El terror es eso que, a veces, te devuelve la mirada desde el espejo.
Reseña: Siempre es un placer leer a Marina. Esta antología nos permite conocer diversas facetas del terror que ya encontramos en otros de sus trabajos, como Legado de Plumas o Canción de sal, el relato seleccionado en Insólitas de Les Editorial o el Premio Ripley.
Así pues, en relatos como Hermanas, texto que da inicio a la antología, encontramos el mejor exponente del título de la antología: el auténtico terror no lo generan los monstruos o seres de pesadilla, pues somos nosotros, los vecinos de un pueblo convertidos en turba enfurecida ante la falta de racionalidad, los que dan auténtico miedo.
También encontramos revisiones de relatos clásicos, como Barbazul o La niña roja, en el que el cuento de caperucita se acerca más que nunca a su forma original y Pequeña, la protagonista a la que llega su primera sangre debe enfrentarse al mundo adulto al que la expone su abuela, la matriarca. Nuevamente, el lobo aquí no es el peligro real.
Los lobos tienen gran importancia en esta colección de relatos. Si anteriormente los mencionaba en La niña roja, Hambre de luna nos lleva directamente a jugar una partida de Hombres lobo, clara inspiración de este relato. Aprovecho para recomendar Duerme pueblo, una novela gráfica de Xulia Tamarit y Núria Vicente pues sigue este concepto de partida al famosísimo juego de mesa y le dan una vuelta de tuerca. El siguiente relato también nos lleva al lobo; Y ella volvió nos presenta a una niña a la que todos odian sin motivo aparente. Ese rencor, ese pueblo que permanece aletargado hasta que la chispa estalla y finalmente, el conflicto surge con enorme fuerza.
En tonos pastel es probablemente de los relatos que más angustia me ha dado. Puede que la protagonista no sea la hija que siempre quiso su madre, pero en esta fiesta de cumpleaños tratará que todo sea perfecto, tanto su vestido como su familia, que han de ser el modelo de auténtica corrección que se espera de ellos. Acto seguido entra con fuerza el relato Dientes largos, toda una sorpresa en la colección. Marina explora el bizarro y sale muy bien parada de este relato violento e incómodo.
Ouija es de esos relatos que consiguieron darme la vuelta de una manera que sinceramente no esperaba, no así Ángel, tal vez porque los experimentos del ejército que se llevan a cabo en este relato no me parecieron especialmente innovadores o angustiosos después del subidón de los relatos anteriores.
Hambre me dio la misma sensación. Un internado en el que los alumnos saben que algo les acecha por las noches y solo esperan no ser los siguientes puede que me recordara a La casa de la muerte de Sarah Pinborough, en el que el protagonista sabe que hay algo que está mal y solo desean que no les toque a ellos o a sus amigos.
Pero la traca final de la antología llega en los últimos tres relatos. Así sonrie el diablo nos trae a la Marina que disfruta escribiendo fantasía al más puro estilo grimdark en el que una noche de bodas no acaba como uno esperaría. O Los que no tienen nombre, un mundo en el que las sirenas exigen sacrificios vivos para navegar por sus mares. Al principio este relato se me hizo algo parecido a Hambre, pero pronto hace un giro de argumento que deja un buen sabor de boca.
Y por último, la otra gran sorpresa de la antología. La chica de la nevera, una manera genial de novelizar el tropo machista en ficción con una historia dolorosa que nos invita a reflexionar sobre el uso de los personajes femeninos en novelas, cómics o videojuegos. Más información: Todas Gamers o este artículo de Yorokobu.
En resumen: Una colección de relatos que nos permite conocer los monstruos que habitan en el interior de Marina, a los que permite salir a jugar con los lectores a través de sus escritos. Puntuación: 4/5.
Consíguelo en la web de Hela editorial.