Hasta el año pasado no había pisado Granada más que para una visita exprés que hice a la Alhambra siendo adolescente, ¡y menos mal que le puse remedio! Como en esta ocasión estuve alojada en la zona costera no exprimí mucho los encantos de Granada como ciudad –tengo, por tanto, la excusa perfecta para volver –, pero moviéndonos con el coche recorrimos montones de sitios adorables. Mis lugares favoritos, sin duda, Salobreña y varios pueblecitos de la Alpujarra a los que dedicaré una entrada aparte para que ésta no quede demasiado kilométrica.
Siguiendo el orden en el que he colocado las fotos; de Granada me enamoraron Albaicín, las callejuelas céntricas que hay por la zona de la catedral y el mirador de San Nicolás. Estuve solamente una tarde en la ciudad y me pareció tremendamente manejable; las distancias son cortas y es relativamente sencillo ir caminando a casi cualquier lugar... ¡aunque cuestas hay unas cuantas, así que mejor ir con buen calzado!
La siguiente tanda de imágenes las hice en Almuñécar –poniendo el cursor en cada foto tienes más información sobre los lugares concretos–. La zona del casco antiguo está plagada de preciosas calles empedradas, fachadas blancas, macetas y ¡gatos! Y es que si algo no faltó en el viaje fueron los gatetes... hice incluso un hilo en Twitter con todos los felinos granaínos que encontré
Para terminar, pero no por ello menos importante, unas pocas estampas de Salobreña y del mar. Salobreña me fascinó. La zona antigua con su castillo (merece la pena pagar la entrada para verlo por dentro), sus balcones repletos de macetas y sus calles empinadas es muy andaluza, preciosa. El instinto me pedía disparar fotos cada dos pasos. En la zona baja del pueblo, a la playa de Salobreña le acompaña un paseo lleno de restaurantes y terrazas donde comer rico... ¡y es que por Granada se come muy pero que muy bien!
¿Te vienes de paseo virtual conmigo?
Cuéntame... ¿conoces Granada? Me da la impresión de que han pasado mil años desde el verano, pero repasar las fotografías de aquellos días es como adentrarse en una máquina del tiempo que mitiga –sólo un poco– mis ganas de volver a coger las maletas y lanzarme a explorar el mundo. ¡Espero poder publicar muy pronto el post sobre la Alpujarra!
¡Un abrazote!