Galicia, nuestro secreto mejor guardado (IX)

Avanzamos con nuestro coche por esos mismos acantilados que parecen cortados a pico, subiendo y bajando lomas pero sin perder nunca de vista el mar.


En el único punto donde los escarpados gigantes parecen suavizar su salvaje belleza que los ha hecho famosos por ser los más altos de Europa Central y del Sur se levanta San Andrés de Teixido.



Según se dice es conveniente visitar el santuario mientras estemos con vida, porque de otro modo lo haremos, después de muertos reencarnado en forma de insecto, rana o serpiente, vaya usted a saber. Ya lo dice el dicho gallego: "A San Andrés de Teixido vai de morto o que non foi de vivo". Por eso debemos mirar la suelo mientras andamos por la aldea para no pisar a algún conocido que no haya tenido la suerte de venir antes de pasar al otro mundo.



Localizado a 140 metros sobre el nivel del mar en un entorno impresionante, el santuario se levanta sobre un antiguo sitio de enterramientos prerromanos, sobre el cual existe la creencia que guarda una "puerta del más allá" de los celtas.



Ya existía un monasterio en la zona, localizado aquí por su difícil acceso con su cementerio que mira al mar y que también recibía el cuerpo de algunos peregrinos.



Originariamente, el primer santuario, que pertenecía a los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, fue remodelado y ampliado por la familia Andrade de San Sadurniño, a partir del siglo XV, consiguiendo su aspecto actual en el siglo XVIII. Las riquezas que traían los romeros al santuario fueron causa grave de enfrentamientos entre la familia y los Caballeros, por lo que la justicia debía intervenir habitualmente en el reparto de los beneficios.



El templo rebosa de leyendas como la que cuenta que San Andrés estaba triste porque nadie acudía a visitar su iglesia sino que los peregrinos seguían hasta Santiago. El santo recibió un día la visita de Dios junto con San Pedro que le prometieron que San Andrés de Louxe, como también se conoce la ermita, sería obligatoriamente punto de romería y peregrinación obligada, igual que Compostela. De ahí nace el mandato de realizar la peregrinación de vivos, si no queremos hacerla de muertos.



Otra historia narra la llegada del santo tras embarrancar en los escapados acantilados. Su barca, inservibles se transformó en piedra, y a cambio Dios le regaló el santuario. La primera peregrinación datada y oficial fue la de una mujer en 1391 , que recorrió 50 km para cumplir su promesa.


Según se cuenta, el retablo barroco del Altar Mayor guarda los huesos del santo que acuden a visitar los peregrinos en varias fechas del año, pero sobre todo del 27 al 30 de noviembre, cuando se celebra su festividad. Quien venga debe traer su piedra y depositarla en los milladoiros, beber de la fuente de los tres caños y si quiere buscar pareja encontrar la "herba de namorar".





No debemos dejar el lugar sin bajar a la cueva, lugar de recogimiento, oración y ofrenda, donde impresiona su pared de piedra con las grietas rellenas de fotos de aquellos por los que se pide y que ya no caben en la pequeña superficie que compone la gran cruz que la preside. Completan el místico conjunto millares de exvotos de cera y plástico que acaban de dar el toque mágico y sagrado alumbrado por la luz rojiza de los velones que arden sin descanso.







Antes de que caiga la noche llegamos a Redes, otro de los pueblos costeros más encantadores de Galicia.Su nombre, netamente marinero proviene de las redes que se ponían a secar en unas estructuras que aún se mantienen en pie cerca de la orilla.

El corazón de Redes es la Praza do Pedregal, rodeada de bonitas casas indianas pintadas de vivos colores por tres de sus lados, ya que el cuarto da directamente al mar.




Redes no tiene puerto, ni muelle como tal, sino una pequeña rampa que hace de embarcadero por donde entran y salen las barcas de su faena, y que a nosotros nos sirve para conseguir una perspectiva maravillosa del pueblo. Por un lado las casas de pescadores que parecen salir del agua, con escaleras que dan directamente al mar y que les sirven para subir a sus barcas.



Por el otro encontramos la llamada Playa de Area Morta, donde se ven claramente las estructuras para las redes de las que hemos hablado.



A nuestras espaldas, la costa formada por la Ría de Ares, donde desemboca el río Eume.



Tomamos la Rúa Nova, que es la formada por las casas de pescadores que hemos visto desde el mar. Esta calle tiene el encanto de sus balcones y construcciones que vieron tiempos mejores pero que no pierden su esencia marinera, y parecen indicarnos el camino para llegar a la Punta de Castelo, llamada así por una antigua batería militar.



Desde aquí tenemos otras perspectivas interesantes de la zona.





Anochece y debemos seguir hacia nuestro alojamiento, pero ya pensando en las siguientes maravillas que veremos al día siguiente en La Coruña.

Ya desde la antigüedad el istmo donde hoy de asienta la ciudad llamó poderosamente la atención de celtas, fenicios, romanos y de los ambiciosos reyes de León. Hubieron varios asentamientos celtas y romanos, pero no fue hasta la Baja Edad Media que la verdadera Crunia nació para la Historia.



El desarrollo de su puerto, la llegada cada vez mayor de peregrinos en su camino a Santiago, , el descubrimiento de nuevas tierras americanas y orientales y una creciente industria, harán que la ciudad crezca desmesuradamente a lo largo de los siglos, considerándose la capital económica de Galicia. Hay un magnífico tour privado por la ciudad que nos mostrará sus curiosidades y secretos.



Como las llamadas "galerías" que pueblan la ciudad y son parte de su encanto. Creadas a mediados del siglo XIX para favorecer la entrada de la luz, crear un espacio adicional habitable todo el año, han hecho que a veces se conozca a La Coruña como la "Ciudad de Cristal".



Los más preciosos ejemplos de este símbolo de identidad coruñesa se encuentran al principio de la Avenida Marina, frente al puerto. En su origen, estos ventanales llegaron a Galicia para acristalar las popas de los galeones, pero pronto se vio su utilidad en los grandes edificios coruñeses que comenzaron a usarlos en las fachadas traseras, que son las que vemos hoy, ya que la entrada principal está en la calle posterior.





Nuestra siguiente visita es el símbolo más conocido de la ciudad, la Torre de Hércules, que parece emerger en un promontorio a 105 metros sobre el nivel del mar.



Vigilándola y guardándola se encuentra la estatua del rey gallego Breogán, padre mitológico del pueblo gallego y también de Irlanda...Si, porque sus descendientes conquistaron. siempre según la leyenda gran parte de la Isla Esmeralda, llevando la semilla de lo que sería en un futuro el espíritu celta irlandés.



De su nombre deriva Brigantia, nombre primigenio de Coruña. que a su vez deriva de "clumna" en referencia las columnas de Hércules, que mató al malvado rey Gerión y enterró su cabeza bajo los cimientos de una torre. Torre que sería sobre la que se erigiría la actual de Hércules.



Leyendas aparte, la actual Torre y faro fue ordenada construir por los romanos entre los siglos I y II después de Cristo, lo que lo convierte en el faro en activo más antiguo del mundo. De 55 metros de altura, 36 son originales romanos y 19 de la restauración del siglo XVIII.



Varias curiosidades adornan la historia de la torre. La más reciente es de 2008, momento en que se hermana con la Estatua de la Libertad al estar situadas geográficamente una frente a la otra, separadas por el Atlántico.



Desde su base podemos divisar otros puntos interesantes, destacando el Parque Escultórico con obras de los años 50 que presenta obras realmente extraordinarias como La Copa del Sol o La Caracola.





Vamos descendiendo y a nuestra derecha queda, semienterrada, la antigua prisión provincial, levantada en 1927 y hoy en estado de abandono y casi ruina, tras un breve periodo de renacimiento en 2017 como lugar de exposiciones.



Al comienzo del paseo marítimo nos encontramos con un lugar que combina ocio y residencia. Se trata de la Playa de San Amaro, escoltada por un lado por el Club del Mar y por otro por la punta de Adormideiras, zona residencial donde no me importaría tener una segunda residencia. El lugar es precioso.



Justo detrás aparecen otras esculturas que pertenecen al Parque de Hércules, como el Monumento a los Fusilados y también el cementerio musulmán.



Seguimos el Paseo Marítimo, el más largo de Europa con sus 13 kilómetros, que parece envolver la ciudad...



Y lo abandonamos a la altura de la Real Sociedad Hípica para adentrarnos por unas calles que nos llevarán hasta la Colegiata de Santa María del Campo, llamada así por haber sido construida fuera de los límites de la ciudad, aunque también se la conoce por de la Mar, ya que fue sufragada por el gremio de mareantes.



El templo románico tardío, fue construido en el siglo XIII y era, en su momento la segunda parroquia más importante de la ciudad. Tras ser ascendido a la categoría de colegiata en 1441, Roma le concede 50 años más tarde el título de abadía, y con ello aumenta su poder y por supuesto las propiedades a su cargo y disfrute, como un enorme cementerio que la rodeaba y del que aún se conservan las lápidas en sus muros.

Lleno de simbolismos, el más importante es el que nos muestra su tímpano, donde una Adoración de los Reyes nos recuerda el camino que realizan los peregrinos hasta llegar a las tierras de Santiago.



Compartiendo plaza con la iglesia se encuentra el Pazo de Cornide que tiene una historia muy singular.

El edificio construido entre 1750 y 1770 perteneció a la familia del mismo nombre, y fue uno de sus descendientes, el político, humanista e historiador José Cornide, el que le dio su aspecto actual. Consta de 1.430 metros cuadrados que incluyen 11 habitaciones y 13 baños. Fue legado al ayuntamiento de La Coruña, que lo convirtió en su sede, luego fue escuela y posteriormente objeto de deseo por Carmen Franco. Y aquí comienza lo escabroso de su historia, ya que la cúpula del franquismo, tras una operación brillantemente orquestada se hizo con él, para que la "Señora" pudiera alojarse en su nueva propiedad en sus visitas a la ciudad. Hasta hoy a permanecido entre los bienes de los Franco, que acumularon en su interior obras de arte y objetos de gran valor acumulados a lo largo de sus años de dictadura. En la actualidad está a la venta ...



A unos cientos de metros encontramos la espectacular Plaza de María Pita. Bautizada así en honor de la heroína gallega del mismo nombre, su origen se debe a una remodelación de la anterior llamada de Alexón y que tuvo lugar en el siglo XIX. Son 10.000 m2 de edificios porticados con preciosos balcones de hierro forjado que se combinan con las características galerías acristaladas de la ciudad, pero sólo tres de sus lados, ya que el cuarto lo ocupa el fabuloso edificio del ayuntamiento coruñés.



Empezó a construirse en 1904, siendo su arquitecto Pedro Mariño, que lo diseñó en estilo ecléctico con claras influencias modernistas. Inaugurado por Emilia Pardo Bazán en 1917, su puesta de largo oficial no tuvo lugar hasta 1927 con la visita del rey Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia.



Sus tres grandes torreones coronados con cúpulas le dan una elegancia y ligereza que le hacen destacar entre los cuadrados y recios edificios que lo rodean, mientras que en su centro presenta una preciosa balconada de hierro forjado y piedra que tiene la función de ser el lugar desde donde las autoridades se dirigen al pueblo coruñés.



Vigilante, frente a la Casa Consistorial encontramos a María Pita, la heroína que con su arrojo y valentía consiguió en el siglo XVI que los ingleses se retiraran de tierras gallegas. Para que las futuras generaciones no olvidaran a tan valiente mujer, se ordenó levantar esta estatua de 9 metros de altura en la que se la representa, con su marido muerto por los ingleses a los pies y la lanza con la que mató al alférez inglés, hecho que provocó la retirada de sus tropas.



No podemos abandonar la ciudad sin visitar la iglesia de Santiago, en pleno corazón del casco viejo. Se trata de un templo que aunque se empezó a construir en el siglo XII, no fue hasta el XIV que pudo verse terminado. Su entrada nos recuerda inmediatamente a la iglesia que visitamos anteriormente, la de Santa María del Campo, aunque en esta ocasión el protagonista absoluto es el apóstol Santiago y el maravilloso rosetón localizado sobre él.



Entre las curiosidades de la iglesia, decir que en su momento tuvo dos torres, coronadas por las campanas y el reloj, y donde también se guardaban los bienes del ayuntamiento, tales como escrituras, pólvora o municiones, y que en su interior se conservan dos peculiares imágenes de la Virgen, una de ellas embarazada y la otra dando el pecho a Jesús. Esta última goza de gran fervor entre los coruñeses.

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