acercarme a Madrid para pasear por el Retiro, como me propuse en enero. El 2020 ha trastocado todos nuestros planes pero algo bueno he sacado de todo esto; y es que estoy empezando a observar mi ciudad con ojos de turista. Salgo de mi cueva para ir a trabajar, hacer recados y dar pequeños paseítos que me llenan los pulmones de energía. He paseado la réflex un par de veces por la ribera del Ebro –que durante estos meses está otoñalísima–, y aprovechando que a finales de octubre estrené móvil nuevo, también me acerqué al jardín botánico para trastear un poco su cámara.
El resultado de estos paseos son las fotografías que ves el post de hoy. Porque como diría Anne la de Tejas Verdes, “Im so glad I live in a world where there are Octobers”. Y I am so glad de haber descubierto una calle repleta de ginkgos a pocos pasos de casa, y de haber tropezado con un gatete negro en el jardín botánico, y de volver del parque con los bolsillos llenos de hojas secas con las que decorar mi guarida. Aunque suene a tópico, me gusta pensar que este año, más que nunca, hemos aprendido a valorar las pequeñas cosas del día a día y a encontrar la belleza en los lugares donde vivimos. Nunca había visto tan bonito mi río o quizás nunca me había fijado en él tanto como durante estos últimos meses.
Si te gusta el otoño, aquí tienes una pequeña dosis de otoño maño.
¡Un abrazo y que tengas muy buen fin de semana!