El río Piles lleva más de cien años contemplando El Molinón. Desde que fue levantado a principios del siglo XX, el estadio no se ha movido de allí.
El Molinón es el estadio más antiguo del fútbol español. Aunque la última remodelación demuestra que ha sabido adaptarse a los tiempos.
En El Molinón se practica deporte tanto dentro como fuera del estadio. El carril bici que bordea el estadio es una maravilla.
La última remodelación cambió por completo la imagen de El Molinón, que ahora luce un aspecto mucho más moderno.
Además de modernizar la fachada, El Molinón se rodeó de locales comerciales que mantienen al estadio con vida los siete días de la semana: bares, supermercado, gimnasio…
En el fondo sur, el estadio cuanta con un parking, aunque los días de partido se queda pequeño. Es mucho más útil para el día a día.
Enrique Castro ‘Quini’ es, posiblemente, el jugador más emblemático del Sporting. La avenida que pasa entre el río y el estadio lleva su nombre.
Otro mito del Sporting es Manolo Preciado. El entrenador es recordado con una estatua en el exterior de El Molinón.
Por este pasillo entré al estadio. Era un día de verano, no había partido y tampoco nadie que me impidiera el paso. Así es como conocí El Molinón (y no pisé el césped, que conste).
Y éste es el pasillo que recorren los jugadores antes de saltar al césped. Un cartel recuerda el año de fundación del estadio.
El Molinón recuerda al clásico estadio inglés. La grada de preferencia cuenta con asientos abatibles y una cubierta traslúcida. Y las butacas llegan a ras de césped, como debe ser.
El fondo norte fue la última zona del estadio en ser remodelada. Ahora alcanza la misma altura que el fondo sur, aunque siempre fue una grada más pequeña.
La grada más alta de El Molinón. La cubierta también es traslúcida, aunque echo en falta un panel que la una a las cubiertas más bajas de los fondos.
Tras la última reforma, los asientos del estadio lucen el clásico color rojiblanco del Sporting, aunque con el estilo degradado que se ha impuesto en los recintos más modernos.
Una de las cosas que más me gusta de El Molinón es la cercanía de las gradas al césped. Estoy seguro de que sus jugadores lo agradecen.
El Molinón llegó a tener un aforo de 45.00o espectadores. Fue durante los partidos de Alemania en la primera fase del Mundial de España’82. En aquella época, gran parte de las gradas eran de pie. Ahora, su capacidad es de 30.000 aficionados.
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