Alvarez tuvo la difícil tarea de contentar al público amante de la obra original dirigida por Sam Raimi, film que es considerado una de las piezas clave y pilar del terror para toda una generación. En dificultosa empresa, el realizador no estuvo todo lo acertado que cabía esperar. Pero, a excepción del excesivo y cómico final que rompía con el tono restante del film, hay que reconocer que no le salió tan mal.
Han pasado la friolera de tres años para que Álvarez nos presente su segundo largometraje, una home invasion que trae por título Don’t Breathe, traducida como No respires en nuestro país, título que sirve de leitmotiv al film, que cabalga entre el thriller, el terror, las home invasion y el survival.
En una época en que el terror florece como los campos en primavera, muchas de esas flores nacen marchitas. De manera que, cuando un producto como No respires llega a las carteleras, es normal, flipamos. Sólo, que esta vez, hay motivos suficientes para ello, sin tener que entrar en comparaciones.
Unos jóvenes ladrones creen haber encontrado la oportunidad de cometer el robo perfecto. Su objetivo será un ciego solitario poseedor de millones de dólares ocultos. Pero tan pronto como entran en su casa serán conscientes de su error, pues se encontrarán atrapados y luchando por sobrevivir contra un psicópata con sus propios y temibles secretos.
Álvarez, además de dirigir, ha coescrito el guión junto a Rodo Sayagues, fiel colaborador en la corta filmografía del realizador. Es cierto que el guión no es excelente, y tiene algunos agujeros que se remiendan con frases de los personajes que justifican algunas situaciones, sin dejar demasiado sitio para cuestionar el porqué.
Sin embargo, la dirección es excelente por parte de Álvarez, al que no le tiembla el pulso lo más mínimo a la hora de predicar un discurso moral plagado de tensión que se acrecienta a medida que el círculo se estrecha y los protagonistas pasan de cazadores a cazados.
A estas alturas, home invasion las hemos visto de todos los colores. El punto de partida de No respires está bastante sobado dentro del género, y además repite elementos familiares para el aficionado. Así que al principio, No respires no dista demasiado de lo visto en otros productos de similar factura.
Sin muchos preámbulos, lo justo para presentar e intentar justificar los ilícitos motivos de las acciones cometidas por los tres personajes principales, el film va directo a lo que nos interesa. Pasados apenas 10 minutos de película, nos encontramos dentro de la casa del veterano invidente, que como no podía ser de otra forma, se convierte en un laberinto que solamente el anfitrión conoce perfectamente.
Con dos diferenciadas tramas la película sorprende muchísimo al espectador desconocedor de la segunda que se despliega como un mapa antiguo llegados al ecuador de la película.
Una segunda trama, de la que es imprescindible no conocer detalle alguno si se quiere disfrutar al máximo de la película. Dicha trama circula paralelamente en el segundo tramo del film, aunque termina por engullir la premisa inicial que pasa a un segundo plano hasta el desenlace.
Sin olvidar los escenarios muy bien decorados y con un aire destartalado muy creíble. La mínima banda sonora de Roque Baños, que consigue realzar la intensidad de las secuencias con sonidos crecientes sin tener que maquillar el conjunto con muchas melodías. Los silencios y el sonido ambiente juegan un papel importante en el film, dada su temática.
En el apartado actoral, hay que destacar al 50% del reparto. En primer lugar, creo que Stephen Lang (Avatar) borda el papel de veterano militar ciego. Un papel con ese aire de hombre duro que le vimos interpretar en el planeta Pandora.
Jane Levy, repite bajo el mandato de Álvarez después de interpretar a Mia en Posesión infernal. Su personaje, junto al de Lang, es el más evolutivo de la película y dotado de mucha más importancia en toda la segunda trama que evoluciona hacia el género survival.
Daniel Zovatto (It Follows) y Dylan Minnette (Let Me In) son personajes menos relevantes para el desarrollo de la historia. En cualquier caso, Dylan sería el que mayor reconocimiento obtiene en esa tesitura.
Como he dicho, mediante frases o diálogos de los personajes, el guión justifica muchos de los sucesos que se dan lugar en el film. Aunque, si nos ponemos a desgranar el film e intentar encontrar explicación como una persona invidente consigue realizar ciertos preparativos y acciones vinculados a la segunda trama, corremos el riesgo de hacer que lo mejor de la película se nos venga abajo y desmorone como un castillo de naipes.
Pero no estamos aquí para eso, No respires es una de esas películas en la que tenemos que entrar en el juego que nos proponen sus dos guionistas, haciéndolo así, el film funciona a la perfección.
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