Coged vuestro teléfono móvil, entrad en vuestras redes sociales y exprimid toda la tecnología, porque es posible que después de ver un par de capítulos de esta serie empieces a aborrecerla.
Black Mirror pretende estrenar su tercera temporada este año, y yo he decidido tomarmelo con calma, que todos sabemos lo que pasa cuando nos gusta una serie y nos toca esperar mínimo una semana entre capítulo y capítulo. Acabo de terminar la primera temporada, y la verdad, podría decir que no he visto muchas cosas parecidas.
Nos tienen acostumbrados a series basadas en una sola historia, o de una historia evolutiva; en cualquier caso, siempre observamos un universo limitado (lo cual no digo que sea malo). En Black Mirror encontramos una pequeña historia en cada capítulo, independientes entre sí en cuanto argumento, pero que persiguen trasnmitir ideas similares. En un principio, es chocante. ¿Qué son, películas de una hora? Es cierto, poco difieren de esa idea. Pero puestas en conjunto comprendemos la lógica de hacer una serie de ellas. A parte del mensaje, en todas podemos encontrar universos oscuros y atópicos, pero a la vez tan cercanos a la realidad que uno siente que está viendo el futuro, incluso el presente próximo en algunos casos.
Y es que encontramos un guión tan bien desarrollado, premisas tan viables, unos personajes tan profundos...si es que está muy bien hecha, ¡malidta sea! Odio no poder sacarle las vísceras a una serie o película.
Volvamos al lío. Cada episodio está dividido en cuatro capítulos, que podrían entenderse como cuatro secuencias. En el primero nos presentan a los personajes y el problema que se les presenta. Este y el último capítulos son los centrales del episodio, no solo por ser el comienzo y final, sino porque dan todo el sentido que se busca transmitir. La forma de presentar a los personajes es sutil y acertada: sin decirte quienes son y en qué trabajan te van desvelando sus miedos, sus ambiciones, sus amores, los recuerdos a los que se agarran, a la vez que viven sus vidas, generalmente tristes o decaídas. Esta situación está muchas veces provocada por la sociedades descritas (las cuales en la hora de capítulo llegamos a entender perfectamente) y el desarrollo tecnológico con el que se han encontrado.
Por ejemplo, en el segundo capítulo encontramos una sociedad piramidal dividida en tres sectores: arriba están los privilegiados, poseen un trabajo y todos los lujos que deseen, teniendo en cuenta que incluso la comida se presenta como un lujo. En medio están los trabajadores por así llamarlos, se dedican a pedalear, cuanto más tiempo pedaleen más dinero reciben; además están sometidos a la publicidad y a los productos creados por los privilegiados. Su única posibilidad de ascenso es presentándose a un concurso de talentos cuya entrada cuesta 15 millones de esas unidades de dinero de las que hablaba. Por último, están los que no aguantaron como trabajadores, los denominados cerdos, por su corpulencia dada la falta de ejercicio, tratados como esclavos y dedicados a los trabajos sucios.
No estoy aquí para dar clases de historia, pero esto me suena a las sociedades esclavistas y similares, muchas de las cuales persistieron hasta hace no mucho, si es que acaso no persisten aún. Y es esa posición entre pasado real y futuro posible lo que lo hace tan impactante, y en mi caso lo que me mantuvo durante los tres capítulos sentado derecho, con los ojos pegados a la pantalla.
En cuanto a los aspectos técnicos, ¿qué puedo decir? Las actuaciones son muy limpias, en ningún momento observamos gestos o acciones forzadas. Además podemos disfrutar de un reparto, guionistas y directores diferentes entre los capítulos, cada aportando sus matices y formas de expresión. Dicen que en la variedad está el gusto, y por lo menos en este caso se cumple sin lugar a dudas.
Podría hablaros de cada capítulo en concreto, del mensaje determinado que se busca transmitir, pero esta es una de esas ocasiones que lo que esperas es que con los argumentos expuestos, aquellos que no hayan visto la serie corran a verla. De lo otro ya hablaremos en otro momento.
@DieGozalo97
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