Quizás este sea el post más breve que leerás Intensional. El proceso interno que voy realizando, todavía necesita madurar para ser expresado. La conciencia de no tener aún las palabras justas, me impide dar rienda suelta a la desmesura expresiva que me caracteriza. La lectura del texto que nos regaló Kassandra -que bien merecía el título de "post invitado"- tuvo repercusiones personales. A raíz de su comentario, puedo mirar desde otro lugar mi reticencia a recorrer determinados caminos. Y como estuve intensionando sobre caminos no-recorridos y otros por recorrer, ese es el tema del breve post de hoy.
Si algo ha tenido de enriquecedor el trayecto recorrido con el Proyecto Intensional es descubrir las propias creencias limitantes. En el ejercicio de la opinión compartida y sentida en comunidad confirmo una más de esas ataduras que no son esenciales pero que fui aprendiendo. La racionalización ciega no es natural a mi espíritu. Si pienso en una imagen primitiva y original de mí misma, "racional" no es uno de los atributos más sobresalientes. La razón es un escudo cómodo de llevar. Porque es más "fácil" vivir exhibiendo al mundo una máscara de lógica irrefutable que enfrentarse a la intensidad de una búsqueda espiritual. Por eso, creo que tengo que empezar a recorrer el camino menos transitado: el de no obedecer ciegamente a los argumentos elaborados intelectualmente cuando esa sabiduría instintiva que todas tenemos me avisa "así no va". Yo siento "eso con el estómago.
El sistema digestivo es la parte más débil de mi cuerpo, la que más se enferma. La que más duele. Y también la que me avisa que las cosas no están bien. Porque mi cerebro está preparado para elaborar argumentos de lo más sofisticados pero aún en ese caso, aún cuando genero la más inverosímil de las teorías -ésa que es imposible de falsar- el estómago me recuerda que me estoy equivocando o que me estoy auto-engañando. Se oprime como un puño cerrado y no cede. ¿Conocés la sensación? ¿Alguna vez te viste comprometida en algo que no querías hacer mientras sentías un vacío inexplicable en las tripas? Yo sí. Mi cerebro llegó a la conclusión de que es "justo y necesario" pero mi estómago no está dispuesto a permitir que lo ignore.
En fin, a veces es necesario avanzar por el camino menos transitado. Voy por ahí ¿me acompañás?