Film que, aun con sus trampas, hay que reconocer que le salió redondo. Después, realizó Silencio desde el mal y Sentencia de muerte, películas que no causaron tanta sensación como Saw, la cual dio lugar a una extensa franquicia de la que Wan ha ejercido de productor.
Pero no fue hasta su film Insidious en 2010, cuando el apellido de Wan se puso, para bien o para mal, otra vez en boca de muchos. Un servidor, que se encuentra en el segundo grupo, perdió toda la justa confianza que podía retener.
Pero en 2013, Expediente Warren: The Conjuring, sin parecerme la magnífica obra que algunos afirmaban, me devolvía las esperanzas perdidas en el realizador australiano. Un film que aprovechaba para presentar de manera paralela a la muñeca Annabelle.
La muñeca obtuvo su propia película en 2013, dirigida por John R. Leonetti y producida por Wan, y que casi consigue que me arrancase los ojos durante el visionado, y no del terror precisamente.
Después de alejarse completamente del género de terror haciéndose cargo de la dirección de la séptima entrega de Fast & Furious, en la que se desenvolvió muy bien. Nos acercamos al presente, el género que ha ocupado la mayor parte de su carrera como director, el terror, nos deja una secuela algo menos fructífera que su antecesora, que trae por título Expediente Warren: El caso de Enfield.
Los renombrados demonólogos Ed y Lorraine Warren viajarán al norte de Londres para ayudar a una madre soltera que tiene a su cargo cuatro hijos y que vive sola con ellos en una casa plagada de espíritus malignos.
El film comienza con un prólogo en el que se representa por enésima vez -desde otro ángulo distinto- la matanza de Amityville en la gran pantalla. No me extrañaría que aprovechen al matrimonio Warren para realizar otro film sobre la casa de Amityville.
Pocas películas actuales de terror dan miedo y Expediente Warren: El caso Enfield no es una excepción. James Wan que repite con los guionistas de la obra original, Carey Hayes y Chad Hayes, que se sirven de todos los tópicos del propio género de las posesiones y casas encantadas. Los hermanos Hayes son guionistas de la infravalorada La casa de cera dirigida por Jaume Collet-Serra.
Como punto ¿novedoso?, mejor digamos, distinto. Podríamos destacar que durante el tramo central, nos cuentan algo más del matrimonio Warren y su vida privada. Un tramo que hace que la película pierda algo de fuelle y ritmo, que por suerte recupera en su tramo final.
Pero como he dicho, la película no da miedo en absoluto. Su mérito reside en la ambientación y que tiene sustos bien calzados, aunque no todos. El apartado sonoro es de lo mejorcito y más elaborado en esta propuesta tan poco refrescante para el género de terror actual.
En lo que James Wan sigue demostrando ser un crack, es en los decorados y en la iluminación. Además, de contar con un muy buen operador de cámara que se mueve muy diestramente en espacios tan pequeños en la putrefacta casa muy bien decorada.
Aunque, salvo en los efectos especiales, actualmente es difícil saber lo que está realizado por ordenador y lo que no, cosa que le resta valor y reconocimiento si no el decorado no es artesanal.
Como su predecesora, esta secuela se basa en un caso original. Por supuesto, el film se toma muchas licencias visuales que nada tienen que ver con el auténtico caso. Unas licencias que se convierten en excesos que no me han agradado demasiado. No llegan al ridículo de Insidious, pero no andan lejos en ciertas ocasiones.
En los créditos finales ponen la grabación original en la que el espíritu se comunica a través la niña de once años de la familia y salen fotografías originales, hay que reconocer que las caracterizaciones y escenarios están muy bien recreadas/os de manera bastante fiel.
En cuanto a los actores, el matrimonio Warren interpretados por Vera Farmiga (La huérfana) y Patrick Wilson (Watchmen) que ya encarnaron dichos roles en la primera parte, se muestran muy naturales.
A un nivel sensato y lógico, hay situaciones que se desmontan por sí solas. No hace falta que como espectadores cuestionemos aspectos lógicos; tiempos de reacción o decisiones que toman los personajes principales. En ese aspecto, la historia no es demasiado consistente, sobre todo, en el tramo precipitado tramo final. Curioso dato, teniendo en cuenta que le sobran 20 minutos de metraje para mi gusto personal.
En cuanto a la familia Hodgson, los que más destacan son la madre y la hija de once años, auténtica protagonista de la historia. Frances O’Connor (Al diablo con el diablo) ejerce de manera neurótica y creíble que encaja muy bien en las situaciones más rocambolescas. En cuanto a la niña, interpretada por Madison Wolfe (Joy), me ha parecido sobreactuada en las partes que se encuentra poseída, pero correcta.
A pesar de los mencionados tópicos del propio género que usa y reutiliza dentro del film en varias ocasiones, es una película con una línea argumental parcialmente distinta a otras obras similares. Su mensaje motivacional -confía en las personas- es demasiado redundante.
Todo y con eso, película es medianamente entretenida, pero inferior en aspectos ajenos a la parte técnica. Y es que, a veces, menos es más.