María y Verónica Forqué
Mi madre vino a dar luz. No se ha ido, solo está en otra habitación. No tiene cuerpo, pero su energía está más presente que nunca, porque ahora es omnipresente. Cuando necesito un abrazo se lo pido, tú puedes hacerlo también. El ser humano es muy limitado y tiende a creer solo lo que ve, pero no solo se ve con los ojos. Tenemos discapacidad para ver de otras maneras, aunque eso no significa que no haya más.
Hay muchas cosas que existen y no vemos; mi madre es una de ellas. De nuevo, debo recordar que ella vino a dar luz. Ya no se veía capaz de darla como ser humano en la Tierra y decidió irse a un plano más elevado, y no material, para seguir con su misión de llenarnos de luz. Hay que respetar su decisión: a ella lo que le gustaba era ayudar, y aquí su misión había acabado. La siento ocupada ayudando a mucha gente ahora mismo, porque es un ángel. Aun así, está en cualquier momento que la llamo, ya que yo soy su máxima protegida; aun así está para todes.
Ella me enseñó que la muerte no existe, que la reencarnación sí; que el cuerpo humano es solo eso, un cuerpo que transporta lo que realmente somos y viaja infinitamente por el universo. La muerte es un nacimiento a la siguiente fase, no es el fin. Tenemos que cambiar esta manera triste y negativa de ver la muerte en Occidente, porque es irreal y nos hace sufrir. Y el suicidio también está muy estigmatizado por la influencia de la Iglesia. ¿Por qué alguien no puede acabar con su vida, si es suya? Quién mejor que uno mismo para decidir que no quiere seguir más en este juego e irse al siguiente. Tengamos respeto.
Lo que hay que observar es la vergüenza asociada a la salud mental; hay que normalizarla como normalizamos tener un constipado. Si se esconden los problemas mentales no se pueden solucionar. ¡Cómo no vamos a tener problemas mentales en esta sociedad de consumismo, llena de gente arisca y egoísta! Sería antinatural.
En cualquier caso, el momento de mi madre había llegado: su misión aquí había terminado, el círculo se había cerrado. La muerte es un nacimiento; sustituye la pena por alegría, la que yo siento porque mi madre ahora está contigo, conmigo, con nosotres.
Ha vuelto a nacer en un estado donde es feliz y su luz es infinita, más grande que en la Tierra. Su potencial está ahora al cien por cien; nos cuida, nos guía y nos sana. Lo material (el cuerpo) empieza y se acaba, pero lo inmaterial (el alma) es infinito, es energía. Te quiero infinito, mamá. ¡Qué envidia que ya sepas qué hay después de la muerte terrenal! Te siento, y nos vemos pronto, en la siguiente etapa, porque la vida dura un segundo.
Mis mejores deseos para que 2022 sea el mejor de los años. ¡Salud!