Llego a la librería Ocho y Medio, en el centro de Madrid, para hablar con Jean Charles-Hue. Este director francés presentó el año pasado en Cannes su segunda película, Mange tes morts, un particular western sobre una peligrosa aventura de tres hermanos gitanos. Ahora se estrena en España, y tenemos el privilegio de hablar con él. Lo hacemos en Francés, a pesar de que el director habla español. Parece agradecerlo, y tras unas breves frases de cortesía e introducción, nos regala una charla amplia y sincera, como pocas hemos tenido.
Fotografías: SueRainbow
¿Es su primera vez en España? ¿Cuál es su relación en con el país?
No, en realidad conozco bastante el país. Por motivos personales pasé un año en Barcelona y conozco además Sevilla y Granada. Durante la promoción de mi anterior película, La BM du Seigneur, pasamos un tiempo en Madrid y ahora repetimos para promocionar Clan Salvaje.
Me gusta mucho España, hablo y me gusta mucho su lengua, el castellano. Adoro además el flamenco, lo que me ha llevado a visitar Sevilla en varias ocasiones. En Barcelona pasaba mucho tiempo en el barrio de la mina, lleno habitualmente de gitanos y también con mucha presencia del flamenco.
¿Y otros aspectos de nuestra cultura que le interesen, tal vez dentro de la cinematografía?
Como todo el mundo, y particularmente durante el colegio, me interesé por Buñuel y todavía hoy es un cine que me interesa enormemente. Su mitología, su cine realista que se mezcla con las creencias, las ceremonias... me fascina.
También sigo a varios cineastas actuales de vuestro país, y sus cintas más célebres, casos como el de Rec u otros muchos. Creo que a pesar de que en España se hagan muchas menos películas al año que en Francia, se ha conseguido un nivel muy alto.
Menciona a Buñuel, director habitualmente asociado con la representación de la burguesía en el cine. Igual que él tenía esa fijación temática, parece usted haberse querido centrar en el campesinado, en el pueblo gitano.
Me gustaría decir que sí, pero es un tema tan grande que podría resultar pretencioso adueñarme del mismo. Por supuesto, me interesa.
Usted ha dicho que el cine hoy en día es como la Biblia en la antigüedad: es donde acude la gente a obtener formas de actuación, roles de comportamiento. ¿Cree que en el cine de hoy se ha olvidado de esta función?
Desde luego, completamente. Comparado, por ejemplo, con el cine de otras décadas, como el de los años setenta. Los setenta fueron una época en la que sin renunciar a películas que resultasen atractivas para que el público acudiese a las salas, se trataban temas profundos y de carácter social.
Lo que más me duele es la cuestión mitológica, es decir, haber perdido la posibilidad de experimentar algo real, algo trascendente. En las películas que veía de pequeño en casa de mis abuelos, films como Easy Rider o clásicos de John Ford, se contaban historias simples, sencillas de seguir, pero en el fondo existía algo que conectaba con nosotros, la vida de los personajes encerraba esa mitología. Grandeza.
¿Qué puede decirme del uso de la luz en la película? ¿Tiene algo que ver con sus inquietudes artísticas anteriores al cine?
Antes del cine, sobre todo me interesaba el dibujo. Era mi pasión, desde joven. Nunca trabajé mucho en el colegio de pequeño, pero siempre estaba dibujando. Luego me cautivaron todas las formas del dibujo: el óleo, la acuarela...
Voy a darte un ejemplo preciso para explicar la importancia que tiene la luz para mí en el cine, y en la mente del espectador. Cuando era un chaval, pasaba mucho tiempo solo. En casa de mis abuelos. Era alguien que llevaba una vida harto contemplativa, paciente, me gustaba la naturaleza e imaginarme multitud de mundos que venían directamente de muchas películas que veía. En una de ellas, apareció el primer plano, la primera imagen en el cine que me ha impactado de verdad y que cuyo efecto en mí no he podido olvidar.
Tendría entre cinco y siete años. Ya conocía películas de peso como Star Wars, pero fue una tarde viendo Moby Dick de John Huston cuando ocurrió. No es el mejor trabajo de Huston ni mucho menos, a pesar de contar con dos o tres momentos de mucho valor. Uno de ellos, es cuando Gregory Peck, que interpreta al capitán Ahab, clava el doblón de oro en el mástil. Ahí la luz del sol incide directamente sobre el doblón de oro, y se apodera de toda la imagen. Solo hay amarillo. Sin nubes si quiera. La tripulación está ensimismada, y hay algo mágico en todo esto, da la impresión de que el propio doblón de oro brilla por si mismo.
Por supuesto, la luz es algo que trabajo con el resto del equipo, pero es ese tipo de inspiración la que me empuja a darle más protagonismo a la luz. La luz es una presencia vital en mis películas, hay algo de divino en ella. Es curioso porque en la Biblia, Dios se representa habitualmente a través de la luz, sus apariciones. Representa un espíritu, la parte misteriosa del hombre, la epifanía.
Ha ido a Cannes en la pasada edición con la familia Dorkel, protagonistas de la cinta, y han dicho que les ha gustado. ¿Qué le llega del resto del pueblo gitano? ¿Les gusta la cinta?
Efectivamente, a los Dorkel les ha encantado la película. Tan solo hay una cosa, un problema real, y es el título. No el título en español, Clan Salvaje que incluso me gusta porque me recuerda al de la película de Peckinpah, Grupo salvaje. De hecho, incluso es parecido (ríe), unos personajes ajenos a la sociedad, viviendo su última aventura juntos...
¡Es verdad! Hay mucho en común. ¿Era consciente de eso mientras lo hacía?
No no, pero estoy seguro, seguro de que hay algo detrás, algo en la mente, que sale después. Fijo. Eso ocurre en el cine, en la pintura...
Bueno, como decíamos, el título Mange tes morts(come tus muertos) es, sin duda, problemático. Hay mucho gitanos en Francia que directamente por este título no han querido ir a ver la película, o no les ha gustado, y lo entiendo, tienen razón, admito el error. De hecho de ahí viene el añadir Tu ne diras point, algo así como una prohibición, en sentido bíblico, firme.
Una vez dicho esto, siempre que se hace una película sobre una etnia, sean judíos, gitanos, lo que sea, generalmente están en contra de la misma. Bien porque no se ven representados y les gustaría, bien porque se ven representados y no les gusta.
Y encima, aquí hemos hablado del pueblo yeniche. Que no son como los gitanos. Los gitanos provienen de india, los yeniche vienen del centro de Europa. Históricamente tuvieron roles diferentes como comunidad y como pueblo y hoy en día tienen muchas diferencias. El pueblo yeniche, por ejemplo, al contrario que el pueblo gitano, no practica la música de forma tan primordial. Algo de acordeón debido a su pasado centroeuropeo, pero poco más.
De los gitanos en cualquier librería puedes encontrar muchísimos libros, CD"s, películas... sobre los yeniche, nada. Y son tan numerosos, o incluso más, que los gitanos, y no se habla de esto por la poca identificación que hay sobre estos.
La historia, además, es una historia de un robo, y para muchos esto es un prejuicio innecesario. Pero la historia es una historia real, excepto algunos elementos como el bautismo. Y creo que se debe contar como se ha contado y no tomar al público por tonto, si dices "los gitanos no roban" caes en una absurda corrección política y en la mentira. Exactamente igual que si dices "todos los gitanos roban". La cuestión es comprenderpor qué el robo, donde está la humanidad en sus actos, tanto en los buenos como en los malos.
¿Dónde encuentra en la película el momento de mayor humanidad?
Ah, esa es una buena pregunta. Supongo que en la madre de ellos, como expresa sus sentimientos, esa dualidad, ese amor con su hijo, al que quiere con locura, pero al que grita y quien le hace llorar. El amor es así, complejo, humano, nada de lo que estamos acostumbrados a ver en otras representaciones.
Para acabar, esta película puede ser algo lejana, ajena para el público que no esté familiarizado con la gente que se ve en la misma. ¿Cómo convencería a los espectadores de la empatía que sentirán aunque no conozcan a los yeniche?
Creo que el secreto está en Jason. Todos nos encontramos como él ahora mismo, en un momento en el que tener que decidir en qué dirección vamos a caminar. Estamos en un mundo que tiene una cantidad enorme de tradiciones, nuestro pasado nos pesa pero queremos mirar hacia el futuro, en un mundo cada vez más global en el que es muy difícil entender a nuestros vecinos y a nosotros mismos.
¿Qué hacer? Incluso cuando hacemos el mal no estamos actuando de forma autónoma, si no que toda esa carga de herencia de nuestros antepasados nos influye y modifica nuestro comportamiento. Y creo que esta película habla de eso, de la herencia. A través de un niño de 17 años que tiene que decidir entre su comunidad, la de los gitanos de hoy en día o entre la vida de su hermano, la violencia, la guerra constante.