Regueras y batipuertas
Puro sabor a sierra en las calles de Candelario
Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Las calles de Candelario están tan pegadas a las laderas de la montaña como lo está un águila en una rampa de hielo: clava las uñas como puede y aguanta el suspiro para no acabar en el fondo del precipicio. Lo que pasa en Candelario es que la sabiduría popular, o sea, esa que está hecha por el método de aprender de los errores del pasado para no volver a repetirlos y aprovechar como mejor se pueda lo que está a mano, ha convertido la dificultad de vivir agarrado a la falda de una montaña en una virguería de casas de piedra y callejuelas estrechas: se mire por donde se mire, Candelario presume de estampa serrana por sus cuatro costados.
Pero el embutido cambió por completo la fisonomía del pueblo. Como industria familiar que era cada casa se adaptó como mejor pudo a las necesidades del producto. Y es así como surge la casa tradicional chacinera pensada, desde la puerta hasta el desván, para lograr el mejor producto con la mayor comodidad.
LA BODA DE CANDELARIO
El segundo domingo de agosto Candelario se viste de fiesta para conmemorar cómo se realizaban las bodas en el pasado. Así, los vecinos del pueblo se entregan con sus mejores galas a la representación de un largo ritual marcado por las distintas fases que van desarrollándose a lo largo de la mañana. Ese día comienza con la comitiva partiendo desde la casa del novio hasta del padrino para dirigirse después todos juntos hasta la casa de la novia. Tras los cantos que tienen lugar bajo su balcón y a la salida de su casa, toda la comitiva acompaña ya a los novios hasta el pórtico de la iglesia, donde el sacerdote los espera para celebrar allí mismo la boda.
Unidos ya en matrimonio es el sacerdote quien les acompaña hasta el altar mayor para recibir su bendición. Mientras, los novios sujetan dos velas encendidas y son cubiertos con unos paños conocidos como “velambres”. Terminado el banquete, el rito prosigue con la celebración del tálamo, mesa presidida por los novios en una plaza del pueblo y en la que reciben regalos de los invitados tras lo cual todo se celebra con un repertorio de bailes típicos. Desde luego, es el mejor día del año para disfrutar de los atavíos tradicionales de la localidad.
Y así es también como todos estos detalles se repasan, entre bromas y sorpresas, en el recorrido teatralizado que aguarda al visitante en el museo de la Casa Chacinera. También es la mejor manera de entender cómo la forma de ganarse la vida condiciona la forma de construir en el mundo rural.
EN MARCHA. A Candelario puede llegarse desde Béjar o desde la localidad de Navacarros, en la carretera que lleva desde la N-630 hacia Barco de Ávila.
LA CASA CHACINERA. Conforma un interesante museo etnográfico en el que se recrea la forma de vida y las labores propias de la elaboración tradicional del embutido a finales del siglo XIX y XX. Para asistir a los pases teatralizados lo mejor es ponerse en contacto antes en el 695 653 491. Ayuntamiento de Candelario: 923 41 30 11. Web: http://www.candelario.es/museo-casa-chacinera-de-candelario/
EL PASEO. Una vez visitado el pueblo puede realizarse el corto paseo señalizado, apenas 1 kilómetro, que lleva hasta los antiguos lavaderos. El camino se toma en el inicio de la carretera hacia Navacarros, en la parte alta del pueblo. Finaliza de nuevo entre las calles del pueblo.
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