¿Sabías que Mary Shelley escribió Frankenstein durante un verano que también fue tremendamente peculiar? Corría el año 1816 cuando la erupción del volcán Tambora, en Indonesia, bloqueó casi por completo la luz solar a causa de los gases y la ceniza. La temperatura bajó drásticamente y hubo nevadas en pleno junio, ¡fue, literalmente, un año sin verano! Durante estos meses tan raros, y como el frío no invitaba a hacer planes al aire libre, Mary Shelley y varios amigos suyos (entre ellos, Lord Byron) se refugiaron en una villa en Suiza y, en vez de salir a explorar los alrededores como tenían planeado, se retaron a escribir cada uno una historia de terror. Así fue como, con diecinueve añitos recién cumplidos, Mary Shelley escribió , una de las novelas más fascinantes que he leído.
Te cuento esto porque, aunque este verano no va a brillar por el frío, sí va a ser un verano raruno y, al menos para mí, muy pero que muy casero. Todavía no me atrevo a reservar viajes con demasiada antelación por temor a las cancelaciones, así que pretendo vivir estos meses al día, improvisando sobre la marcha excursiones, descubriendo mi ciudad y encerrándome entre las cuatro paredes de mi cuarto en busca de creatividad. Creo que este año nos toca ser un poco como Mary Shelley; tenemos que adaptarnos a las circunstancias y aprovechar para sonsacacarles el máximo jugo posible. Ya sabes, si la vida te da limones, haz limonada. Quién sabe, quizás surja un proyecto bonito, una idea, una novela, una nueva afición.
Aunque, como he dicho, quiero ir sobre la marcha, nunca está de más hacer una lista orientativa de planes (ya sabes lo mucho que adoro las listas). Como todas las cosas que se me han ocurrido son bastante generales y adaptables a cualquiera, las dejo por aquí en forma de moodboard por si a alguien le resulta inspirador. Además, tener publicada en el blog esta pequeña colección de ideas también me va a servir de guía cuando me sienta perdida en un verano que pinta ser más eterno y pesado de lo habitual; nuestro "año sin verano" particular.
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¿Por qué no aprovechar el verano para salir a desayunar o merendar más habitualmente en cafeterías cuquis? Si vas acompañada de gente bonita y que te aporte, es posible que de una simple conversación surja una gran idea (y la cabeza funciona mejor con el estómago lleno, jajaja). Además, y en relación con este punto, también quiero aprovechar los meses de verano para conocer mejor mi ciudad. Zaragoza está bastante bonita últimamente; el río baja muy transparente, los árboles están súper frondosos y los atardeceres son preciosos. Los museos y las salas de exposiciones han vuelto a abrir y tengo ganas mil de explorarlos y, en general, de recorrer la ciudad en la que he vivido desde siempre con ojos de turista, perdiéndome entre callejas que no suelo transitar y descubriendo tiendecitas en las que nunca me ha dado por entrar.
Este verano también pretendo huir, aunque sea en forma de excursiones en el día o viajecillos cortos. La ciudad está bien, pero el aire limpio y el pausado ritmo del campo y la montaña están mejor. Por motivos obvios, no me atrevo a planear viajes a lo grande, pero sí me apetece ir de casa rural con amigas o improvisar con mi hermana un viajecito de varios días a alguna ciudad cercana. No importa demasiado adónde se vaya mientras la compañía sea buena
En cuanto a planes hogareños, este verano es el momento perfecto para poner a punto la casa. En concreto, quiero pintar mi habitación –quizás me anime también con el pasillo–, poner orden intensito en los armarios y los cajones y cambiar un poco la decoración de las paredes (enmarcar láminas, mover estanterías,...) Parecerá una tontería, pero me hace tremenda ilusión ponerlo todo patas arriba durante una semana o dos para intentar que el cuarto donde paso tantísimas horas al día quede lo más acogedor y bonito posible.
Siguiendo con cosas más o menos productivas, quiero aprender algo nuevo. Tengo bastantes ideas, me falta centrarme en una y, sobre todo, poner todo mi empeño en ser constante y no abandonar. Me gustaría mucho aprender papiroflexia, ganchillo, bordado, cerámica, encuadernación japonesa... o, en general, cualquier tipo de trabajo manual que sea creativo. ¡Qué difícil es elegir solo uno! Cocinar también es algo a lo que pretendo dedicar tiempo durante el verano. Siempre he sido muy simple a la hora de comer (fan de la premisa menos es más), y aunque me encanta la cocina de supervivencia tengo ganas de probar cosas nuevas y experimentar entre fogones.
Para terminar, espero que nunca me falten los libros ni las ganas de leer, ni las series o películas para ver. Estamos en verano, el calorazo atonta muchísimo y no tiene sentido intentar mantenerse activa todo el día. Los ratitos de desconexión son importantes... ¿y qué mejor que desconectar tumbándote en la cama o en el sofá con un buen libro entre las manos o viendo todas aquellas películas y series que siempre dejabas para otro momento por falta de tiempo?
Ahora te paso la pelota, ¿cuáles son tus planes para este verano tan extraño? Me encantará leerte en los comentarios.
¡Un abrazo!