AQUEL OSCURO CORREDOR
Tampoco olvido un derbi que terminó 0-3. En aquel Atleti ya jugaba Schuster junto a Futre, Manolo, Rodax… Pero mis recuerdos no son tanto del partido como del lugar desde donde lo vi. Yo estaba en la parte más alta. Entonces, el Bernabéu aún tenía dos anfiteatros y entre la última grada y la cubierta había una especie de galería. Era oscura y unos barrotes separaban el corredor de los asientos. Te sentías encarcelado. Por suerte, había una especie de escalón en el que pude sentarme. Aún me pregunto qué era aquello y cómo terminamos allí mi hermano y yo.
¿EN QUÉ SE HA CONVERTIDO ESTO?
Estos recuerdos se me vinieron a la cabeza cuando fui al último Clásico. Nada tuvo que ver con lo que viví entonces, claro. El Santiago Bernabéu es ahora un estadio completamente distinto —si quieres conocer el estadio, aquí puedes comprar entradas para hacer el Tour del Bernabéu—. Todo está orientado al consumo y a la comodidad del espectador. Ha desaparecido el gallinero y hay galerías que, en lugar de corredores carcelarios, semejan la entrada a unos cines de última generación. Ha cambiado hasta tal punto que, tres horas antes del partido, los alrededores del estadio estaban poblados de camisetas azulgrana, casi tantas como del Real Madrid. Y, en la grada, la mezcla de aficionados era evidente. La atmósfera que rodeó el partido también me resultó extraña: poca o ninguna animación local, fans árabes, indios y japoneses por todas partes, más preocupados por mirar su smartphone que de prestar atención al césped. ¡Incluso vi a un espectador celebrar el gol de James Rodríguez agitando una bufanda del Barcelona! Un ejemplo de cómo ha evolucionado todo. Para mal.
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