Sus calles estrechas, plagadas de albergues para peregrinos, se convierten en improvisados homenajes florales en las fiestas del Corpus.
Y nos llevan a la iglesia de Santa Mariña, templo neogótico del siglo XIX que sustituye a uno anterior. Su campanario puede verse desde todos los puntos de la comarca.
La siguiente parada es Portomarín, parada inexcusable del Camino y poseedora de una iglesia con aires de fortaleza levantada en el siglo XII por los caballeros de la orden Militar de San Juan de Jerusalén.
Pocos visitantes saben que no siempre la iglesia, ni el mismo pueblo, estuvieron siempre aquí. En su origen el conjunto estuvo a orillas del río Miño, hasta que en 1950 se proyectó un embalse que obligó a su traslado piedra a piedra al nuevo Portomarín.
La iglesia por tanto, se construyó con un estilo militar innegable y posee el mayor rosetón de Galicia si tenemos en cuenta su tamaño.
En un lado de la plaza encontramos una estatua que homenajea al peregrino. Curiosamente esta obra ha estado colocada en diversos puntos de ella, y al parecer en todos molestaba, por lo que se tuvo que guardar en el punto limpio de la ciudad hasta llegar a la decisión que la colocó en 2011 en su lugar actual por votación popular.
Y nos vamos a Lugo. En mi opinión, la mejor manera de conocer la ciudad es recorriendo las murallas que la rodean y protegen en primer lugar. Son como un prefacio, un prólogo de lo que nos espera cuando entremos al casco histórico. Si queremos conocer todos los secretos de la ciudad, recomiendo la estupenda visita guiada por Lugo
Para ello tomemos como punto de partida la Puerta de Santiago, frente por frente con la Catedral. Uno de los puntos de acceso más importantes de la muralla, era el camino de salida de los religiosos y sus sirvientes para acceder a las huertas localizadas extramuros y era la única que permanecía abierta en tiempos de peste.
Sobre el arco que permitía el paso a los carruajes se añadió una estatua de Santiago Matamoros.
Por una rampa a su izquierda accedemos al paseo de la Muralla. Este espacio defensivo es de un valor incalculable, ya que es la única de Europa que conserva enteros sus lienzos y trazados. Con 2 kilómetros de largo y 10 puertas, la muralla fue levantada por los romanos para proteger un bosque sagrado dedicado al emperador Augusto.
Declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 2000, está hermanada con la Gran Muralla China desde 2007.Rodear la ciudad paseando por un sendero que en algunos caso se ensancha hasta los 7 metros es hacer un ejercicio de historia que nos lleva 17 siglos atrás en el tiempo.
Tenía 85 torres de las que permanecen 71, de planta redonda y cuadrada, algunas con ventanas como A Mosqueira, levantadas en granito y pizarra.
Se accede al interior a través de diez puertas, de las que sólo cinco son originales. Las otras se fueron abriendo a lo largo de los siglos para permitir la entrada de carruajes y comerciantes, a los que se les cobraba un impuesto llamado portazgo.
A principios del siglo XX la Corporación tuvo dos "maravillosas" ideas que afectaron en gran medida a la integridad de la muralla. Se levantó un hospital, que sólo estuvo en uso durante la década de 1930 y para acceder a él se abrió a fuerza de dinamita una puerta. El asunto acabó en los tribunales, pero el daño estaba hecho.
Llegamos al punto de partida en nuestro recorrido circular y visitamos la Catedral.
Levantada sobre un primitivo templo del siglo I, la Catedral de Lugo suma en su estructura varios estilos arquitectónicos, sobre todo aquellos en boga tras el terrible terremoto de Lisboa que afectó a la primera estructura de la iglesia en el siglo XVIII.
Su construcción duró más de un siglo, y se colocó bajo l advocación de la Virgen de los Ojos Grandes. Curiosamente, la catedral tiene el privilegio de poder exponer permanentemente el Santísimo Sacramento, según una bula papal, lo que hace que se la conozca a Lugo como la ciudad del Sacramento y que el cáliz y la hostia aparezcan en el escudo de la ciudad.
Paseando por su interior vemos diversas capillas, como la del Buen Jesús, de 1804.
O pasos de Semana Santa como La Última Cena.
O la del Nazareno, que pertenece a la misma cofradía que el Buen Jesús, que la encargó en los años 50 del siglo pasado.
En la capilla situada bajo los órganos se venera una imagen del Ecce Homo, que hasta hace poco estaba rodeada de un retablo de principios del siglo XX. Curiosamente, el retablo se había deteriorado bastante, por lo que hubo que despiezarlo para su restauración. Al hacerlo se descubrió bajo él unas preciosas pinturas barrocas ennegrecidas por el humo de las velas. Tras su limpieza se ha decidido no volver a colocar el retablo, ya que el valor de las pinturas es superior al del retablo.
Otra curiosidad de la Catedral, es que el antiguo retablo mayor de la misma se dividió en dos tras el terremoto de Lisboa, colocándose uno en el testero norte y otro en el sur.
Otras piezas de arte sacro salen a nuestro encuentro...
Mientras nos acercamos al altar dela Patrona de Lugo, la Virgen de los Ojos Grandes.
Estamos ante una talla mariana de tamaño natural, que representa a la Virgen en actitud de dar el pecho a su hijo, fechada en el siglo XII. A la imagen se le atribuyen diversos milagros y se encuentra colocada en una capilla barroca de complicado diseño.
De nuevo en la calle, pasamos ante el Palacio Episcopal, enteramente hecho en granito gallego y de estilo barroco. Según fuentes históricas, fue aquí donde se hospedaron los Reyes Católicos en 1496 en una visita que hicieron a la ciudad.
Entre las callejuelas encontramos la Fuente de San Vicente, obra barroca de gran fama en la ciudad por una curiosa tradición. Cada 29 de julio mana "milagrosamente" vino por sus tres caños.
Cerca se encuentra la Iglesia de San Francisco, que según se dice fundó el santo en una visita a la ciudad. En su interior se ubicas el Museo Provincial.
En la Plaza de Santo Domingo se levanta el llamado Monumento al Bimilenario, un águila de bronce fundido sobre una columna de 15 metros de altura, que recuerda los dos milenios transcurridos desde la fundación de la ciudad por los romanos. El águila imperial romana que lo culmina no es la original, ya que ésta tenía las alas cerradas y fue sustituida por la que hoy vemos con las alas desplegadas en 1977. La original se encuentra en el Parque Rosalía de Castro.
Dejamos atrás la ciudad para internarnos en el campo lucense y nos dirigimos a las llamadas Penas de Rodas.