El comienzo de la expedición
La expedición Franklin fue iniciada como un proyecto de la armada británica, aunque se buscaban más cosas aparte del encontrar un camino en el noroeste del Ártico. Se quería hacer una completa investigación de la zona para hacer mapas del terreno. También se quería saber más sobre la flora y fauna que había en este remoto lugar. También se unían otros experimentos científicos como estudiar la meteorología, geología y el magnetismo. Como meta final, se quería establecer la soberanía británica en el norte del planeta.
No repararon en gastos para que los viajeros tuvieran éxito. Se aprovisionaron los barcos con modernos instrumentos de navegación y provisiones para sobrevivir mucho más de los tres años que se pensaba iba a durar el viaje. Los barcos habían sido reforzados para aguantar los embistes de glaciares y poder atravesar gruesas capas de hielo. Unos potentes motores de vapor aseguraba que no podían ser detenidos por nada. Por primera vez en la historia, se había instalado en ambos barcos una planta de para procesar el agua de mar y convertirla en agua potable. Se puede decir que en 1845 no había unos barcos tan bien equipados y modernos en todo el mundo.
En Mayo de ese mismo año hicieron su primera parada en Groenlandia antes de dirigirse a su misión. Algunos hombres que se habían puesto enfermos fueron enviados a casa y se volvieron a cargar más provisiones. Poco después partieron hacía el Ártico y fueron vistos por última vez por unos barcos balleneros el mes de Agosto cerca del paso que llevaba al norte. Ya no se supo más de ellos. En 1849 todavía no habían vuelto, y ya había pasado un año desde la fecha de regreso. Se empezaron a formar equipos de búsqueda para saber lo que les había pasado. En el camino se encontraron algunas evidencias de lo que había pasado.
La búsqueda de la expedición Franklin y algunas pistas encontradas
Uno de los equipos de búsqueda encontró en la isla Beechey varios instrumentos de medida y tres tumbas. Otro grupo se dirigió a la isla del Rey Guillermo y encontró un documento escrito donde se contaba algo de lo que les había pasado. El escrito decía que los dos barcos habían quedado atrapados en el hielo durante 19 mese y fueron abandonados en Abril de 1848. Eso eran tres meses antes de que se escribiera la nota. El documento también decía que Sir John Franklin había muerte en Junio de 1847. Unos cien oficiales partieron con la idea de llegar a Canadá y tierra firme. Por desgracia, ninguno de ellos lo consiguió. En los años siguientes se encontraron huesos humanos y equipamiento que llevaba el barco. La versión oficial es que habían muerto de hambre y exposición a los elementos.
Sin embargo, muchos se preguntaban como una expedición profesional y muy bien equipada pudo tener una muerte así. En 1980 un equipo de científicos y un profesor de antropología llamado Owen Beattie fueron a la isla de Beechey para investigar y analizar los cuerpos de los tres marineros enterrados. Querían saber lo que había pasado exactamente y lo que pudo causar su muerte. Lo que encontraron fueron tres cuerpos muy bien conservados y les hicieron la autopsia. Llegaron a la conclusión de que habían muerto de neumonía, aunque había indicios de que también tenían tuberculosis. Aparte de eso no parecía que tuvieran problemas de nutrición o heridas que pudiera haberles matado.
No contentos con los que habían averiguado, hicieron pruebas de toxicología de pelo, tejidos y hueso. Los resultados les sorprendieron. Encontraron en los tres marineros grandes cantidades de plomo. El nivel era mucho más alto de lo que un cuerpo humano puede resistir, lo cual era un claro signo de envenenamiento. Los síntomas suelen ser fallo de los órganos y pérdida de la capacidad cognitiva. El equipo científico decidió seguir investigando con otros restos que habían encontrado de la expedición. Los resultados fueron parecidos, encontrando grandes cantidades de plomo en huesos y tejidos.
Un misterio que todavía no esta claro
Se había descubierto que la tripulación había recibido altas dosis de plomo y que claramente estaban envenenados. Lo que todavía no estaba claro era porque casi toda la tripulación del Franklin abandonó ambas naves. Se piensa que la intoxicación por plomo pudo ser por las latas que contenían las provisiones de carne y vegetales. Los registros mostraban que ambos barcos tenían unas ocho mil latas almacenadas en sus bodegas. Investigando se descubrió que la compañía que enlató las provisiones se hizo a concurso y con muchas prisas. Se saltaron el control de calidad y la compañía usó materiales baratos para envasar las provisiones del Erebus y el Terror.
Aun con esta teoría de las latas tóxicas, la misma compañía había suministrado durante años al ejército británico y no había registros de envenenamientos. También había reportes de esquimales que habían entrado en contacto con la tripulación y vieron que estaban hambrientos. Algunos incluso habían recurrido al canibalismo. Esto años más tarde se pudo confirmar al encontrar marcas de dientes los huesos de algunos tripulantes. ¿Cómo podían haber muerto de hambre si tenían provisiones para mucho más de tres años? Se había calculado que las provisiones les podían durar hasta cinco años con el racionamiento correcto. Se sospechaba que algo más había pasado que no estaba tan claro.
La armada británica había estado haciendo expediciones al Ártico desde hacía muchos años. Sir John Franklin y otros miembros de la tripulación habían estado en varias de ellas. Por tanto, no eran unos novatos en viajes largos con temperaturas extremas. En todas estas expediciones siempre había bajas, pero nunca había sido tan devastador como el la expedición Franklin. Por este motivo, debía haber algo más en conjunto con los grandes niveles de plomo encontrados. Algunos investigadores se empezaron a centrar en los dos barcos. Un arquitecto llamado William Battersby encontró la diferencia que había entre el Erebus y el Terror con otros barcos de la armada británica.
Como se ha dicho, ambos barcos fueron preparados a conciencia para este importante viaje. Había sistemas para destilar agua potable usando agua salada. Esta agua no solo se podía beber, sino que se usaba para los motores de vapor y el sistema de calefacción del barco. Battersby pudo comprobar que los sistemas de tuberías del barco estaban hechos de plomo y soldados con plomo también. Por supuesto, mucos preguntaron que estas tuberías se habían usado en otras cosas y no había casos de envenenamientos. Sin embargo, en los barcos había factores que lo hacían algo diferente.
La teoría del plomo y la muerte por inanición
Según Battersby el agua destilada tiene más posibilidades que se filtre plomo. Si además la instalación de tuberías es nueva, hay más probabilidades de que esto ocurra. Si el agua esta caliente, aumenta la cantidad de plomo que puede llevar. Todas estas cosas aplicaban a los dos barcos. Esto dejaba un poco de lado las teorías de las latas de conserva, pero no explicaba el porque se habían muerto de hambre.
Se piensa que las latas que se usaron para guardar las provisiones se enlataron muy rápido y si seguir el procedimiento correcto. No se cocinaron los alimentos a la suficiente temperatura y esto hizo que en muchas latas hubiera botulismo. Esto podría explicar porque al principio del viaje varios marineros se pusieron enfermos y se tuvieron que mandar a casa. Los tres que fueron enterrados en la isla de Beechey podían haber corrido la misma suerte.
Otra teoría dice que una vez que el problema del botulismo era ya insostenible, la expedición Franklin no pudo dar marcha atrás porque se quedó atrapada en el hielo. Esto les obligó a terminar con las provisiones que todavía era comestibles, como la harina, judías y latas no contaminadas. Finalmente mucho pudieron decidir comer las latas con botulismo por el hambre. Todo se cocinaba en agua con altos niveles de plomo, por lo que no ayudaba. Una vez que las provisiones se acabaron, la mayoría de los hombres decidieron arriesgarse para volver a pie a tierra firme. Fueron muriendo uno a uno, y algunos tuvieron que recurrir al canibalismo. Debió ser una experiencia terrorífica que ninguno nos podemos imaginar. Fuente
Flipada