(Aviso de antemano: me trago la lengua y me como todas y cada una de las palabras dichas en esos momentos en los que me he metido con Paula Echevarría o con cualquier otra bloggera afamada por colgar fotos hechas con el teléfono móvil, ya que las que vais a ver en este post son 100% de móvil y 100% caseras, aviso).
9:30. Miro de reojo la maleta que sobrevivió al charco de Mulhouse. Está que da asco verla, no le he quitado ni el polvo. Pero qué bonita ella, a pesar de la roña. Me encanta que cuente tantas historias, tantas carreras por estaciones de tren y aeropuertos. Levanto la vista y veo a mi hermana. Ella siempre está perfecta, aunque haya dormido dos horas. Supongo que es el gen “mamá”, ese que tienen las supermujeres que no son malditos desastres como yo. Me sonríe y me mira como diciendo “Vamos, que esto ya está aquí!!”. Emoción absoluta. Desayunos McDonals. Tío raro que recoge las bandejas porque sí y que creo que esconde oscuras intenciones. Agarro bien la maleta mientras Marina saca dinero. Nos vamos y subimos al Ave. Vamoos!
10:00. No vamos juntas en el tren. Mi hermana acaba en otro vagón haciéndose amiga de una embarazada muy maja. Yo, en cambio, comparto durante cinco minutos espacio con un señor con pintas de juez del tribunal supremo. De repente, se levanta y agachándose un poco, me dice con voz varonil…”Disculpa, pero hay sitios libres y me cambio, perdona…”. A mi en realidad me da lo mismo, mejor sola para poder empanarme agusto. Pillo unos auriculares y me pongo en Youtube canciones de Vetusta hasta que me duermo. Cuando abro un ojo, está pasando el carrito con café. Pido uno y me pongo a leer el 20minutos con una sonrisita orgullosa de oreja a oreja.
12:00. Madrid. Nada más salir a la calle nos cruzamos con Emil. Se lo digo a mi hermana, pero olvido que ella no es una adicta de los realities y que no suele ver Masterchef. Seguimos. Aprovechando el tema, le cuento lo del León come gamba. Empieza a llover. Yo, como es de esperar, no llevo paraguas. Empezamos a hablar de no se qué. y acabo contándole que ya tengo alma gemela y que se llama Holden Centeno, y le cuento emocionada el relato que le he mandado, pero no doy más detalles (sólo enumero una lista infinita de todo lo que tenemos en común y de lo superfriki que me siento).
12:35. Hostal. No es el mejor que he(hemos) visitado, pero desde luego que los recuerdo peores. El recepcionista resulta ser bastante majo, pero la habitación aún no está lista, así que guardamos maletas y nos vamos a patear la ciudad y a comer calamares.
(Y aceitunas).
15:00. Bien. Ya hemos andado, comprado ampollas de Germinal, y otras cosas bastante prácticas para estar monísimas, así que decidimos meternos en un céntrico Lemon Grass, en el que resulta que, casualidades de la vida, está trabajando el chico del Lemon Grass de Valencia, al que Cris y yo casi dejamos una nota hace unos dos años o más (nota que se publicó en “Chica Teriyaki” y que luego borré).
17:00. Compramos en un “Día” una mascarilla para alisar mi maldito pelo bufado y volvemos al hostal. Mi hermana, que ha descubierto las maravillas de Spotify en el móvil, se apresura a ponerme algo de Pink y otras canciones que ni fu ni fa, pero que con ella molan más. Pink me recuerda al instituto y a cuando ella vivía en casa. “Don’t let me get me” marcó una época, os lo aseguro. La verdad es que estaba siendo un momento muy “remember”. Hacía mucho tiempo que no pasaba un rato así con mi hermana. Nadie me plancha el pelo y me maquilla como ella, NA-DIE, como diría Bea (la legionaria). Siempre le digo que tendría que haber sido maquilladora, o dueña de un catering o empresa de organización de bodas. Ella es muy Mónica, y yo soy muy Phoebe, con lo que haríamos un buen equipo si montáramos algo. También le digo que se haga un blog de mamás pero diferente, que el tema empieza a estar más trillado que yo. Y también le hablo de Maite y de Amparo, y de su sentimiento “madre de la Pantoja” cuando los textos en el desfile de Rocío.
19:27. Últimos retoques y fotos chungas bajo la tele para mandar por el grupo de Whatsapp con mi madre.
Vale, ahora sí que nos vamos.
20:00. CaixaForum está a reventar. Echamos un vistazo alrededor y comprobamos que vamos vestidas correctamente, ni muy de boda ni muy tiradas. Seguimos mirando. Cada vez hay más gente. Entramos. Cada vez estoy más nerviosa. Empiezo a pensar que “De mi casa al mundo” tiene nombre de ganar, y se me empiezan a pasar mil cosas por la cabeza, pero
-Bueno, qué? Te vas sintiendo ya como la madre de la Pantoja?
-No, más bien me siento como Margarita Seisdedos, sin soltar el bolso.
Zas.
20:10 más o menos. Hay un cocktail de bienvenida. Dos vinos blancos cada una para empezar. Un señor de RTVE nos da coba y me dice que si gano “lo celebramos con un mojito” y se despide de mí dándome una palmadita en la cintura. Últimamente no conozco los términos medios, sólo se me acercan chicos de cinco años menos o cuarenta años más. Marina y yo nos reímos. Estamos aparcadas en una pared azul que me recuerda a “La Indiana”.
-Eh, que ya no se llama así, ahora es Club 95.
-Qué dices! Ahora es SuperClub.
-Ya, pero sólo va gente nacida el año 95.
Pues también es verdad.
Justo en ese momento, nos sacan en el vídeo que podéis ver en este link.
http://m.20minutos.es/minuteca/premios-20blogs/
20:45 o así. Entramos. Empieza el espectáculo. Mi hermana y yo somos las únicas personas en la sala sin cobertura, se ve. Todo el mundo twitteando (que para mi no es inconveniente, ya conocéis mi desidia por Twitter, pero aún así me da rabia) y nosotras sólo preparadas para llamadas de emergencia. Empezamos a fichar a las caras conocidas: Frank Blanco, Ana Pastor, Marta Nebot, Arsenio, que para mí es como de la familia (a ver si te estiras y el año que viene me das el premio), Juan Ramón Lucas, Sandra Ibarra, Mayte de la Iglesia, David Broncano y Roberto Leal entre otros. Por Dios, Roberto, cásate conmigo.
22:30. Vale, las horas me las estoy inventando de una forma bastante descarada. Reconozco que ni miraba el móvil, y sabéis que los relojes de pulsera no son lo mío. Estaba histérica viendo cómo salían a recoger sus premios todos los vencedores. ¿Pero cuándo llegaréis a la P de Personal? ¿Cuaaándooo?
Y cuando estaba ya con el culito hacia afuera en el asiento, preparada para levantarme (por esa vena mía soñadora compulsiva)…”Y el ganador de la categoría personal es…“De mi casa al mundo” (enhorabuena, ya puestos!!)
PERO ZAS. Si queréis os miento y no os digo que no fue un poco chafón, pero no lo haría de todos modos.
En ese momento pensé que jamás podría ser actriz de Hollywood pero ni de coña, y no sólo porque no sepa actuar ni porque no esté tan buena, si no porque vaya marronazo cuando estás nominada al Oscar a mejor actriz y no te lo llevas, y aún así tienes que fingir que te da igual. Bahh. A nadie le da igual, todo el mundo quiere ganar. Y a mi me picó, como buena-mala competidora-perdedora que soy, pero en cuando me desfogué un poco internamente, seguí bebiendo y comiendo y empecé a pensar en la lista interminable de cosas increíbles que me quedan por vivir, y sobre todo, en cómo quiero vivirlas y en qué camino quiero seguir.
Y pensé que, jolín, qué feliz estaba siendo, qué experiencia más increíble, qué bien nos lo estábamos pasando y qué bonita estaba Madrid por la noche.
Por cierto, un saludo desde aquí a los chicos de “Los porqués de la naturaleza” y ya puestos a Flipi, que también estaba.
Y ya de vuelta al hostal, riéndonos por el ron del mojito y los nervios acumulados…
-Oye, ¿quieres que te haga una foto de “León come gamba” subida a uno de los leones del Congreso?
-Mejor no, que tienes el DNI caducado, no vaya a ser que la liemos.
-Vale, tienes razón.
Y una vez metida en la cama, empecé a ver todos los whatsapps y comentarios que me habían escrito mis amigas, que sin saberlo yo, habían estado más que pendientes de los resultados. Los privados de seguidores y de amigos que viven en la distancia (gracias Benja), las publicaciones de gente que crees que ya ni se acuerda de que existes (gracias Fran, me hizo muchísima ilusión), y el apoyo incondicional de las incondicionales.
Y antes de caer rendida, aún me quedaron fuerzas para mandar un último mensaje, esta vez por mail. Gracias a ti también, por haber escrito pedazos de mi historia y por haber sido faro sin saberlo. Me apunto lo de contarte mi vida, para cuando quieras.
Y gracias a ti, allá donde estés, gracias por tantas letras. Gracias por existir. Gracias por haber dado tanto sentido y tanta sensibilidad.
Pero sobre todo, gracias a ti, Marina. Por compartir conmigo uno de los días más especiales de mi vida, por cuidarme siempre aunque ya no tenga edad para ser cuidada, y por ser tú. Siempre nos quedará Madrid. Y el león come gamba. Y el señor de RTVE.
Te quiero, Kardashian.
Gracias a todos por leer y muy especialmente a 20minutos por haberme hecho este gran regalo.
Muy feliz y cansada (y con sueño), me despido.
M.
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