En mi caso, ni siquiera el tiempo, y ni siquiera otras personas me quitan las ganas de volver. Hace poco reconocí que, sería incapaz de darle un no por respuesta. Ayer, después de mucho tiempo, volvimos a hablar por telefóno.
- Todo el mundo tiene una debilidad - le dije.
Y cambiamos de tema. No hablabamos de nosotros pero, si no fuera por este orgullo que nos impide confesar según qué cosas, probablemente mi confesión hubiera terminado en "y la mía eres tú".
Pero no es nada viable ni factible, nos separa mucho tiempo, muchos kilometros y otras tantas circunstancias que nos llevaron a no estar juntos. Y yo ahora estoy conociendo a alguien. Nos llevamos bien, y me gusta. Nos entendemos. Pero no es él.
Ayer por la noche, ya no tenía tantas ganas de seguir hablando. Esperaba una segunda llamada antes de que acabara el día, volver atrás a cuando, esta situación sólo era la espera hasta que alguno de los dos tomara un vuelo. Hasta encontrarnos en el aeropuerto. Hasta tantas cosas que, han quedado cubiertas de polvo y no van a volver jamás.
No fue un indicio de nada, no vamos a retomar nada pero, a pesar de todo eso, no puedo evitar tener ganas de esa calada imposible, que me revuelve, cada vez que aparece, los planes que tenía para aprender a vivir sin él.