Después de que la primera etapa me dejara un sabor agridulce, amaneció un nuevo día para poder enfrentarme a una nueva etapa. La segunda etapa era la más temida por todos, ya que se trataba de la etapa maratón. Una etapa de pura montaña con 140 kilómetros y 2.500m de desnivel.
En la primera etapa, a partir del kilómetro 80, mis piernas comenzaron a sufrir calambres, la cabeza empezó a darme vueltas y no dejaba de preguntarme por la razón de esos calambres. Pensaba que podía deberse a una mala hidratación, a que quizá no había comido lo suficiente, al calor... No lo sabía, pero era consciente de que la segunda etapa era la etapa maratón, y esos calambres me asustaban. Con estas preocupaciones en en mente, dio comienzo mi participación en la segunda etapa.
El día comenzó a las seis de la mañana para todos los titanes. A partir de ahí, tienes dos horas para preparar la bolsa, desayunar, recoger la ración de agua que te corresponde y embadurnarte de crema protectora solar. Esto último es muy importante. Teníamos por delante muchas horas de pedales y la crema solar era fundamental.
Un poco antes de las ocho de la mañana ya estábamos preparados en el arco de salida. Miras a tu alrededor y se nota en las caras de los ciclistas que todos saben que va a ser una jornada dura. Una etapa de pura montaña con mucho desnivel y muchos kilómetros. En esta segunda etapa, conocida como etapa maratón, teníamos que cargar con la ropa del día siguiente, el saco de dormir, la esterilla y la comida para la tercera etapa, ya que al finalizar esta jornada no había ninguna asistencia, y todos dormíamos en una haima común. Tú mismo te tienes que reparar la bici, motivo por el cual es tan importante cuidar la mecánica. Una avería te puede mandar para casa.
Nosotros, que ya teníamos algo de experiencia en lo que supone cargar con una mochila a la espalda y montado en la bici, decidimos llevar un portabultos, de los que se enganchan en la tija del sillín, y acertamos de pleno. Los demás ciclistas nos miraban entre asombrados y vacilones, pero después de las primeras tres horas, muchos nos lo hubiesen cambiado con gusto. La espalda ya sufre con la mochila de hidratación, como para cargarla con unos kilos de más.
De repente, música a tope y comienza la etapa reina de la Titan Desert 2014. Por delante, 140 km, 2.500m de desnivel positivo y una jornada muy larga y variada por pistas irregulares y pedregosas de montaña, que te impedían llevar un buen pedaleo. Los paisajes eran muy bonitos, de alta montaña. La etapa se dividía en dos grandes zonas montañosas, una al principio con zonas de subida largas, y otra al final con rampas cortas pero muy duras. La clave estuvo en el kilómetro 100, cuando nos tocó atravesar el espectacular cañón de Bourredine. Un paso impresionante de unos 7 km de longitud, totalmente desértico y pedregoso, y que el calor hizo que se pareciera a una caldera. Salir de ahí nos costó un triunfo. En la salida del gran cañón se encontraba el último avituallamiento y también las exigentes rampas para llegar al campamento de Gourrama, y poder así dar por terminada, la que para muchos ha sido, organización incluida, la etapa más dura de la historia de la Titan Desert, y la culpable de que muchos participantes abandonaran.
Terminar esta etapa era, para mí, un paso importante para poder terminar la Titan Desert. El resto del día es para, comer, hacer algunos estiramientos, limpiar y engrasar la bicicleta y descansar, que al día siguiente teníamos otro día de dureza extrema con la etapa más larga de la historia de esta prueba.
Segunda etapa de la Titan Desert de ENLACIMA en Vimeo.
Y sigo contándoos mis aventuras y desventuras en esta impresionante carrera.