También encontramos magnifícamente documentada Barcelona durante la Exposición Universal: no sólo sus calles y rincones populares, si no los pabellones y las distintas maravillas instaladas en la ciudad: un globo aerostático anclado a tierra, una montaña rusa, automátas... podéis consultar en páginas como Wikipedia, pero queda claro que el autor ha ido más allá en su documentación, exponiendo de un modo ameno un montón de datos sobre la ciudad, por lo que puede agradar sin dudar a un amplio abanico de público, incluso a los amantes de la novela histórica con la aparición de personajes históricos, como científicos o políticos, entre otros.
Aunque la imaginación en la creación de automátas que parecen tener vida propia o el funesto carruaje negro delatan que nos encontramos ante una novela, sobre todo, de ciencia ficción y steampunk, pero sin llegar a resultar excesivo: forman parte de la trama pero conjugan perfectamente con la parte histórica de la novela, por lo que el lector tendrá entre sus manos un cóctel perfecto de emociones, intriga, acción, rigor histórico e imaginación desbordante.
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Sinopsis: Exposición Universal de Barcelona, 1888. Isaac Peral, diseñador de un modelo de submarino revolucionario, acaba de sufrir un atentado en el Gran Hotel Internacional. El jefe de seguridad del pabellón de Estados Unidos y un par de relojeros catalanes desplazados desde París se verán envueltos en una trama de robos, asesinatos y extraños autómatas, además de la inquietante presencia de un carruaje negro que guarda un terrible misterio. Tras estos sucesos se esconde una conspiración que busca la destrucción de los cimientos de la Vieja Europa. La Ciudad Condal es el fantástico tablero de juego de esta novela de aventuras steampunk con guiños al folletín popular y a la literatura policíaca de Maurice Leblanc.