Aquellos eruditos habían escrito grandes tratados, pero no sabían cómo darle un mensaje de dos o tres palabras que pudiera ayudar al rey en esos momentos en los que consideraba que esa ayuda podría marcar la diferencia.
El monarca tenía un anciano sirviente, que le dijo:–No soy un sabio, ni un erudito, pero conozco el mensaje que buscas, porque lo compartió conmigo un sabio hace tiempo–. El anciano escribió tres palabras en un pequeño papel, lo dobló y se lo entregó al rey con la advertencia: "No lo leas, mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo solo cuando sientas que todo ha fracasado y no encuentres salida a tu situación".
El anillo del rey
Cuando hayas fracasado, esto también pasará. El momento llegó cuando el país fue invadido y el rey tuvo que huir a caballo para salvar la vida mientras sus enemigos le perseguían. Llegó a un lugar donde el camino se acababa al borde de un precipicio. Y entonces se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró el siguiente mensaje: "Esto también pasará". Mientras leía aquella frase, los enemigos que le perseguían se perdieron en el bosque al errar el camino, y pronto dejó de oír el trote de los caballos.
Tras aquel sobresalto, el rey logró reunir a su ejército y reconquistar el reino. Cuando estés de celebración: esto también pasará. En la capital hubo una gran celebración que se prolongó durante varios días.
El monarca quiso compartir la alegría con el anciano, a quien agradeció aquella providencial perla de sabiduría. Le contó cómo aquellas palabras le habían ayudado a no descubrir su posición o a no tirarse por aquel precipicio cuando todo parecía perdido.
El anciano, mientras sonreía porque entendía la alegría del rey, le pidió:–Ahora, vuelve a mirar el mensaje. Al ver la cara de sorpresa del rey, que le costó ver la idoneidad de aquel momento para aquel mensaje, explicó: "No es solo para situaciones desesperadas, sino también para las placenteras. No es solo para cuando estás derrotado, también sirve cuando te sientes victorioso. No es solo para cuando eres el último, también para cuando eres el primero".
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "Esto también pasará". Entonces, y solo entonces, comprendió la profundidad de aquellas palabras.–Recuerda que todo lo circunstancial pasa, ya sea porque se queda atrás o porque te habitúas –le recordó el viejo sirviente–. Solo quedas tú, que permaneces por siempre. Solo queda el cambio.
Anónimo