A tan sólo 10 km de la frontera con Guatemala encontramos los restos de uno de los núcleos urbanos más poderosos de la antigua civilización maya.
El río que lleva el mismo nombre fue, desde que la ciudad quedó abandonada a su suerte su peor enemigo, ya que la erosión de sus aguas iba poco a poco minando sus cimientos. Por ello tuvo que ser desviado su cauce en los años 40 del pasado siglo, y sólo así se consiguió frenar su deterioro que parecía imparable.
Un nuevo abandono, si, que tuvo fecha para esta ciudad fundada en el siglo V y vio como sus habitantes decidieron marcharse cuatro siglos después, no siendo hasta 1576 que apareció de nuevo en los registros históricos de mano de los conquistadores españoles.
"Cuepan", o "El lugar de las pirámides", tuvo su época de mayor esplendor en el siglo VIII, cuando se produjo un pico de población de 20.000 habitantes, todos ellos descendientes de un grupo proveniente del centro de lo que hoy conocemos como México.
Los registros históricos enlazan el recorrido de Copán con Quiriguá, en la actual Guatemala y que será una de nuestras siguientes visitas, ya que era su tributaria. Quiso el destino que los habitantes de la ciudad vasalla se rebelasen y dieran la "vuelta a la tortilla", como decimos en España, convirtiendo a los opresores en oprimidos durante 17 años.
Sus relaciones comerciales la unieron también a las cercanas Tikal y Laabatún, y aunque pudo tener gran influencia de ellas, Copán prefirió desarrollar su propio estilo en cuanto a arte se refiere, para de esta manera demostrar su autonomía y personalidad, que la hacen diferente a otras ciudades mayas.
Como antes mencioné, la ciudad quedó sumida en el olvido hasta que el rey Carlos III envió a dos italianos con el ánimo de recabar datos suficientes que permitiera a sus estudiosos escribir una historia de la América anterior al descubrimiento.
Pero fue sólo tras la visita del británico Maudslay, cuando el mundo conoció realmente la importancia histórica de Copán, ya que fue el inglés el que primero hablo de zonas como Las Sepulturas, Los Sapos, las estelas o los túneles que escondían otras estructuras que no podían verse a simple vista.
Las primeras excavaciones habían comenzado en el año 1834 y en años sucesivos recibieron innumerables visitas que iban registrando pequeños descubrimientos, pero como he dicho fue Maudslay quién puso nombre a las primeras estelas y esculturas.
Gracias a sus moldes de yeso de estelas y altares, las reproducciones pudieron llevarse fuera del país para ser analizadas, investigadas e interpretadas y hoy se encuentran exhibidas en el Museo Británico.
Una de las reproducciones que fue más exhaustivamente estudiada fue el Altar Q, rodeado de 16 figuras humanas que representan a otros tantos gobernantes de Copán, desde su fundador Yax-Kuk-Mo, fundador de la dinastía, hasta Yax-Pak, el último rey. Con este altar éste último legitimaba su derecho al trono de forma permanente.
Uno de los momentos clave en las excavaciones fue el año 1891, cuando los miembros de una expedición de Harvard sacaron a la luz la hermosa Escalinata de los Jeroglíficos.
Con más de 1.250 glifos que abarrotan los escalones, el lugar sirvió para contar los acontecimientos ocurridos en las numerosas batallas y conquistas de los antepasados de su promotor, Humo Caracol, el penúltimo gobernante de la ciudad.
Acompañando a los glifos y para personalizar las victorias en el campo de batalla, aparecen las figuras de los antepasados del rey, vestidos con sus mejores galas de guerra, desde la base hasta lo alto del templo.
En 1934, con la firma de un tratado entre el Gobierno de Honduras y el Carnegie de Washington comenzó un proceso de restauración que hasta hoy ha sacado a la luz maravillas que ocupan más de 120 hectáreas.
Bajo los montones de escombros y centenarias ceibas sagradas comenzaron encontrarse tumbas, altares y templos que iban aportando datos sobre la ciudad y sus orígenes.
Fue a partir de entonces cuando tomó forma la teoría de que los habitantes de Copán eran descendientes de los primeros enviados por los gobernantes de la ciudad de Teotihuacán, en México.
El corazón de la ciudad lo componen dos plazas, la occidental y la oriental, rodeadas de templos, altares y salpicadas de estelas conmemorativas.
Es aquí donde podemos constatar que los constructores de Copán no destruyeron los primeros templos al construir los nuevos, como es el caso del templo 11 sino que aquellos se encuentran "escondidos" dentro, como si de una muñeca rusa se tratara. Esto ha permitido el estudio de dos épocas muy diferentes en un mismo lugar.
La mayoría de estelas y glifos que decoran los nuevos templos pertenecen a la época de gobierno del rey Dieciocho Conejo, entre los años 711 y 736.
Según nos comentó nuestro guía, las enormes ceibas sagradas que se encuentran en lo alto de las ruinas, ya estaban aquí cuando llegaron los conquistadores, lo que nos da una idea de su edad.
No podía faltar, como en toda ciudad maya, la cancha de juego de pelota, que no era considerado un deporte, sino un ritual divino.
Conocido como "poktapok" y en un número de tres, las canchas servían para llevar a cabo este juego en el que aún no existe certeza si se decapitaba la vencedor o al vencido para ofrecerlo a los dioses.
En cuanto a las estelas, decir que tanto aquí como en Quiriguá, formaban parte esencial en los complejos ceremoniales mayas, ya que ensalzaban a gobernantes como Nenúfar Jaguar o Humo Cielo, recordando las victorias en el campo de batalla o los logros obtenidos durante su reinado.
La forma de las estelas no sólo daban cabida a cincelar en ellas la imagen del gobernante, sino que representaban la ceiba sagrada que sustentaba el cielo maya y servía de entrada al Xibalbá, el mundo subterráneo del infierno.
Vamos dirigiendo nuestros pasos a la salida, después de haber disfrutado de esta jornada llena de historia que nos ha permitido conocer muchísimo más sobre la historia y la cultura maya.
Pero no podemos irnos sin hablar de las guacamayas, símbolo de Honduras, que han encontrado en Copán su santuario particular.
Sagradas antaño para los mayas, hoy se encuentran en peligro de extinción, pero gracias a los programas de recuperación, el número de ejemplares no deja de crecer, siendo Copán el principal núcleo de cría y desarrollo de estas magníficas y coloridas aves.
Volvemos a Guatemala, haciendo una parada en Quiriguá, ya que su historia está ligada a la de Copán.
Patrimonio de la Humanidad desde 1981, está localizada en Izabal, al noreste de Ciudad de Guatemala.
Fundada en el 200 después de Cristo, su acrópolis data de unos 350 años más tarde.
Subordinada a la ciudad de Copán, logró su independencia capturando a su rey y sacrificándolo ante todos los habitantes de la ciudad. Esto hizo que recuperara el control del comercio que transitaba el río Motagua y se proclamara capital maya de la región.
La prosperidad resultante favoreció a las artes, y su mejor ejemplo es la elegancia y sofisticación que hoy podemos admirar en sus estelas, las más elaboradas del mundo maya.
Con la creación de nuevas rutas de comercio, sobre todo las del jade, la ciudad fue perdiendo importancia y fue abandonada.
Permaneció en el olvido hasta 1840, momento en que los propietarios de los terrenos llevaron a los investigadores Catherwood y Stephen hasta las fabulosas estelas que se encontraban muchas de ellas a punto de caer al suelo, debido a un terreno que por la erosión cedía ante su peso.
Quiriguá es conocida, sobre todo por albergar la estela maya más grande de la antigüedad, con casi 11 metros de altura y 65 toneladas de peso.
Estas grandes esculturas, englobaban el poder político y religioso del gobernante que las erigía y solían reutilizarse al llegar al trono un nuevo gobernante.
Todos vivimos la incertidumbre del año 2012, cuando corrió la noticia, de que el mundo, tal y como lo conocemos, llegaría a su fin. Pero fue tan sólo un error de interpretación, ya que la estela C, hablaba del final de un ciclo o periodo de 13 baktunes.
Casi todas las estelas se tallaron a lo largo del reinado de Kak Tiliw Chan Yopaat, o Cauac Cielo, el más poderoso gobernante de Quiriguá, que capturó y decapito al rey 18 Conejo de Copán.
Por su parte, los zoomorfos son figuras animales talladas en grandes bloques de arenisca, y en ellos podemos apreciar tortugas, cocodrilos, jaguares o sapos, símbolo de las criaturas que poblaban los varios niveles del mundo según la cosmología maya.
Y como en otros asentamientos, estos mundos estaban conectados por gigantescas y centenarias ceibas.
Los restos arqueológicos de la ciudad incluyen, como no, un juego de pelota y varios templos que se distribuyen alrededor de la Plaza Principal.