Número Cero nos descubre la cara oscura del periodismo y la manera en que nuestra realidad está en manos de quienes construyen las noticias Los perdedores y los autodidactas siempre saben mucho más que los ganadores. Si quieres ganar, tienes que concentrarte en un solo objetivo, y más te vale no perder el tiempo en saber más: el placer de la erudición está reservado a los perdedores.
Con estas credenciales se nos presenta Colonna, el protagonista de Número 0, que en abril de 1992, a sus cincuenta años, recibe una extraña propuesta de un tal Simei: va a convertirse en redactor jefe de Domani, un diario que se adelantará a los acontecimientos a base de suposiciones y mucha imaginación, sin reparar casi en límite que separa la verdad de la mentira, y chantajeando de paso las altas esferas del poder.
El hombre, que hasta la fecha ha malvivido como documentalista y en palabras de su ex mujer es un perdedor compulsivo, acepta el reto a cambio de una cantidad considerable de dinero, y arranca la aventura. Reunidos en un despacho confortable, Colonna y otros seis colegas preparan los que serán los Número 0, las ediciones anticipadas del nuevo periódico, indagando en archivos que hablan de los secretos ocultos de la CIA, del Vaticano y de la vida de Mussolini.
Todo parece ir sobre ruedas hasta que un cadáver tendido en una callejuela de Milán y un amor discreto cambian el destino de nuestro héroe y el modo en que sus lectores vamos a mirar la realidad, o lo que queda de ella.