Y es que cuando siento que puede que te alejes de mi algún día, más quiero abrazarte, más quiero tenerte anexionada a mi mano, caminando conmigo y cerca. Y se hace fibras mi alma, se desgarra y se despieza, cuando intentas en nuestras conversaciones susurrar una despedida, por lo que nos pueda pasar a las dos, te contesto yo siempre. Es difícil vivir al lado de un espíritu tan grande y un corazón tan latiente como el tuyo, de unos músculos tan desgastados y tan sanos al mismo tiempo, de una cabeza experimentada y tan inocente, de un alma mayor y joven, cansada y con tantas ganas de vivir. Esas que me contagias cada vez que te veo, frente al espejo, con una camisa nueva. Cada vez que me miras de arriba abajo, cuando no entiendes nada y me sonríes, cada vez que me preguntas por alguna nueva moda.
Cada vez que me abres tu armario y con él tus memorias, cada vez que me pones delante el joyero y me preguntas que querré cuando te vayas. Y no me gusta. Odio tu manía de hacer las maletas tan pronto, de lavar tanto la ropa, de no dejarte jamás vivir tranquila.
Y hoy, que no es una fecha especial y sabes que no las necesito, es el momento de decirte lo que te quiero: no para cuando te vayas, sino para el ahora, para que podamos disfrutarlo mucho tiempo, juntas.
Ay abuela, ojalá pudiéramos cocinar tartas juntas todas las tardes de mi vida.
A pesar de todas las lágrimas que nunca me has contado pero que yo sé que han recorrido tu rostro. A pesar de las carcajadas que disfruto contemplándote a diario, a pesar de esos 78 tan bien llevados que podrían ser 18 si los números dijesen la verdad. Quiero tu risa, tus abrazos y tus maneras de darlos, tu receta de la tortilla de patatas y de las natillas, para preparártela siempre que quieras, igual que has hecho tú siempre. Como haces ahora cuando cocinas valiosas palabras de experiencia y me las envuelves para que duren mucho tiempo. Quiero tu forma de ser fuerte, tu valentía, tu manera de improvisar, tu disposición ante cualquier plan de última hora. Quiero tu corazón, préstamelo un ratito para que pueda dibujarlo, y construir una réplica perfectamente exacta.
Todas están enamoradas de esos cantantes que ves en la tele, yaya, pero yo no… y es que tú, tú le cantas a la vida.
Fdo. Encarna