Hoy tocaba madrugar más de lo normal. A las 06.30 sonaba el despertador, teníamos una hora para desayunar y prepararnos para ir al Elephant Retirement Park, un centro de elefantes rescatados de circos o lugares en los que fueron maltratados.
Sin duda os lo recomiendo 100x100. Informaos muy bien antes de ir al centro que elijáis porque hay muchos lugares para turistas donde te subes encima de los elefantes o donde les ves pintar o jugar al fútbol y eso, no es un centro de rescate.
Nosotros elegimos éste y nos pareció una experiencia inolvidable. La entrada fueron 60€ por persona (incluído el transporte desde el hotel, las fotos y la comida) y había dos horarios, uno por la mañana y otro por la tarde, nosotros fuimos por la mañana para poder aprovechar la tarde en otro sitio.
Nada más llegar a las instalaciones te regalan una camiseta y te dan una taquilla para poder guardar tus pertenencias. ¡Ya estamos listos para preparar la comida de los elefantes!
Lo siguiente que hicimos fue darles de comer. El más pequeño tenía 4 meses y el más mayor 30 años.
Después nos metimos en una charca para frotarles con el barro. ¡Madre mía cómo acabamos!
Lo último que hicimos con ellos fue meternos en otra charca con agua más limpia y frotarles con un cepillo para quitarles el barro. ¡No veáis lo felices que eran!
Cuando terminamos, nos dimos una ducha y nos dieron de comer.
A las 13.00 nos dejaron de vuelta en el hotel y aprovechamos a descansar un poco antes de volvernos a ir.
Por la tarde nos acercamos a Patong. Me pareció una ciudad asiática en toda regla, llena de luces, de tuctucs, de gente, de locales de ocio... Allí aprovechamos a hacer alguna compra en la calle Bangla.
Y para cenar fuimos al Hard Rock Café y nos comimos una hamburguesa que nos supo a gloria.
Fuente: este post proviene de Con N de Noemi, donde puedes consultar el contenido original.
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