Hoy nuestro viaje se centra en uno de los personajes más famosos de Alemania, y concretamente de Baviera: el famosísimo rey Ludwig II de Baviera (también conocido como "El Rey loco"). Como ya os comenté en anteriores entradas, su fascinación por la arquitectura y la megalomanía le llevaron a construir varios castillos y palacios, concretamente tres: el castillo Neuschwanstein (conocido también como el Castillo de Disney y la mayor atracción turística de Alemania), el palacio de Linderhof y el que nos ocupa hoy: el palacio real de Herrenchiemsee. La peculiaridad de este palacio es que está ubicado en un isla dentro del tercer lago más grande de Alemania, el Chiemsee. Curioso, ¿verdad?
Vista del lago Chiemsee.
El lago Chiemsee
Situado en el sudeste de Alemania, cerca de la frontera con Austria y no lejos de los Alpes se sitúa este enorme lago, de más de 50km cuadrados de extensión. No en vano, es también conocido como el mar de Baviera. Toda la región alrededor de mismo es denominada Chiemgau, y es conocida por ser una zona de recreo donde poder realizar diversas actividades, tales como deportes acuáticos, senderismo, cicloturismo etc.
Los deportes acuáticos están muy presentes en el lago.
Varios ríos desembocan en este lago, lo que unido a su cercanía con los Alpes ha propiciado su formación, hace varios miles de años. Actualmente, aparte de las actividades mencionadas anteriormente, es muy reconocido entre los alemanes por la posibilidad de darse un refrescante chapuzón en verano en las bonitas "playas" a las que podemos acceder desde distintas localidades situadas alrededor del lago. Para los turistas, la visita al palacio también supone un poderoso reclamo.
Las islas
El lago contiene tres islas diferentes: Herreninsel (la más grande, donde se encuentra el palacio), Fraueninsel (segunda en extensión y que alberga el convento de Frauenwöhrt) y Krautinsel (la más pequeña y que está deshabitada). Para alcanzar estas islas, además de para poder trasladarnos entre distintas áreas del lago existe un servicio de barcos cuya frecuencia es bastante elevada en la temporada estival. De este modo, podremos alcanzar de manera rápida y sencilla los distintos lugares que conforman este lugar y sus alrededores. Toda la información sobre los horarios y barcos disponibles los podéis consultar en esta web.
Embarcadero de Prien, visto desde el barco.
La localidad dede la que parten los barcos, y que es además accesible también en tren, es Prien, aunque también se puede tomar en embarcaderos de otras localidades. Un tren de carbón recorre la distancia entre la estación de tren de Prien y el embarcadero desde el que parten todos los barcos que recorren el lago. Nosotros decidimos ir en coche, lo cual también es muy recomendable, dado la gran cantidad de zonas de aparcamiento que hay alrededor del puerto.
Vista desde el embarcadero de Herreninsel, Chiemsee.
Se pueden adquirir tickets de diferentes precios, según el itinerario que deseemos recorrer. En nuestro caso sólo nos interesaba visitar la Herreninsel, lugar donde se ubica el palacio real de nuestro querido Rey Ludwig, y que éste construyó como una imitación idealizada del Palacio de Versalles francés, como veremos más adelante.
Llegada a Herreninsel
Con nuestro billete previamente adquirido, nos subimos a nuestro barco, con dirección a la isla de Herreninsel (isla de los hombres). En unos 15 minutos estaremos allí, en la primera parada del itinerario, que será también nuestro destino.
¡Que nos vamos!
Una vez hayamos desembarcado, encontraremos las enormes taquillas donde podremos adquirir los distintos tickets para las visitas que queramos realizar. En nuestro caso, queríamos contemplar el palacio por dentro. Por desgracia, esta es la mayor atracción de la isla, por lo que no se puede adquirir la entrada de la visita al palacio en solitario, sino una combinada que incluye también el museo de Ludwig II, la visita a un museo agustino de un monasterio cercano y la entrada a una exposición de arte moderno (por unos 10€ por persona). Aún así, para mí personalmente merece la pena visitar el palacio si venís hasta aquí.
Llegada al embarcadero de Herreninsel.
El palacio
Una pequeña caminata, de unos 10 a 15 minutos, nos conducirá a la entrada del palacio, donde la vista es impresionante: unos bellísimos jardines con diversas fuentes adornan el exterior del palacio, que por otra parte es bastante más sencillo en el exterior de lo que podremos visitar dentro.
Jardines y fuentes, con el palacio al fondo.
La visita guiada, en esta ocasión, contaba con un guía alemán que hablaba en español, en lugar de las habituales audioguías. Esto permitió que la visita fuera mucho más productiva, al contar con la posibilidad de preguntar directamente al guía aquello que queramos.
Vista trasera del palacio.
Sobre el interior del palacio, no hay palabras: como os comentaba, el rey Ludwig II visitó Versalles y se enamoró de aquél palacio. Además, su opinión era que un verdadero rey debía ostentar el poder supremo sobre su pueblo, y ser capaz de hacer cuanto quisiera, cosa que para él no fue posible, al ser un rey que gobernaba una región (Baviera) dentro de un gran imperio (Prusia) al que se había anexionado, con las reglas de gobierno propias de finales del siglo XIX.
Sala de los espejos en el interior del palacio, que recrea a la existente en Versalles.
Por ello, su fascinación era el rey francés Luis XIV, y en su memoria mandó construir su palacio a imagen y semejanza de Versalles. No se podían tomar fotos del interior del palacio, pero su belleza es espectacular, e incluso personas que han visitado ambos aseguran que la "copia" llega incluso a superar al original. Lo más llamativo es que este palacio no tenía ninguna utilidad, salvo dar la satisfacción al monarca, que gustaba de pasear y contemplar estas estancias en solitario, siempre durante la noche. El colmo del "absurdo" es que apenas pudo pasar aquí 10 días en toda su vida.
Palacio de Herreninsel. De haber sido acabado, debería tener una nave adicional a cada lado.
Como apunte final, decir que el palacio está absolutamente inacabado, puesto que el reino de Baviera se quedó sin fondos con los que completar la construcción (se podría decir que apenas un 30% o menos de lo planeado se pudo llevar a cabo). Por tanto, muchas de las estancias están completamente vacías, y las dos naves que deberían flanquear la entrada principal no se encuentran actualmente (aunque una de ellas llegó a ser construida, siendo eliminada posteriormente para mantener la simetría del palacio. Los escombros fueron donados a habitantes de la región).
Detalle de fuente, con el palacio al fondo.
Fuente del palacio, inspirada en las existentes en la Granja de San Ildefonso en Segovia.
Utilizando la misma entrada de la visita guiada, se pueden ver algunas réplicas de estancias del interior de otros de los castillos en los que habitó el excéntrico monarca, así como planos de sus construcciones, piezas de sus escritorios, vajilla etc. todo de un nivel de lujo y belleza impresionante, dentro del museo de Ludwig II, ubicado en otras salas del propio palacio.
Recreación de uno de los aposentos del rey Ludwig II, en el museo que lleva su nombre.
Y aquí acabamos la visita de hoy, volviendo con nuestro barco al punto inicial del lago desde el que partimos y contemplando las maravillas circundantes. Y vosotros, ¿conocíais este castillo? ¿Lo habéis visitado?
¡Hasta el próximo viaje!
El viajero