DELICATESSEN DE OTOÑO
Frutos del bosque y pueblos medievales en el corazón de la Sierra de Francia
© Texto y fotografía: JAVIER PRIETO GALLEGO
En estos días el corazón del bosque salmantino está que lo tira: las castañas por el suelo, las setas a tutiplén, los acebos con sus bolas rojas preludiando la Navidad, las bayas del madroño tiernas y tentadoras como gominolas de lujo, los higos a punto, y así hasta hartarse. Pasear por el bosque en estos días es como caminar a casa de la abuelita: resulta imposible llegar a tiempo. Claro que para eso hay que llevar, al menos, una cestita.
Uno de estos paseos tonificantes es el que discurre por el corazón del valle boscoso que se abre a los pies de los pueblos de Madroñal, una poco transitada población del costado occidental de la Sierra de Francia, Cepeda y Herguijuela. Su visita no sólo es interesante porque alivia los trajines que agobian a la ya demasiado peripuesta localidad de La Alberca, sino porque pone en contacto con otros rincones no menos interesantes de esa sierra y, desde luego, mucho menos saturados.
El arranque de este paseo, con principio y fin en Madroñal, hay que buscarlo a las puertas de la cooperativa del mismo nombre. Unos pocos metros más abajo de la cooperativa, tras dejar atrás las últimas casas, el firme de cemento se divide en dos ramales. El de la derecha es por el que se llega de nuevo a Madroñal, tras completar este circuito por uno de los bosques más espectaculares de esta sierra salmantina. Así pues, lo que toca, de momento, es continuar por el ramal izquierdo buscando el fondo del valle mientras se dejan a uno y otro lado las vallas de piedra que delimitan el mar de huertos que aprovechan la fecundidad de estas laderas y los cuidados de sus habitantes. En no más de quince minutos se alcanza el fondo, al tiempo que la intersección con otro camino que habrá que tomar hacia la izquierda. El paseo corre entonces paralelo a otra ringla de huertos, que quedan ahora a manderecha, en su mayoría con evidentes signos de abandono. Por el lado izquierdo del camino se ven ya algunos de los tantos madroños como prosperan en este cuenco boscoso. Tantos que a Madroñal debieron de acabar por fijarle el nombre.
Los frutos de este árbol son tan llamativos como inconfundibles: pequeños globitos de color rojo y anaranjado, de unos 20 o 25 centímetros, con verruguitas suaves en la piel y la textura gomosa de una gominola irresistible. Vale la pena advertir que ya los romanos se referían a él como unedo, con el significado “del que se puede comer sólo uno”. Y eso porque esta frutita que volvía loco al oso madrileño tiene fama de embriagar y producir dolor de cabeza. De hecho, contiene, sobre todo los ejemplares muy maduros, una cierta cantidad de alcohol que los antiguos fermentaban para obtener bebidas alcohólicas, aguardiente especialmente, o vinagre. Del otro lado del valle, la ladera que se orienta hacia el norte aparece alfombrada por el espeso bosque caducifolio que se atravesará a la vuelta.
Novecientos metros después de alcanzado el fondo del valle toca abandonar el camino por otro que surge hacia la derecha, en el inicio de una carballeda relicta, superviviente ancestral entre grandes castaños. Trescientos metros más adelante, el camino pasa un arroyo y vuelve a dividirse en dos. El ramal de la izquierda es el que se adentra ahora por el denso castañar que media entre este punto y el puente medieval que salva el arroyo de San Pedro, ya a las puertas de Cepeda. Quien se llegue hasta ese pueblo tendrá que desandar el camino y volver a este mismo punto para tomar el ramal de la derecha, un antiguo camino con restos de su viejo empedrado que discurre, en su viaje hacia Herguijuela, casi por completo sumergido en un tupido túnel arbolado. Unos metros antes de alcanzar la carretera que sube hasta Herguijuela se abre por la derecha el camino de retorno a Madroñal.
EN MARCHA. Desde Salamanca puede llegarse hasta Madroñal por la CL-512 hacia Vecinos, Linares de Riofrío y Miranda del Castañar. Un desvío enlaza las localidades de Cepeda y Madroñal.
EL PASEO. Se encuentra perfectamente señalizado como PRSA-20. En algunos tramos esta señalización de sendero local coincide con la del PRSA-13 y, en un corto tramo en torno al puente medieval, con la del GR-10. El paseo circular tiene un desarrollo aproximado de 6,5 km, pero resulta un poco más amplio si se accede hasta los cascos urbanos de Cepeda y Herguijuela. En conjunto tiene pocos desniveles y puede hacerse con niños en unas 3 horas.
INFORMACIÓN. Descarga AQUÍ el folleto del parque natural Las Batuecas-Sierra de Francia con la información de este paseo. Tel. 923 41 54 21.
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