KUROMON MARKET | AUTÉNTICA COMIDA JAPONESA
A Osaka llegamos poco después del mediodía, con lluvia y jet lag, así que aprovechamos la tarde para aclimatarnos y reconocer la zona. Al día siguiente nos levantamos con un objetivo claro: conocer el Mercado de Kuromon, para Marta Simonet el equivalente a Wembley, Maracaná o el Bernabéu. Por suerte, nuestro hotel se encontraba a apenas tres calles, así que llegamos a primera hora, cuando el ambiente es más especial. Nos zambullimos en los puestos de comida y chapoteamos entre yakitoris, atunes, salmones, fritos de todo tipo… Después volvimos para comer y fuimos picando de aquí para allá (unos pinchos de pollo, patas de cangrejo y gambas rebozadas, salmón en sashimi…) hasta poner la guinda con un bol de atún rojo y una sopa miso. El postre fue un helado de vainilla negro al que Marta echó el ojo nada más llegar. Sin duda, una de las mejores experiencias gastronómicas en una ciudad eminentemente foodie.
CASTILLO DE OSAKA | EL SEÑOR DE LOS CEREZOS
Después del Mercado de Kuromon nos dirigimos al Castillo de Osaka, que domina un gran parque de 2 kilómetros cuadrados en el centro de la ciudad. El castillo es una reconstrucción de la fortaleza levantada por Toyotomi Hideyoshi en 1583 y resulta imponente, pero no sentimos la necesidad de entrar a verlo. Nos dedicamos a pasear por el parque, responder a las preguntas de los escolares japoneses que realizaban encuestas para su clase de inglés -hay que decir que están muy verdes- y a pensar que, en primavera, los cientos de cerezos de los jardines Nishinomaru en flor tienen que ser un espectáculo insuperable.
AMERICA-MURA | LA CHISPA DE KANSAI
En seguida se convirtió en uno de nuestros rincones favoritos de Osaka. Es el epicentro de la cultura juvenil de Kansai. En sus calles, coronadas por neones, manga y diseños imposibles, nos encontramos todo tipo de tiendas de ropa usada, cafés, galerías de arte… El nombre del barrio proviene de los negocios que, hace más de 30 años, comenzaron a importar y vender productos americanos. Sentarte en Mitsu Park a observar el panorama es un entretenimiento en sí mismo. Yo vi ropa que no sabía que era posible. También hay espectáculos y mercados los fines de semana, y el ambiente es fantástico. Nosotros repetimos y volvimos a cenar por allí una noche.