Veintisiete años de instantes. De risas. De anécdotas. De letras. Veintisiete años de felicidad.
Hoy, veintiséis de enero, cumplo veintisiete años. Yo. La persona que lleva todo esto. Que no somos un equipo, ni dos ni tres. Que soy yo. Esta que se ríe aquí debajo, la que ves tapándose la cara en un intento de desaparecer de la faz de la tierra momentáneamente.
Esta que ves aquí, siempre tuvo alguna historia que contar. Siempre tuvo una uña que morderse y un pelo que estirarse. Siempre tuvo ganas de volar. Y siempre quiso ser de las primeras en llegar y en acabar. Y de ver las cosas en primera fila.
Y como siempre, no puedo hacer esto, ya me conocéis. No puedo ser tercera persona. Soy primera persona. Hablo en yo.
A mi, La chica de los jueves, me gusta ver las cosas en primera linea. Pagaría por vivir todo desde las trincheras. Por estar en cada momento que merezca la pena ser escrito. Por estar en cada cabo atado y en cada puntada sin hilo. Y también en esos finales que no tienen principios, y en esos principios que no tienen finales.
Me gusta el directo, las erratas incorregibles, los vicios inconfesables. Me gusta salvar la vida a las mejores letras y borrar las que no signifiquen más que una frase. Me atrapa la gente que colecciona sorpresas y odio a los que subastan emociones. Me duele la cabeza de pensar y la tripa de sentir. Y soy, puedo gritarlo al viento, sólo una soñadora más.
Soñando con los ojos como platos. Y en primera fila, para no perderme nada. Con las palomitas en la mano y la mirada fija en lo que venga. En todo lo que pase por delante. En todo lo que sume años y reste miedos.
Miedos. No existen, no se permiten. Con veintisiete no hay miedos, hay oportunidades. Hay vida. Y esto es vida. Desvelarme a las dos de la madrugada y escribir esto, porque me siento tan bien que sólo quiero escribirlo. Escribirlo por no gritarlo, claro. No gritarlo por no despertar a los vecinos, que no es que sean muchos, pero los pocos que son se gastan un humor de perros.
Y no es plan. Prefiero no gastarme la voz (ni jugarme el humor de la finca) y contárselo a este borrador de WordPress, este fantástico creador de magia. El “tres, dos, uno….acción!” que más me gusta. Mi mayor pasión (o al menos, una de ellas). Porque no sé si lo sabréis, pero esto es emoción en su máximo nivel. Mejor que cualquier tipo de droga, porque no hay peor droga que la felicidad en estado puro.
Quería aprovechar este post poco típico para daros las gracias. Para deciros que no sería la misma sin haber empezado a escribir en este blog. Para deciros que mis veintisiete van a ser un millón de veces más bonitos porque vosotros hacéis que todo esto tenga sentido.
Gracias a los de siempre, sobre todo. A los de ahora. Y a los que vengan.
Y gracias, por si lo leéis, a las personas que habéis dejado ese hueco en la pared.
Quince entradas. Quince “marcos” cosidos a tiempo gracias a mi madre, a mi genial mamá. Quince pedazos de jueves que me llenan de orgullo. Y eso que no quería hacer mucho autobombo, pero es que es mi cumpleaños, y tengo una exposición en una de las cafeterías más bonitas de toda Valencia. Y punto. Y qué narices, que sí.
Gracias a Rocío por las fotos y a ti, que estás leyendo hasta el final, a pesar de que esto no es lo que acostumbras a leer.
Espero que este año sigamos por aquí, en las trincheras, leyéndonos historias y enmarcando momentos.
Feliz lunes a todos, yo me voy a que me tiren de las orejas, de aquí a unas horas.
Os quiere,
M.
Archivado en: Coffee Tales Tagged: Cumpleaños, entradas, exposiciones, La Petite brioche