La primavera en Alemania cambia el ritmo de vida. En cuanto sale el sol, los alemanes están de humor y aprovechan para disfrutar del buen tiempo al aire libre aún más si cabe. Las terrazas se llenan de gente y las rutas de bicis están más transitadas. En mi segundo año viviendo Alemania, me he dado cuenta de que hay varios indicadores que avisan de que, a partir de ahora, todo comienza a llenarse de energía positiva.
Tras la Pascua, muchos alemanes empiezan a poner a punto sus terrazas y jardines. Cortan el césped, podan los arbustos y las plantas, limpian los muretes con agua a presión y colocan las sombrillas. También le quitan los plásticos a las mesas, a las sillas y, como no, a las barbacoas. En cuanto llega el el calorcito es habitual que lleguen olores de carbón y carne a la brasa mientras se pasea. En Münster, die Promenade y otras áreas verdes como el Wienburg Park o el Aasee se llenan de picnics con Grills portátiles.
Pero no sólo se ponen a punto los jardines particulares. También se arreglan los Schrebergarten o Kleingarten, unos pequeños huertos donde la gente planta hortalizas y flores. En algunos casos también se instalan casetas prefabricadas, columpios o incluso una piscina para los más peques. Además, en Münster (no sé si existen en otras ciudades alemanas) algunos granjeros dividen en parcelas pequeños terrenos sembrados para que la gente pueda alquilarlos. Desde finales de abril y hasta octubre, sólo hay que encargarse de regar, quitar las malas hierbas que vayan saliendo y recolectar las verduras cuando ya estén maduras. ¡Un auténtico lujo!
Otro de los rituales típicos de la primavera en Alemania es la limpieza de la casa (Frühlingsputzen). Esta tradición proviene de hace un par de siglos, cuando la gente utilizaba lámparas de queroseno y braseros de carbón que hacían que los muebles, la ropa y todo lo que se encontraba en el interior de la vivienda se volviera aceitoso y se ennegreciera por el hollín. Aunque en la actualidad no se limpia de manera tan exhaustiva como antes, sí que se siguen viendo las sábanas y los edredones asomados a las ventanas mientras los propietarios se esmeran en sacar brillo a las ventanas y quitar el polvo.
En Alemania, las horas de luz durante las estaciones frías son más escasas que en España así que, en cuanto aparece algún rayo de sol, la gente sale a la calle para aprovecharlo antes de que vuelvan las nubes y la lluvia. Muchas veces se tiende a pensar que los mediterráneos tenemos la exclusiva de divertirnos en la calle, charlando y tomando algo con los amigos. Pero no es así. Cuando el tiempo acompaña, los alemanes también salen a disfrutar del aire libre, en un Biergarten o cogiendo una bicicleta y haciendo alguna de las numerosas rutas que hay por todo el país. En muchas de ellas se incluyen puntos turísticos como jardines, Schloss, Burgen o parques naturales y alojamientos, para deleitarse con varios días de escapada. No son los únicos viajes que se hacen.
Según se acerca el verano, los alemanes buscan la playa en los destinos más cálidos y típicos en el extranjero. Pero también en Alemania. Son muchos los que se desplazan hasta el Nordsee para tener unos días junto al mar. Los que deciden quedarse en la ciudad visitan las piscinas municipales o los canales para darse un buen chapuzón. En Münster, los más atrevidos colocan toallas y barbacoas a ambas orillas del Dortmund-Ems-Kanal y pasan la tarde con música. Aunque algunos parecen no necesitar el agua para refrescarse y, directamente, no dudan en ponerse un bañador (o bikini) y tomar el sol en pleno Promenade. Es una de las cosas a las que todavía no me he acostumbrado. Como a ponerme la ropa de verano en cuanto sale el primer rayo de sol.
Pese a llevar un par de años en Alemania creo que todavía tengo el chip de que el calor, para la falda y las sandalias, no llega hasta que el termómetro no alcanza los 35. Por aquí, basta con que suba de 15 y salga el sol. Sobre todo para los más jóvenes, quienes se calzan una camiseta de tirantes, unos pantalones cortos y unas buenas chanclas en cuanto se atisba una mínima subida de las temperaturas. Incluso hasta pasadas las 20 de la tarde.
Aunque creo que, junto al colorido y el buen ambiente, una de las cosas más positivas que tiene la llegada de la primavera es el cambio de humor que experimentan los alemanes. El trato es mucho más distendido y amable. Y eso se plasma en los eventos como los Flohmärkt, ferias y fiestas de los barrios que arrancan en estas fechas. Además, que haya tantos días festivos, ayuda. En mayo, nada menos que cinco.
Y como buena cocinitas, no podía terminar sin hablar de otra de las cosas que más me gustan de esta época del año: la fruta y verdura de temporada. Una en especial: los espárragos blancos. Reconozco que en España no solía encontrarlos y aquí, están en todas partes así que, ya he aprendido alguna que otra receta para prepararlos. Además de los Spargel, hay más variedad de Obst y, sobre todo, los tomates tienen un precio razonable
Y a tú, ¿cómo vives la primavera?