Rupit es la cabeza del municipio de Rupit y Pruit, formado en 1978 para reunir los dos pueblos cuyo declive demográfico no justificaba la existencia de dos administraciones independientes. Pruit, de menor tamaño, tiene un hábitat muy disperso, con numerosas masías y sin un núcleo urbano definido.
Hay que destacar que la normativa de la Unión Europea respecto a los contratos de concesión de la explotación agraria y la distribución de ayudas a la agricultura es incompatible con el régimen de alquiler tradicional catalán, lo que ha comportado el abandono de numerosas masías o su reconversión en residencias secundarias para veraneantes urbanitas.
¿Qué ver en Rupit?
Rupit vivió una época de esplendor hacia el siglo XVII en que la industria de transformación de la lana llegó a contar con 38 talleres en la población. La desaparición de esta actividad, incapaz de afrontar la competencia de los grandes centros fabriles del cinturón barcelonés, hundió a la población en una decadencia que el abandono de las masías a partir del siglo XX no ha hecho más que agravar. En la actualidad, el turismo estival y el fin de semana han estabilizado la población de Rupit.
El visitante dejar el coche aparcado en el exterior del pueblo y acceder al mismo cruzando el puente colgante, a 20 metros de altura, sobre la riera de Rupit.
Las calles son empinadas, ascienden penosamente hacia el punto culminante del pueblo donde se hallan las ruinas del castillo. Desde allí se disfruta de una maravillosa vista, no solo sobre el casco urbano, sino sobre el altiplano de Collsacabra y los sistemas montañosos circundantes. Las calles del pueblo, como se ha indicado, son estrechas y empinadas.
El carácter turístico de Rupit ha impulsado los vecinos a decorarlas calles, balcones y ventanas con flores multicolores a imitación de los pueblos floridos que salpican la geografía francesa.
El nombre de Rupit deriva del latín rupes, piedra. Hay un aforismo que dice que a Rupit no se llega ni por tierra ni por mar, sino por piedra. En efecto, muchas de las viviendas, cuya edificación se remonta a los siglos XVI y XVII, están construidas con piedra local, lo que hace que desde lejos la población se funda armoniosamente en el paisaje. Muchas de ellas tienen hermosas ventanas góticas geminadas y arcos dovelados en la entrada con la fecha de construcción del edificio grabada en la piedra a modo de blasón.
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La belleza de alguna de estas viviendas, concretamente la llamada de la Ferrería, en la calle del Fossar, llevo a los arquitectos catalanes Francesc Folguera y Ramón Raventós a reproducirla en el Pueblo Español de Barcelona, el recinto donde, con motivo de la Exposición Universal de 1929, se recreó una antología de la mejor arquitectura de los pueblos de toda España. Tanto es así que muchos turistas y veraneantes descubrieron Rupit a raíz de una visita al Pueblo Español, dónde quedaron prendados del encanto del edificio allí reproducido.
La calle más hermosa de Rupit, y probablemente una de las más fotografiadas de Cataluña, es la del Fossar, en cuyo extremo se alza una cruz con la fecha de 1641.
La iglesia parroquial de San Miguel, del siglo XVIII, es de un estilo que combina el tardobarroco con el neoclasicismo, pero el término cuenta con algunas iglesias más antiguas, como la bellísima de Sant Joan de Fábregas, románica del siglo X, con tres ábsides en hoja de trébol. Está situada a unos 4 kilómetros del núcleo urbano y desde ella se disfruta de una vista extraordinaria sobre el altiplano de Collsacabra y el macizo de las Guilleries.
Otra bonita iglesia es la pequeña capilla de Santa Magdalena, del siglo XVII, situada al otro lado del río y desde donde se tiene una hermosa panorámica del pueblo.
La masía catalana
Se conoce como masía un tipo de construcción rural desde la que se explota y administra una propiedad agrícola. Se trata de edificios de dos o tres plantas, con tejado a dos aguas. En la planta baja suele haber una gran cocina y diferentes dependencias de uso agrícola, cómo establos; en la primera planta está el Salón Noble, alrededor del cual se distribuyen los dormitorios; la tercera sirve de almacén de productos agrícolas.
Las masillas constituían una unidad de producción autosuficiente y los derechos sobre ella, tanto de propiedad como de explotación, se transmitían de los padres al hereu, el primogénito de la familia.
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