Y ahora viene lo mejor de todo. Mientras pasaba la mopa por el pasillo, he mirado al techo y…”Santo Dios! Una telaraña!”
Pero en un acto de valentía impropio de mí, he cogido un viejo pañuelo estampado de a saberse qué año, y me lo he puesto en la cabeza. He subido a una silla, y con la mopa empapelada, la he quitado toda, sin salir perjudicada. En ese momento ha sido cuando me he visto en el espejo. “Menudas pintas…y luego digo que porqué no tengo novio con la de tías feas que sí que tienen…Si es que soy lo peor!”
Y nada, en lugar de arreglarme, aquí estoy, de cara al portátil, con el pañuelo todavía en la cabeza.
No sé. Lo de la telaraña me ha hecho pensar. ¿Por qué nos da miedo una gilipollez como que una telaraña nos caiga en la cabeza, con la de problemas diarios y retos que superamos sin siquiera despeinarnos?
Lo irracional del miedo. Son cosas que no tienen explicación. ¿Cómo es que me aterran las cucarachas pero soy capaz de subirme a un avión de Ryanair? ¿Nunca lo habéis pensado? Yo sí. Y también, por ejemplo, ¿por qué la gente le teme al amor pero en cambio, fuma? Que yo sepa, los cigarros han provocado muchas más muertes que los amores. O yo que sé. ¿Que por qué me dan miedo los lagartos? Pues no lo sé, será porque son más rápidos que yo y nunca sé por dónde van a salir. Hay muchas cosas. Un sinfín de cosas que nos dan miedo, como el miedo a ser diferentes o a estar solos, o el miedo al qué dirán. Y el miedo al cambio, otro de los grandes éxitos de los temores. Y el miedo a ser real. Y el miedo a enamorarse. Ése, ése sí que es chungo.
Pero…¿por qué soñamos con volar si le tenemos miedo a las alturas? ¿Por qué tememos tanto perder al arriesgar, si no tenemos nada en realidad?
Yo creo que todo lo que no podemos explicarnos a nosotros mismos, es lo que nos define.
Cuando le preguntas a alguien cómo es, cómo se define, la mayoría de gente te dirá lo que le gusta. Muchas personas suelen definirse por lo que leen, por lo que escuchan, por lo que ven. Te dirán que se consideran normales (EEEERROR, nadie es normal), tal vez simpáticos, majos, sinceros. Que son unos soñadores, te dirán otros. Que les gustaría viajar y trabajar en algo que les haga felices y no unos amargados.
Pero en realidad nada de eso es verdad. Eso no es cómo son, eso es simplemente cómo creen que deben ser para ser socialmente aceptados. Y todos diríamos lo mismo, básicamente. Pero esa información es irrelevante, estúpida y aburrida. Esto es como cuando Lisa cantaba “No conquistas nada, con una ensalada!”. ¿Quién quiere escuchar eso? Esto es como nuestras definiciones en Twitter o Instagram. Son brutales. Parecemos todos la leche, ultra ocupados y súper sabios, con mil dones que nos ha dado la vida y la genética, y con cero tiempo. Qué duros son nuestros tiempos.
Y conocer a alguien se hace cada vez más complicado. Supongo que por eso trato de cuidar mis amistades, porque si tuviera que hacer nuevos amigos en los círculos por los que a veces me muevo de postureo, creo que acabaría loca.
Porque antes que esas definiciones socialmente aceptadas en la actualidad, prefiero más. Veréis, antes que eso, prefiero un vacío que me demuestre que aún cabe algo que yo le pueda aportar. Prefiero escuchar una mirada, o una forma de agarrar una cerveza, o una forma de sentarse. Prefiero escuchar una sonrisa tímida que termina con una carcajada. Prefiero a alguien que me haga pensar antes que a alguien perfecto.
Y si conociera a alguien ahora mismo, a un alguien de esos que acaban siendo inolvidables, preferiría escuchar su silencio cuando se queda en blanco. Preferiría que me contara en qué piensa cuando se emboba mirando al cielo. Preferiría escuchar si le dan miedo las alturas o cómo se hizo esa cicatriz que lleva en la cara. O si de pequeño se partió la crisma aprendiendo a ir en bici. O si alguien le ha dicho ya que lo irracional es lo que compone las piezas de la vida.
Si conociera a alguien ahora mismo, preferiría que callara para dejarme adivinar a mí cómo es. Que me dejara repasarle cada arruga con mi escáner de vivencias. Que me dejara verle cantar. Que me dejara verle hacer el ridículo y luchar contra los bichos. Que me matara los monstruos, éso es lo que quiero.
Y que me dejara ver todo lo que no se puede explicar, por si algún día puedo llegar a explicárselo yo.
Cerrad los ojos y pensad en qué sentís en este preciso momento.
Éso.
Éso es cómo sois.
M.
Archivado en: Cosas que contar(os), Relatos Tagged: blog, cosas que contar(os), lachicadelosjueves, miedos, reflexiones, Relaciones