En 2012, Besson anunciaba la intención de llevar a cabo la adaptación a la gran pantalla de los cómics Valérian y Laureline, creada por el guionista Pierre Christin y el dibujante Jean-Claude Mézières que fue publicada entre 1967 y 2010. Sin embargo, no fue hasta 2015 cuando el cineasta francés anunció oficialmente que el proyecto cinematográfico arrancaba definitivamente con la escritura del guión por parte de él mismo, que ha ejercido también como co-productor junto a su esposa Virginie Besson-Silla.
Muchos directores son ampliamente conocidos por alguna obra concreta. Luc Besson es reconocido por León, el profesional y El quinto elemento, aunque su larga carrera como cineasta es bastante amplia, también destaca como productor y guionista. Facetas artísticas en las que nos ha ofrecido más de sesenta títulos, entre ellos la saga Transporter con Jason Statham como protagonista en las tres primeras entregas.
Veinte años han pasado desde el estreno de El quinto elemento, aunque su regreso a la ciencia ficción se produjo en 2014 con Lucy, película interpretada por Scarlett Johansson, ha sido Valerian y la ciudad de los mil planetas la que supone el regreso al famoso universo operístico de El quinto elemento pero multiplicado por mil.
En el siglo XXVIII, Valerian y Laureline son un equipo de agentes espaciales encargados de mantener el orden en todos los territorios humanos. Bajo la asignación del Ministro de Defensa, se embarcan en una misión hacia la asombrosa ciudad de Alpha, una metrópolis en constante expansión, donde especies de todo el universo han convergido durante siglos para compartir conocimientos, inteligencia y culturas. Pero hay un misterio en el centro de Alpha, una fuerza oscura amenaza la paz en la Ciudad de los Mil Planetas. Valerian y Laureline deben luchar para identificar la amenaza y salvaguardar el futuro, no sólo el Alfa, sino del universo.
La película nos pone en situación de forma inteligente mediante unos créditos iniciales que resumen a la perfección una cronología temporal de casi medio milenio y que sirven para conocer la creación de Alpha sin demasiados rodeos. Pasado el preámbulo inicial nos presentan a los dos verdaderos protagonistas de la película en una única secuencia, también muy bien resumida. Aunque los pormenores de esta peculiar y enamoradiza pareja de agentes los iremos conociendo conforme avance la historia.
Valerian cuenta con un resultado impecable en efectos visuales, principalmente, creados por ILM (Industrial Light & Magic), compañía fundada por George Lucas y, actualmente, propiedad de Disney, la película te puede gustar más o te puede gustar menos, pero a nivel visual, ésta resulta impecable. La imaginería y amplitud del universo creado para la ocasión, incluyendo todas sus razas, es el punto fuerte de la película. Dicha parte visual está claramente influenciada por la saga Star Wars, pero guarda cierta personalidad propia en el histrionismo estético que caracteriza a Besson, que ha cuidado el diseño de producción de manera bastante notable para ofrecer al espectador un sinfín de personajes y escenarios lo suficientemente atractivos al ojo humano.
Un factor a tener en cuenta, es que el mundo del cine y de los videojuegos han convergido fuertemente en la última década. Valerian tiene mucho en común con las secuencias CGI de los videojuegos y sus texturas, sobre todo en el planeta de los Pearls, algo que puede no agrade a todo el público, aunque la integración entre lo digital y lo poco artesanal que hay en el film, es bastante creible.
En cuanto a la fidelidad argumental entre la película y los cómics la desconozco. La visual, es bastante reconocible viendo algunas viñetas, pero Besson ha apostado por un diseño algo más personal, más estilizado y moderno, frente a la sencillez del cómic. En la película todo está diseñado acorde con las producciones actuales, aunque no pierde en ningún momento ese aire retrofuturista que le ha caracterizado como cineasta y que, en ciertos momentos, nos recordará a su gran obra El quinto elemento, a pesar de la diferencia tecnológica, dentro y fuera del film.
Hay críticas que ya catalogan a la película como la ganadora de los próximos Razzies, pues no sé yo, entonces qué harán con otras películas que han pasado o pasarán por la cartelera este mismo año. Es cierto que la historia no es innovadora en absoluto y que tira de mcguffin durante todo el metraje. Pero, personalmente, sin llegar a ser una montaña rusa de emociones, me ha entretenido bastante en una calurosa tarde de verano. No alcanza momentos de auténtico clímax y epicidad, pero tampoco aburre.
Más que su pecaminosa originalidad argumental, el punto negativo para mí, es que la historia avanza por bloques independientes atados levemente por su hilo argumental en torno al peligro que amenaza la ciudad de Alpha con su destrucción. En ningún momento se abandona el hilo argumental, pero se plantea una situación/misión/problema, para acto seguido ofrecer al espectador una espectacular secuencia de acción en la que que, en el buen sentido de la palabra, emborrachan la pantalla de efectos visuales.
Lo bueno de esa embriaguez, es que en el 90% de esas secuencias se mantiene un firme pulso fílmico sin marear al espectador, aunque todas sus soluciones en éstas, van a favor del lucimiento visual. Y con tanto avance tecnológico que destila el film, la dificultad para resolver la situación dentro del guión es prácticamente nula. Pero no hay que olvidar que esto es un blockbuster en toda regla, por mucho que la califiquemos de space-opera, debido en gran parte a su variedad artística visual, Besson apuesta por el espectáculo puro y duro.
La pareja de actores principales, Dane DeHaan (Chronicle) y Cara Delevingne (Escuadrón suicida) desempeñan su papel con bastante credibilidad en una típica relación amor-odio, que fuera del simple hilo argumental a seguir por el espectador, entre escena y escena de acción la película se impregna con una historia romántica entre ambos, que por suerte no desentona en el conjunto ni es demasiado ñoña.
La banda sonora de Alexandre Desplat, compositor de films como The Imitation Game, El curioso caso de Benjamin Button o Argo, ha compuesto una banda sonora en la que destacan las canciones de notas enigmáticas, que se reduce al main theme y pocos temas más. El resto del score, es poco carismático para escucharlo fuera del contexto de la película. Dentro del film otorga la intensidad necesaria en la mayoría de las escenas, aunque no tanto en la parte emotiva.
Así que no el conjunto tiene un aprobado alto en su apartado visual, aunque no hay demasiadas cosas artesanales, le reconozco el mérito a toda la parte de diseño. Por sacar una pega a la barroca pieza operística perpetrada por el bueno de Besson, como ya he dicho, es la pronta solución de las situaciones que siempre van a favor del espectáculo antes que de la propia historia. Pero Valerian cumple perfectamente como entretenimiento veraniego, siempre y cuando no vayas a verla con altas expectativas y añoranza por los efectos especiales artesanales.