El interés por hallarla fue uno de los principales motivos de las exploraciones españolas en el área durante los siglos XVII y XVIII.
Una ciudad perdida
La ciudad fue buscada intensamente durante la época colonial, pues se suponía que había sido fundada según las diferentes versiones, por españoles (náufragos o exiliados), y/o por mitimaes incas; y que estaba llena de riquezas, principalmente oro y plata.
La Ciudad de los Césares, también conocida como Ciudad encantada de la Patagonia, Ciudad errante, Trapalanda, Trapananda, Lin Lin o Elelín, es una ciudad mítica que se supone ubicada en algún lugar de la Patagonia entre Chile y Argentina.
El origen de la actual leyenda de la mítica Ciudad de los Césares, está basada principalmente en cuatro historias independientes.
En la primera se habla de que un capitán llamado Francisco César y catorce hombres más partieron a explorar el territorio hacia el oeste, y se especula que llegaron hasta los Andes (o tal vez sólo hasta las sierras de Córdoba).
César y seis de sus soldados volvieron tres meses más tarde relatando que habían visto una tierra muy rica que tenía "ovejas del Perú" (llamas) y gran abundancia de joyas y metales preciosos. Durante el siglo XVI se empezó a conocer a este misterioso lugar con el nombre de lo de César, a veces con intención burlesca.
Como su ubicación era incierta y al no encontrársela, empezó a sugerirse que esta misteriosa ciudad se hallaba mucho más al sur, postulándose diferentes ubicaciones.
En aquella época también circulaban otras historias de un rico asentamiento en el sur del continente, pues un grupo de mitimaes (colonos incas) se movilizaron a la zona de Santiago del Estero en 1535 después de fracasar en un intento de rescatar al noble inca Pablo Inga, guía de Diego de Almagro y medio hermano de Atahualpa.
Se creía que ellos llevaban consigo muchas riquezas y que habían fundado una ciudad inca en alguna parte del sur de Argentina. Los rumores e informes de indios que decían haber visitado este asentamiento se sucedieron durante el resto del siglo XVI.
Igualmente circuló también la leyenda que indicaba que eran ciudades opulentas que habían formado los pobladores exiliados de las ciudades australes de Valdivia, Villarrica y principalmente de Osorno. Siendo un grupo de los pobladores españoles acompañaron por los indígenas que los servían y que no se habían rebelado; los cuales se salvaron del ataque sufrido a la destrucción de las siete ciudades, cuando estas ciudades fueron destruidas por los mapuches y huilliches a finales del siglo XVI.
Producto de la existencia de varias expediciones españolas a la zona del estrecho de Magallanes, las cuales fracasaron, entre los españoles igualmente empezaron a circular historias sobre la fundación de ciudades por parte de sus sobrevivientes, sobre todo a partir de la suerte que corrieron los amotinados de la expedición de Simón de Alcazaba y los náufragos de la expedición armada por el Obispo de Plasencia.
El naufragio de la expedición del Obispo de Plasencia (Gutierre de Vagas y Carvajal) durante la travesía que tenía como fin tomar posesión de la gobernación del Estrecho de Magallanes ocurrió en 1540, cuando ya estaban llegando a su destino. Cerca de 200 personas lograron refugiarse en tierra y se internaron en ella para establecerse hasta que los rescataran.
No se tuvo noticias de ellos hasta unos 20 años después, cuando dos de los náufragos lograron llegar a Concepción, en la Capitanía de Chile, y contaron que otros sobrevivientes habían fundado una ciudad en la Patagonia y que las riquezas de los incas estaban en ella.
Según ellos, después de algunas escaramuzas y un periodo de desconfianza, los españoles lograron asentarse en esa tierra en paz con los aborígenes y tomaron a indias como esposas. En su relato hablaban de un poblado inca ubicado más al norte que estaba en guerra con ellos. Pero más tarde estos dos hombres asesinaron a un amigo del capitán y debieron huir a refugiarse entre aquellos "incas".
Con el paso de los años estas historias diferentes llegaron a fundirse en una sola. En ella, el poblado de los náufragos españoles tomaba características de una rica ciudad inca y sus habitantes también eran llamados los Césares. Esta fusión de estas historias produjo que la leyenda definitiva de la mítica ciudad se ubicara en algún lugar indefinido del Cono Sur, de preferencia, en algún valle cordillerano de la Patagonia, siendo así como la leyenda de mítica Ciudad de los Césares formaría parte de la Mitología de América del como otras ciudades con riquezas como ?El Dorado? y ?El gran Paititi?.
Expediciones en su busca
Producto de las riquezas que se decía existirían en esta mítica ciudad, se produjeron varias expediciones a sus diferentes posibles ubicaciones para lograr encontrarla, y así lograr contactarse con sus habitantes.
El primer viaje de exploración que puede considerarse que tenía como uno de sus objetivos hallar la ciudad lo realizó Diego de Rojas en 1543, cuando entró desde Perú al territorio de la actual Provincia de Santiago de Estero, en busca de una rica región ubicada entre Chile y el Río de la Plata.
Diego de Rojas logró recorrer gran parte del área que se le había encomendado explorar pero no encontró rastro de la ciudad, aunque sí halló algunas gallinas europeas que habían dejado entre los indios. Rojas murió sin completar su misión en 1544, durante un enfrentamiento con los juríes.
Cuando Francisco de Villagra volvió de Perú con refuerzos para Pedro de Valdivia en 1551, envió un destacamento desde el valle de Cuyo hacia el sur a buscar la ciudad perdida de César. No encontraron la región, pero sí recibieron informes de la presencia de españoles refugiados en las pampas.
Entre otras, en la misma época, el adelantado Jerónimo de Alderete cruzó al lado oriental de los Andes a fundar una ciudad y reconocer el terreno. Él también oyó a los indígenas relatar las historias de los sobrevivientes españoles viviendo en paz con los indios y las del asentamiento inca.
El mito de la Ciudad de los Césares, de manera similar al de El Dorado, ha sido tema de inspiración para varias obras literarias.