sin apenas darse cuenta ya estaban en el aeropuerto.
_Buen viaje_ dijo Eduardo una vez más despidiéndose de ellos en la puerta del aeropuerto mientras Peter les saludaba con la mano desde el coche. _Tenme al corriente_ le susurró a su amiga al oído mientras le daba una fuerte y sincero abrazo _Nos vemos en Navidad_ dijo mientras regresaba al coche.
Maribel y Gabriel tiraron de sus maletas con una mano mientras su otra mano buscaba la del otro. Sus dedos se entrelazaban nerviosos de camino al mostrador de facturación. Esta vez no sería la casualidad o el destino quien los sentara juntos. Ellos habían pedido estar sentados uno junto al otro. Quizás ese sería el momento de hablar de ellos. De aclarar aquella relación que no sabían a dónde les llevaba.
Caminaron en silencio hasta la sala de embarque. Una vez más Maribel había pitado al pasar por el arco. Una impresionante mujer policía, alta y con músculos bien marcados, la hizo apartarse de la cola y ponerse con los brazos en cruz mientras ella comprobaba que no llevaba nada. Maribel se mantuvo en silencio, no era la primera vez que la cacheaban en aquel aeropuerto y la policía no atendía a explicaciones, así que se dejó cachear mientras Gabriel observaba la escena divertido.
_Si yo te digo lo que sospecha pita cuando paso por los arcos del aeropuerto no te lo vas a creer_
_¿Llevas algún piercing oculto que yo no haya visto? Claro que en estos días me hubiese enterado..._ comentó Gabriel pasándole un brazo por los hombros mientras caminaban hacia la puerta de embarque.
_Pues, no....eso ya lo sabes...es algo más simple, el aro del sujetador_ dijo Maribel haciendo explotar las carcajadas de Gabriel. _Ríete pero estoy por observar si hay muchas mujeres que pitan al pasar, a mí no se me ocurre ni plantearlo porque sólo faltaba que tuviera que quitarme el sujetador para pasar por el control de la policía_ bomeó.
_Bien pensado esos aritos pueden servir como armas dentro de un avión_ dijo Gabriel sin parar de reir.
_Ssshh...no lo digas tan alto o nos oirán y veremos en los carteles del aeropuerto que se prohibe volar con sujetadores con aro_
Veinte minutos más tarde subían al avión. Maribel se sentó junto a la ventanilla. Dejó su bolso a los pies de su asiento y Gabriel colocó las chaquetas de ambos y su mochila en el compartimiento para el equipaje. Maribel notaba un nudo en el estómago. Esta vez no era sólo su miedo a volar sino el miedo a no saber qué iba a ocurrir. Ni ella misma tenía las cosas claras. No quería alejarse de Gabriel pero no estaba dispuesta a pasar por lo mismo otra vez. No quería que un par de meses él se asustara por tener una relación seria y todo se acabara. También sabía que quien no arriesga no consigue lo que quiere pero no se veía con ánimos de volver a revivir el pasado. El avión comenzó a tomar pista y Maribel vio incrementado su nerviosismo. Gabriel le apretó con fuerza la mano mientras le dedicaba una amplia sonrisa.
_Enseguida estamos en casa_ comentó Gabriel para tranquilizarla.
_En casa_ repitió ella mientras notaba el cansancio acumulado de aquellos días.
Cerró los ojos mientras el avión despegaba y enseguida sintió que no podía abrirlos. Estaba agotada. Poco había dormido en los últimos días y sus ojos le pedían clemencia. Le costaba abrirlos y sin darse cuenta cayó en un profundo sueño mientras acomodaba su cabeza en el hombro de Gabriel.
_Maribel...ya estamos en Madrid, vamos a aterrizar ya..._ le dijo Gabriel antes de besarla para despertarla.
_¿Aterrizar? Pero....¿me he dormido?_
Maribel no salía de su asombro. Tenía la impresión que acababan de subir al avión y ya estaban en España. Era la primera vez que se dormía en un vuelo, el cansancio de estos días la había superado. Se colocó bien en su asiento aún medio adormilada. Volvió a sentir la calidez de la mano de Gabriel sobre la suya. Lo miró y le sonrió. No pudo reprimir el impulso de besarlo.
_¿Ya estás completamente despierta, dormilona?_ preguntó Gabriel tras devolverle el beso.
_Más o menos, ¿por qué me has dejado dormir?_
_Estabas tan agusto que me daba pena despertarte, yo también he dado una cabezadita, claro que breve al lado de tu profundo sueño, la gente pasaba a ver quién roncaba_
_¡Qué gracioso!_ dijo Maribel _ ¿Estás de coña, no?_
Gabriel no pudo evitar la risa. La había hecho dudar. Maribel volvió a tensar su cuerpo al notar que el avión empezaba la maniobra de aterrizaje. Miró por la ventanilla. A sus pies Madrid les abría los brazos. Las luces de la ciudad brillaban en la oscuridad de la noche dándoles la bienvenida. Londres había quedado atrás, casi tres horas de vuelo los alejaban de la ciudad del Támesis. Una vez más notó la calidez de la mano de Gabriel sobre la de ella. Sus dedos se entrelazaron. Maribel lo miró, él le sonreía. Le devolvió la sonrisa y jugueteó con sus dedos.
_Está claro que calmas mis nervios por volar, ésta es la primera vez que me duermo en un avión_
_Igual no te calmo sino que he ayudado a que estés cansada_ dijo en tono sarcástico.
_También_ dijo sonrojándose _ igual es una mezcla de ambas cosas_ comentó Maribel mientras notaba que el avión tomaba tierra.
El avión hizo un largo recorrido por las pistas de Barajas antes de aparcar junto a un finger. Maribel y Gabriel no se movieron, todo el mundo se levantaba de sus asientos, cogía sus cosas apresurándose a coger sitio en el pasillo para salir del avión. En menos de dos minutos el pasillo estaba colapsado por los pasajeros que esperaban la apertura de puertas. Maribel y Gabriel prefirieron esperar. Siguieron sentados en sus asientos agarrados de la mano y así siguieron hasta que el pasillo comenzó a despejarse. Maribel recogió su bolso tras ponerse la chaqueta que le había dado Gabriel. Salieron por el pasillo uno detrás del otro. Al llegar al finger Gabriel la tomó de la mano y recorrieron todo el camino hasta la cinta de equipaje sin soltarse. Al poco de llegar a la cinta vieron salir sus maletas. Juntas. Gabriel cogió la maleta de Maribel y luego la de él.
_Bien...ya estamos en casa_ dijo Maribel respirando profundamente.
_Sí, ¿te vienen a buscar?_
_No, me voy en el metro,¿y tú?_ preguntó con la esperanza de tenerlo con ella en el viaje en metro.
_Tengo el coche en el parking, ¿te llevo a casa?_
Elva Marmed