UN ESTADIO CON CUATRO FACHADAS
Es curiosa la transformación que sufren los estadios con apenas un par de brochazos. No es necesario una inversión multimillonaria para mantener el tipo con dignidad. Además de sanear las tuberías, las puertas, instalar ascensores, alicatar los baños, tirar tabiques, renovar los vestuarios, cambiar las butacas y sustituir las rejas que separan las gradas por modernos metracrilatos antireflejos (si es que se llaman así), el Sevilla ha decidido personalizar la fachada de su estadio con murales de jugadores históricos (respetando el mosaico de España’82 que preside la entrada principal), un gran escudo rojo y blanco en el fondo sur, los títulos conquistados por el club en el norte y la imagen de Antonio Puerta en la fachada este, sobre la puerta 16.
MIS ANFITRIONES SEVILLISTAS
De todo esto me pusieron al tanto Tomás Campos, que no necesita presentación, y José Pedro, un gran viajero futbolero y el primero de mi lista de fichajes en cuanto decida ampliar la plantilla de Viajes Futboleros. Cuando llegue el día, pediré consejo a Monchi para que me explique cómo fichar a un crack sin apenas dinero. Gracias a ellos, el vídeo del nuevo Sánchez Pizjuán salió así de bien.
ECHÉ DE MENOS UNA NUEVA CUBIERTA
Lo que no sé si sabían es que el arquitecto que diseñó el Sánchez Pizjuán había participado, 11 años antes, en la construcción del Santiago Bernabéu, que también cambiará radicalmente de aspecto a partir del verano de 2017. Pero esta reforma irá más lejos, ya que cubrirá el estadio madridista por completo. Con un techo retráctil, de esos que se abren y se cierran. Precisamente ese detalle, el de la cubierta, es el que más eché de menos en el nuevo Sánchez Pizjuán. Cuestión de presupuesto. Supongo que el Sevilla no cuenta con un Monchi en el departamento de instalaciones.
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