Pero la ciudad se distingue además por tener una importante cantidad de islas, tanto en su bahía como en sus costas, que ofrecen otra cara de la ciudad.
Algunas, como Alcatraz, son muy famosas; otras como Yerba Buena, no están en el radar de los viajeros, y otras simplemente no se pueden visitar.
En concreto, estamos hablando de Los Farallones, el lugar con el que empezamos nuestra serie dedicada a las islas prohibidas del mundo.
¿Dónde están Los Farallones?
En el Océano Pacífico, frente a las costas de Oakland y San Francisco, se encuentra el llamado Golfo de Los Farallones, cuyo límite es un grupo de pequeñas islas y rocas que en su conjunto son llamadas Los Farallones.Se encuentran a 48 kilómetros del Golden Gate, una distancia importante, pero que permite que sean visibles desde la ciudad en días despejados.
Inspiraron leyendas entre los habitantes nativos de California, que las llamaron las “Islas de los Muertos” y que no navegaban hacia ellas al creer que estaban habitadas por espíritus.
Cuando alguien moría, la ceremonia fúnebre incluía enviar el cuerpo envuelto en cañas de tule, para que llegara hasta ellas, donde su espíritu habitaría.
Un poco de historia
Las islas Farallones fueron visitadas por los primeros europeos que navegaron por la zona, se cree que fue el español Juan Cabrillo el primero en avistarlas en 1542, pero no fue hasta que Francis Drake desembarcó en 1579 que estamos seguros de que alguien las visitó.Drake cazó animales para alimentar a su tripulación.
El fraile Antonio de la Ascensión les dio el nombre por el cual las conocemos, los marineros las llamaban “Los dientes del Diablo” y evitaban navegar cerca de ellas por el peligro que representaban para sus embarcaciones.
Fue durante el siglo XIX que tuvieron una presencia humana constante, al ser visitadas por rusos e ingleses que buscaban las pieles de las focas que las habitaban, llevándolas prácticamente a la extinción.
Después las islas pasaron a manos de Estados Unidos, quienes construyeron un faro y comenzaron a llevarse los huevos de las numerosas aves marinas que ahí anidaba, también llevando a que las especies casi desaparecieran, e incluso iniciando un conflicto llamado “la guerra de los huevos”.
Desde 1909 esto quedó prohibido y Theodore Roosevelt firmó un decreto para protegerlas.
Un tiradero nuclear
Lamentablemente, esto no puso punto final a los ataques a la isla, y el siglo XX trajo consigo probablemente el peor de todos.Entre 1946 y 1970 más de 47,000 contenedores de desechos nucleares fueron tirados en el mar, cortesía de la Comisión de Energía Atómica.
Estas peligrosas sustancias venían en principio de los restos de las explosiones atómicas de la isla de Bikini, y luego de experimentos en otros lados.
No fue hasta que la Agencia de Protección Ambiental, aquella a la que Trump le ha recortado recursos importantes en su negación de la emergencia climática, intervino, que esto se detuvo.
Pero hasta hoy no hay estudios de que pasa con esos desechos y si representan un riesgo para los californianos o si en algún momento pueden escapar.
¿Por qué está prohibido visitarlas?
El riesgo nuclear no es la razón de la prohibición.Su lejanía de la costa las convierten en un lugar ideal para que la vida salvaje se desarrolle sin contacto con los humanos.
Esa fue justo la razón por la que las focas y las aves abundaban, lo que llevó a su caza.
Theodore Roosevelt comenzó, pero la protección de los Farallones de California se ha dado poco a poco, y finalmente, con éxito.
Con el paso del tiempo, la protección se fue incrementando, no sólo para abarcar más islas, sino todo el mar que las rodea.
Desde 1981 3,313 kilómetros de aguas forman el Santuario Nacional de Vida Marina del Golfo de los Farallones.
Hasta 1972, la isla estuvo habitada por los cuidadores del faro, pero en ese año el sistema se automatizó y los Farallones quedaron vacíos.
El daño que el humano hace, y como reservar lugares de la tierra para que la naturaleza es una de las mejores formas de conservar que da patente en este lugar.
Después de quedar extintas en la zona, hoy cinco especies de focas volvieron al lugar para hacerlo su hogar, y además ahí anidan 400 especies de aves, lo que lo convierte en uno de los santuarios con más biodiversidad de Estados Unidos.
¿Realmente no puedo ir?
Técnicamente, es posible estar en los Farallones, pero para eso debes formar parte del selecto grupo de científicos de Point Blue Conservation Science y de el U.S. Fish and Wildlife Service que hacen investigaciones en el lugar.Estos habitan en la Isla Farallón Sureste, por lo general son seis personas, y viven ahí por periodos de no más de dos meses.
Ningún otro humano puede entrar al lugar.
Sin embargo, si es posible conocer las islas de alguna forma, en una de las actividades de ecoturismo más interesantes de San Francisco.
La Greater Farallones Association, organiza actividades de voluntariado para ayudar a conservar el parque y compartir su riqueza, y aunque no te llevan directamente a las islas, si te dan la oportunidad de conocer su fauna, historia e involucrarte con ella.
Con menos tiempo, puedes tomar un tour de avistamiento de ballenas, donde podrás ver las islas desde un barco, siendo esto lo más cerca que podrás estar de ellas.
Podrás saber de un gran ejemplo de conservación, y tener una idea de como son una de las Islas Prohibidas del Mundo.