EL PALACIO DE CATALINA
Lo visitamos la mañana completa de nuestro tercer día en San Petersburgo. La que fuera residencia de verano de los zares de Rusia, es un grandioso y deslumbrante edificio barroco de un kilómetro de longitud. En su exterior se alternan el azul, el blanco y el dorado entre muros, columnas, pilastras y atlantes. Rodeado por un inmenso parque de hermosos jardines y otras edificaciones singulares.
Su interior como podéis imaginar es también espectacular. Justo antes de entrar, al visitante se le proporcionan una especie de fundas para los zapatos con el objeto de no dañar los suelos del palacio. La visita comienza en la gran escalera blanca que divide las alas norte y sur.
Siguiendo el cordón dorado que guía al visitante y al mismo tiempo lo disuade de tocar nada, nos encontramos con el Comedor de los Cortesanos.
El Salón Dorado o Salón del Trono nos deja boquiabiertos. Diseñado por Rastrelli, estaba pensado para albergar las recepciones más importantes como bailes, cenas de gala y mascaradas. Tiene una superficie aproximada de 1.000 metros cuadrados y ocupa toda la anchura del palacio. Decorado con un sinfín de esbeltos espejos, marcos dorados, candelabros y un espectacular techo pintado.
Pasamos después al Comedor Formal Blanco, el comedor privado de la familia.
Las distintas salas se suceden, a cual más bonita…
Sin duda la joya del palacio y su sala más famosa es la Cámara de ámbar, que perteneció al rey prusiano Federico Guillermo y fue regalada a Pedro el Grande. Fue instalada en este lugar en 1755. Desgraciadamente no quedan más que algunos fragmentos originales, ya que fue expoliada en 1942. Aún tratándose de una reconstrucción del año 2003, resulta impresionante y de una belleza manifiesta. Aunque en todo el palacio se pueden hacer fotos, en esta sala está prohibido. A continuación se accede a la Sala de las pinturas, donde se pueden ver cuadros de diversos autores europeos de los siglos XVII y XVIII.
Nos vamos acercando al final de nuestra visita. El ala septentrional del palacio tiene un estilo diferente, más sobrio y menos suntuoso. El Comedor verde, diseñado por Cameron para el futuro emperador Pablo y su esposa, es un ejemplo de ello. Sus paredes de color pistacho están revestidas con figuras de estuco. Esta habitación resultó una de las más dañadas en el incendio de 1820, fue restaurada posteriormente bajo la dirección de Stasov.
Terminamos la visita bajando al piso inferior y atravesando un pasadizo donde se exponen una serie de fotografías antiguas, que muestran el estado en el que quedó el palacio tras el paso de los nazis y su posterior reconstrucción.
Seguimos nuestro itinerario dando un paseo por los hermosos jardines.
Cerca del lago visitamos el precioso pabellón del Pequeño Hermitage.
Su lujoso comedor llama la atención…
Posee un curioso mecanismo de elevadores en las mesas, con el que los criados podían servir platos y fuentes sin molestar a los comensales.
Vamos que… la privacidad en las fiestas y saraos estaba garantizada
Regresamos a San Petersburgo encantados de nuestra visita al Palacio de Catalina en Pushkin
Ese día comimos de maravilla en el restaurante Khochu Kharcho. Deliciosa comida georgiana, excelente relación calidad/precio, platos muy bien presentados, y el personal encantador y atento. Muy recomendable.
Por la tarde aún tuvimos tiempo de visitar la preciosa Catedral de San Nicolás de los Marinos
Para volver al Hermitage pincha sobre la matrioska roja.
Hermitage