Si es que por favor, ¡yo no tengo perdón! Llevo un montón de años viviendo en Berlín y nunca me había pasado por aquí. Estoy hablando de Sanssouci, situado en Potsdam (Brandeburgo) y famoso por ser un complejo espectacular tanto de jardines como de palacios al más puro estilo prusiano. El palacio principal que podéis ver en la foto de abajo, era la residencia oficial de verano del Rey Federico II el Grande (1747). Todo un precursor en eso que hoy en día llamamos "slow life", porque precisamente "Sanssouci" es un término francés que significa "despreocupación". Al parecer algo muy importante para él, porque era justo aquí donde pasaba largas temporadas totalmente despreocupado y desconectado de Berlín.
El día que lo visitamos hacía un tiempo estupendo y por eso, nos dedicamos a pasear por sus bosques y jardines, haciendo hincapié en todas sus esculturas y pabellones. Me queda pendiente hacerle otra visita, para descubrir los interiores de sus palacios al detalle. Pero la verdad es que estoy bastante satisfecha con lo que ya tengo visto, que por cierto es tan bonito como si hubiese sido hecho por puro capricho. De ahí que le digan rococó federiano, un término que se acuñó a este estilo barroco tan particular que decidió adoptar este rey prusiano. Los colores pastel de los edificios, entre los que predominan el verde y el amarillo, no podían combinar mejor con la vegetación. Si os pasáis por allí, no olvidéis visitar las antiguas termas romanas, el templo de la amistad o el palacio Charlottenhof. Tan solo algunos ejemplos de entre todas las maravillas que os esperan en este lugar, por el que se puede pasear totalmente gratis y en absoluta tranquilidad.
Pero sin duda, ¡lo que más me gustó fue el pabellón chino! Como sacado de un cuento, te sorprenderá encontrarlo de repente en mitad del bosque. De forma redonda y de color verde, en él no faltan los detalles dorados orientales. En su cúpula resalta una sombrilla típica china, sujetada por la mano de una estatua de lo más divina. ¿No os parece una maravilla? Y hablando de fascinación, no os imagináis el calor que hacía cuando lo visitamos y lo que nos costó encontrar una cafetería para refrescarnos. Para que no os ocurra lo mismo, señalad en vuestro mapa el Café Eden. Una cafetería de lo más singular, en la que han sustituido las sillas por hamacas o mantas. Os aseguro que allí podréis relajaros y disfrutar de un café helado, antes de volver a explorar lo que sea que os falte de vuestra aventura a través de este Patrimonio de la Humanidad.
Así que ya sabéis, esta visita es totalmente recomendable si os pasáis por Berlín y se os apetece desconectar alejados de la ciudad. Se trata de un paraíso natural, que os recomiendo visitar con buen tiempo porque vais a tener que caminar bastante y creo que verde y floreado, ¡luce aún más! No os parece increíble que no fuese hasta los años noventa y tras la reunificación alemana, cuando esta preciosidad fuera abierta al público, ¡así sin más! Y aún más increíble es que tan solo hace cien años que la familia imperial alemana lo dejó de frecuentar. Revolviéndose debe estar Federico, cuyo único propósito era tenerlo eternamente para sí mismo.
¿Qué me decís? ¿Habéis estado alguna vez en este conjunto de jardines y palacios? ¿Qué es lo que más os ha gustado?
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