¡Por fin el otoño ha hecho acto de presencia! Tras un verano que se me ha hecho tremendamente largo ya están aquí las hojas secas, las mantas, los calcetines amorosos y los colores cálidos que tanto adoro. No me gusta adelantarme a los acontecimientos... pero hoy me apetecía escribir una especie de carta a mi estación favorita recopilando todo aquello que espero de los próximos meses. Y es que ahora mismo tengo la cabeza llena de ideas, proyectos y escapadas que espero hacer realidad antes de fin de año.
Este otoño va a ser un otoño lleno de momentos capturados. El año pasado por estas fechas apenas saqué la cámara y no tengo recuerdos de pasear por el simple placer de caminar observando alrededor en busca de fotografías... hasta que llegó diciembre, el reto #OneThing y, con él, las ganas. Para entonces fue demasiado tarde para "salvar" el otoño, los árboles ya estaban raquíticos y sólo en algunos parques las hojas secas seguían por el suelo. Este año quiero que sea distinto. No quiero dejar pasar los meses sin llenar la tarjeta de la cámara de colores rojizos, anaranjados y granates.
Además de en la naturaleza, también adoro ver los colores del otoño sobre mí. La semana pasada rescaté del armario los jerséis lanosos, las bufa-mantas y los zapatos color cereza –me hicieron mucha pupa el día que me los puse, ¡viva llevar zapatones de invierno a más de 30 grados!–. Lo de las botas es otra historia; las tengo tan viejunas que, muy a mi pesar, voy a tener que jubilarlas.
¿Y qué sería del otoño sin tazas de café humeante y colores carmesí en las uñas y en los labios? Reconozco que cada vez me da más pereza pintarme las uñas, pero cuando lo hago casi siempre tiro hacia colores que van del rojo al negro, pasando por una amplia gama de marrones. También me encanta calentarme las manos con una taza de café: entrar a una cafetería con calefacción después de un largo paseo y notar como entran en calor la nariz y los dedos de los pies es una sensación de lo más agradable.
Desde el año pasado tengo dos nuevos imprescindibles para esta época del año: las velas y las hojas secas. Adoro dejar mi cuarto en penumbra cuando cae el sol, manteniendo encendidas únicamente una lamparita pequeña, una tira de luces led y una vela aromática. Es el ambiente perfecto para que surja la inspiración. Además, este año quiero traerme mucho otoño a casa. Las hojas secas se conservan de maravilla dentro de libros o cuadernos... y es genialoso eso de manosear las páginas y encontrarse regalitos con forma de hoja medio descascarillada.
Por último, hablando de proyectos, octubre y noviembre me parecen dos meses perfectos para excursionear y viajar. Todavía no hace un frío helador y los lugares turísticos no están tan saturados como en verano. Me conformo con que el otoño me dé un mini viaje de fin de semana –que llevo planeando desde agosto– y alguna que otra excursión a las afueras de la ciudad donde dejarme absorber por la naturaleza. Y, al igual que el año pasado retomé el amor por la fotografía, este año quiero reconciliarme con el dibujo, las acuarelas y los pinceles. En septiembre dibujé más que todo el año pasado junto, y sólo espero seguir manteniendo este ritmo muchísimo tiempo más. Garabatear en mi escritorio aislada del mundo mientras escucho música me da paz.
Ahora cuéntame... ¿qué esperas tú de este otoño?