Nunca me han gustado los concursos de la tele, salvo uno o dos contados. Ni las ecuaciones, ni el esmalte rosa, ni los coches morados. No me gustan las libretas cuadriculadas, ni las muñecas de porcelana, ni los marcos de fotos plateados. No creo en la gente que siempre está de buen humor, ni en la que no te sujeta la puerta del patio, ni en la que se mete con tu música favorita, ni en la que juzga sin tener ni idea. No creo en los rayos UVA ni en los vaqueros con rodilleras. No creo en las blogueras que solo comparten sus secretos cuando ven que otra los desvela.
Pero creo en la gente auténtica, en la que no tiene miedo a ser original o a patinar tratando de hacer lo que le gusta. Creo en las personas que se caen mil veces pero que, desde el suelo, ya están pensando en cómo hacer para volver a intentarlo. Creo en la gente que te reta, que te crispa lo justo para hacerte sacar carácter y defender tu punto de vista. Creo en los que defienden lo que creen justo, a pesar de dejar de caer tan bien como quien siempre calla. Creo en la gente que grita de vez en cuando. En la que prefiere gastar dinero en cenas antes que en ropa. En la que recomienda series. En la que comparte contigo cultura de mierda, como vídeos sórdidos de Youtube. En la que está más cerca que nadie aunque no esté a tu lado. En la que no teme ser sincera y abrirte los ojos por tu bien.
Creo en “I don’t wanna miss a thing” de Aerosmith, creo en Xoel López, creo en La La Land. Creo en mandar mensajes absurdos solo para hacer reír a alguien. Creo en nuestra generación, aunque no tengan mucha fe en nosotros. Creo que la mejor red social es una mesa compartida pero también creo que las redes sociales te acercan a gente maravillosa. Creo en nosotros, lo prometo. Creo de verdad que podemos ser invencibles.
Creo en el poder curativo de un concierto. Creo en la capacidad de las personas para empezar de cero, de moverse si es que no son felices haciendo lo que hacen, de perseguir sus ilusiones, de sacar tiempo para regalar a quienes quieren. Creo en las amigas y en las hermanas como solución ante cualquier comida de cabeza. Y en los abrazos maternos como refugio ante ataques nucleares. Y en las noches de sushi. Y en el helado de tarta de queso.
Y en Mónica y Chandler.
Creo en ti. Creo en tu arte como forma de vida. Creo en tu forma de capturar momentos. Creo en tus letras. Creo en tu mirada. Creo en ti como inspiración. Creo en todas las personas que me llevaron hasta ti. Creo en “Say what you want” de Texas, en los trenes, en los cafés solos, en los videojuegos, en cruzar fronteras hasta caminando, mientras sea juntos. Creo en los peajes, mientras sean contigo.
Y en que lo más bonito de la vida se encuentra en los caminos más insospechados.
Y siento que desde que creo en nosotros, soy más feliz.
Así que me quedo así.
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